Los veranos del pasado en Madrid

Verano de ... 1906

Dicen los clásicos que no hay nada nuevo bajo el sol. Y lo que probablemente es cierto en el fondo, resulta muy alejado de la realidad en la medida en que cada uno estrenamos sensaciones día tras día. Por eso aunque nos lo parezca, los veranos no son todos iguales; de hecho, no hay dos que lo sean. Y para muestra, estos botones: un recorrido fotográfico por algunos veranos pasados, algunos tan lejanos que se escapan a nuestro periplo vital; otros más cercanos, pero casi olvidados.

Esta primera imagen, por ejemplo, nos retrotrae a agosto de 1906, en una terraza del madrileño Paseo de Recoletos. El calor se supone -en esta ciudad, no falta en el octavo mes del año-; pero probablemente sería aún peor entonces, cuando la urbanidad obligaba a los caballeros a portar bombín, chaqueta y pañuelo cerrando el cuello de la camisa, y a las señoras a llevar falda larga, camisa cerrada y pañolón sobre el pecho. Casi nada, en esos tiempos en que el aire acondicionado aún no existía, y el refresco era la limonada o la zarzaparrilla...

Verano de ... 1918

El artista y escultor Mariano Benlliure, a la sazón director general de Bellas Artes, despacha con su secretario particular en su finca de Villalba (Madrid). Era otra forma de veranear, relajada y tranquila. Eso sí, con chaqueta y corbata y primorosamente peinado.

Verano de ... 1921

En El Retiro existían varias de estas estanterías, situadas bajo los árboles, y que pertenecían a una red de Bibliotecas Itinerantes de Parques y Jardines, como explica la magnífica web municipal memoriademadrid. Se creó la red en 1919, por iniciativa de la minoría maurista en el Ayuntamiento madrileño, y su inauguración fue recogida por ABC en su portada. Estaban las dos primeras en El Retiro y en el Parque del Oeste, y eran atendidas por un funcionario. En el año 1936, ya eran seis. En su frontón se podía leer un mensaje que era toda una declaración de intenciones: «Estos libros, que son de todos, a la custodia de todos se confían». Bonita filosofía para una sociedad civilizada.

Verano de ... 1935

Dicen las crónicas que el de 1935 fue un verano especialmente cálido. Fuera por eso o por otros motivos, el caso es que el estanque de El Retiro veía bajar su nivel de agua hasta presentar este lamentable aspecto. «No era la primera vez», decían las crónicas de la época.

Verano de ... 1953

Casi cien niñas de las colonias parroquiales de San Jerónimo el Real, en Madrid, tomaban el tren en la estación para acudir a Noja (Santander), donde transcurrirá parte de su veraneo en unas colonias infantiles patrocinadas por la obra «Veraneo del niño pobre». Eran otros tiempos, y también era otro el concepto de lo políticamente correcto.

Verano de ... 1954

El veraneo en la costa cantábrica era lo más «in» en estos años, pero eran sólo unos pocos los que podían permitírselo. Para todos los demás, siempre quedaba el río Manzanares, tan cercano y de aguas tan fresquitas en este tramo del Pardo, recién bajado de la sierra. Pasar un domingo bajo un árbol, con baño, filetes empanados y siesta, era un «lujo» al alcance de casi todos.

Verano de ... 1972

En los años 70, aún eran muchos los madrileños que no tenían coche con el que desplazarse en verano. Por eso, y por la creciente demanda estival, Renfe ponía en marcha trenes extraordinarios para las vacaciones de verano. Como se ve, iban rebosantes de familias cargadas con sus bártulos y deseando llegar lo antes posible a sus destinos -en sus pueblos o zonas de costa-.

Verano de ... 1973

Un niño cruza la calle Serrano esquina con la de Alcalá montado en su triciclo. Un ejemplo de que el tópico del Madrid vacío en agosto es ya un clásico. Para el niño, desde luego, no hay atasco que valga.

El verano de todos

En 1968, la piscina grande del Parque Sindical, en Puerta de Hierro, presentaba este abarrotado aspecto. Eran 12.000 metros cúbicos de piscina, la más grande de Europa, pero el calor en Madrid es mucho en verano, y las piscinas de las comunidades o los chalets eran muchísimo más escasas que ahora. No es de extrañar, por tanto, el lleno de esta piscina que tantos de los que leen estas líneas habrán visitado alguna vez.