Los rincones secretos de la Quinta Torre Arias
Recorrido fotográfico por las casi 14 hectáreas de la finca, que abrirá al público por primera vez el próximo verano
Actualizado:Recorrido fotográfico por las casi 14 hectáreas de la finca, que abrirá al público por primera vez el próximo verano
12345678910111213Paseos entre pinos, cedros y almendros
Uno de los paseos que se extienden por los impresionantes jardines de Torre Arias Tiene casi 14 hectáreas de superficie, con unos impresionantes jardines, hoy algo descuidados por falta de mantenimiento. Desde hace 400 años, esta finca del distrito de San Blas-Canillejas ha sido propiedad privada, pasando por diversos dueños. A partir del próximo verano, abrirá al público, según se ha comprometido la alcaldesa Ana Botella. De hecho, ya se habla de un primer presupuesto de 100.000 euros para limpiar y desbrozar los jardines.
El Consistorio heredó la Quinta de Torre Arias en el año 2012, cuando sus últimos propietarios, Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, octava condesa de Torre Arias, y su esposo Julio Peláez Avendaño, convinieron, por escrito que cederían la finca al Ayuntamiento a su muerte. Él falleció en 2003; ella en 2012, año en que este bello paraje pasó a ser propiedad municipal.
El palacete
Patio interior del palacete de la finca Torre Arias Dentro de la finca, se encuentra el palacete de Torre Arias, antigua residencia de los propietarios . Desde el «casón torreado con palomar y huerta» de los orígenes, como lo describe el primer dueño de la finca, don García de Alvarado y Velasco, conde de Villamor, la vivienda es objeto de varias reformas y ampliaciones.
La fachada
Fachada de la entrada principal a la vivienda de la quinta Torre Arias Este es el aspecto de la fachada del palacete, con su torreón, donde desde 1850 luce un reloj parisino. Fue su época de esplendor. El inmueble ahora necesita una importante rehabilitación, y está pendiente de decidir qué usos tendrá en el futuro. Algo que se decidirá mediante un concurso público.
La última propietaria de la finca abandonó este palacete y se hizo construir una casita de una planta, mucho más modesta y techada de uralita, junto a la mansión, dentro de los jardines. Allí es donde vivió los últimos años de su vida.
El palacete cuenta con varios salones, zona de servicio y cocina, baños, e incluso cuenta con un sorprendente gimnasio dotado de todo tipo de aparatos -espalderas, anillas, potros...- con más de cien años de antigüedad.
Entrada principal
El paseo principal de entrada a la finca de Torre Arias, en San Blas-Canillejas Hasta 51 especies diferentes de árboles se encuentran en los jardines de la quinta Torre Arias. Hay algunos ejemplares excepcionales, como una encina de más de 300 años, algunos almendros, y mucho ejemplares de pinos y cedros. Pero los jardines son importantes por la belleza de su conjunto, más que por contener árboles determinados.
La casita del guardés
Edificación a la entrada de la finca, donde se aloja la vigilancia Una pequeña casita a la entrada, del mismo estilo que el palacete principal de la finca, en su día casa del guardés, se ha convertido en la estancia de los empleados de la seguridad de la quinta.
Estanques
Un estanque, frente al palacete de la finca Torre Arias Fuentes, arroyos y estanques se reparten por las 14 hectáreas de la finca. En la imagen puede verse uno de estos últimos, situado en la explanada frente a la entrada principal de la vivienda-palacio. También la falta de cuidados ha hecho mella en él.
Establos y perrera
Los establos, en la zona de trabajo tras el palacete La finca Torre Arias no era sólo un lugar de ocio y distracción; también tenía un uso agrícola y ganadero. Sus sucesivos propietarios han tenido allí establo -los nombres de las vacas todavía pueden leerse en sus respectivos pesebres-, perreras, galleras, y zona de huerta.
Labores agrícolas
Entrada a la zona de caballerizas Las zonas destinadas a labores del campo en la finca están perfectamente delimitadas: a espaldas del palacete principal, ocupando una importante extensión. Allí se guardaban los perros, estaba el armero, y otras instalaciones de trabajo.
La inscripción
Inscripción en el suelo de la entrada al palacete En el suelo de la entrada al palacete puede leerse esta inscripción en latín, rodeando el dibujo de un dragón, y coronada. Su traducción es: «Y si tuviera que morir por tí, no te negaré», que es la frase que San Pedro dirigió a Jesucristo. Pero, según explican los expertos, en la inscripción figuran dos faltas de ortografía: una en «oportuerit» -falta una o: oporotuerit-, y otra en negavo, que debería aparecer escrito con B.
Techos trabajados
Uno de los techos del palacete de la finca Torre Arias El palacete, en su interior, necesita una intervención para restaurar algunas zonas y consolidar otras, deterioradas por el paso del tiempo y la falta de mantenimiento. Conserva algunos espacios de gran belleza, como el salón de baile, con un techo profusamente adornado, como se aprecia en la imagen.
Bañera exenta
Este cuarto de baño conserva incluso la bañera utilizada en el palacio Las zonas más íntimas de las casas son, a la postre, las que resultan más atractivas de descubrir. Como esta pequeña joya que puede verse en el palacete: una bañera exenta, con preciosas patas labradas, que se encuentra en uno de los baños. Los azulejos de la pared y el suelo también se conservan en buen estado.
Una fuente oculta entre la maleza
Detalle de la fuente que permanece casi oculta por la vegetación Los técnicos municipales aún están descubriendo pequeños tesoros ocultos en este enorme jardín. Como esta fuente, que imita una gruta por donde brote el agua, y que los responsables de seguridad encontraron durante uno de sus recorridos habituales, prácticamente oculta en una zona donde la vegetación ha crecido hasta casi asilvestrarse.
Fuentes de beber
Detalle de una de las fuentes de agua potable de la finca Torre Arias De la boca de un león brota el agua que refresque a los visitantes. Hasta en esos detalles se deja traslucir el esplendor que experimentó la finca: las farolas, algunos de los puentes, los invernaderos y otros elementos que aún se conservan y que son pequeñas obras de arte dispersas por la quinta.