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Irene Villa, junto a la novela que acaba de publicar: «Nunca es demasiado tarde princesa» - ernesto agudo

Cuatro historias que animan a luchar en la vida

Madrid ha acogido el congreso de jóvenes «Lo que De Verdad Importa», con el relato de cuatro historias cautivadoras y emocionantes que escucharon dos millares de personas. Se trata de Irene Villa, Enmanuelle Kelly, María Belón y Lucía Lantero

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Madrid ha acogido el congreso de jóvenes «Lo que De Verdad Importa», con el relato de cuatro historias cautivadoras y emocionantes que escucharon dos millares de personas. Se trata de Irene Villa, Enmanuelle Kelly, María Belón y Lucía Lantero

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  1. Irene Villa: «A veces, las dificultades vienen para hacerte más fuerte»

    Irene Villa, junto a la novela que acaba de publicar: «Nunca es demasiado tarde princesa» - ernesto agudo

    El 17 de octubre de 1991 un atentado de ETA hizo que Irene Villa perdiera ambas piernas y su madre, un brazo y una pierna. «Ahí descubrí lo que era un coche bomba. Antes de que se produjera nuestro atentado había estallado otro coche cerca. Cuando subí con mi madre a nuestro vehículo le dije: "¿Y si nos han puesto una bomba? Me contestó que solo era a gente importante». Así comenzó su relato la periodista y escritora ante dos millares de jóvenes en el congreso de «Lo que de verdad importa» que tuvo lugar en el Centro de Congresos Príncipe Felipe este miércoles .

    Cuando los sanitarios llegaron al lugar del suceso creían que Irene había fallecido: «Decían a por la madre, que la niña está muerta». Cuando Irene ingresó en el hospital, su padre le dijo a los médicos que no querían que la salvara porque pensaba que su hija no se lo perdonaría nunca. «No le hicieron caso. Algo externo a la voluntad del médico le hizo operar», matizó.

    Para esta niña y mujer coraje fue duro asumir su nueva realidad. «¿Y ahora quién me va a querer?» , le decía a su padre. Pero un día se miró al espejo y aceptó su nueva situación. «Es vital sonreír cuando la vida menos merece que sonrías. Lo importante es aceptarse: solo así floreces», aconsejó ante los dos millares de jóvenes. «Me di cuenta de que el mundo es como tú quieres que seas. Merece la pena vivir. Da igual como te vea la gente. Lo que importa es como tú te veas. No tenía piernas pero tenía algo más importante: amor, esperanza, optimismo. Gracias a eso aprendí a caminar. Mirar al frente con valor y jamás me rendí. A veces las dificultades vienen para hacerse más fuerte», sentenció.

  2. María Belón: «Todo el mundo pasa por un montón de tsunamis en la vida»

    María Belón - abc

    Millones de espectadores se han emocionado en el cine viendo «Lo imposible», de Juan Antonio Bayona , pero conocer a su protagonista de carne y hueso, María Belón , pone la piel de gallina. En un instante, las idílicas vacaciones en el sureste asiático con su familia se vieron transformadas en una gran tragedia colectiva por el terrible tsunami de 2004. Pero el tesón y las ganas de vivir la mantuvieron con vida a ella y a sus hijos.

    La experiencia les marcó para siempre, pero ella no se siente nadie especial. «Todo el mundo pasa por un montón de tsunamis en su vida, pero los hay mucho más duros. Yo sólo soy una aprendiz», dijo en la víspera de su participación en el congreso « Lo Que De Verdad Importa» .

    Para ella, el tsunami supuso una lección de vida. De hecho, se alegra cuando se ve a sí misma «llena de cicatrices» y se dice: «Estás llena de vida».

    Considera que es una experiencia íntima y familiar pero al tiempo universal, de la que tiene que «aprender» y que debe «compartir con generosidad». «No me importo nada;me importa el resto de la gente», explica María Belón.

    En su familia, ni han olvidado el tsunami ni lo quieren olvidar. Para sus hijos, Lucas, Tomás y Simón, que cuando sucedió la tragedia tenían diez, siete y cinco años, y ahora tienen 19, 17 14, «el tsunami es el pilar de sus vidas», asegura.

    De hecho, cada 26 de diciembre, en el aniversario de la catástrofe, se reúnen en algún lugar frente al mar, da igual los kilómetros que tengan que hacer. «Damos gracias a la vida y rendimos homenaje a las 250.000 personas que nos esperan bajo el mar».

  3. Enmanuelle Kelly: «Quiero que me vean cantar y digan "yo también puedo"»

    Enmanuelle Kelly - abc

    La historia de Emmanuelle Kelly arranca en una caja en un parque de Bagdad. Allí lo encontraron unas monjas de la Caridad tras ser abandonado por sus padres. Junto a su hermano Ahmed, las religiosas lo llevaron a un orfanato, donde años después los encontró la australiana Moira Kelly, una trabajadora humanitaria. Los dos hermanos sufrían malformaciones en sus miembros como consecuencia de las armas químicas.

    Se supone que Emmanuelle, que no sabe cuándo es su cumpleaños, tiene ahora 19 años. Vive en Melbourne. En 2011 saltó a la fama al concursar en la versión australiana del programa de televisión «Factor X». Su interpretación de «Imagine», de John Lennon, sujetando el micrófono con sus manos deformadas, conmovió al público y al jurado, que le ovacionaron puestos en pie.

    «Quiero ser un cantante, adoro la música. He recibido un regalo y quiero aprovecharlo para inspirar», explica a ABC. «Quiero que la gente me mire y diga: “Si él puede hacerlo, por qué yo no”», asegura. Según explica, «no tienes que tener una apariencia perfecta, sino que hay que trabajar duro y poner pasión».

    Emmanuelle no cree que él tenga nada de extraordinario. «Todo el mundo tiene una historia —señala—, no hay ninguna que sea más especial. Cada una es especial y única».

  4. Lucía Lantero: «Una fuerza mágica me hizo luchar por los niños esclavos»

    Lucía Lantero - abc

    La santanderina Lucía Lantero no se dedicaba a la ayuda humanitaria. Iba a Haití para tres meses por el problema de la deforestación, pero, estando todavía en la República Dominicana, durante una tormenta tropical, vio a numerosos niños por las calles. «Eran niños haitianos que habían sido esclavos», recuerda para ABC con emoción.

    Tanto le impacto conocer un drama que afecta a miles de menores en Haití que decidió dejarlo todo y montar junto a un amigo una ONG para dar una vida mejor a estos chicos. «Tal vez la gente no lo hace con mala intención. No pueden dar de comer a sus hijos y los regala porque al menos creen que así van a tener un futuro y acaban en la prostitución o trabajando en la agricultura o el carbón. La miseria causa miseria», comenta.

    No deja de dar las gracias por lo que le ha pasado. «Tuve una fuerza mágica que me empujó a ello, no pensé que fuera capaz de resisitir lo que he resistido», dice Lucía, que recalca: «No somos nadie especial». «Si hemos sido capaces de hacerlo —asegura—, no hay límite a lo que cualquier joven puede hacer en su vida». Está convencida de que «la gente tiene que tener un poco más de optimismo y esperanza».