Diez célebres refugiados que cambiaron el sentido de la historia
Albert Einstein - efe

Diez célebres refugiados que cambiaron el sentido de la historia

Albert Einstein, Isabel Allende o Milan Kundera, son solo algunos nombres dentro de la interminable lista de refugiados

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  1. Refugiados por el mundo

    Albert Einstein
    Albert Einstein - efe

    Grandes artistas, pensadores y científicos del siglo XIX y XX como Frederic Chopin, Albert Einstein o Víctor Hugo tuvieron que huir de su país a causa de conflictos y guerras. Cuando los solicitantes de asilo y refugiados llegan a nuestros países, nos aportan sus conocimientos, su cultura, y sus ganas de vivir.

    He aquí diez biografías de hombres y mujeres destacados, que en algún momento de sus vidas, se convirtieron en refugiados y que han dejado una huella en el mundo. Ellos son un claro ejemplo de la valentía y el coraje de millones de refugiados anónimos en todo el mundo, que han luchado por superar el desarraigo y reconstruir sus vidas.

  2. Isabel Allende

    Isabel Allende tuvo que huir por las amenazas recibidas
    Isabel Allende tuvo que huir por las amenazas recibidas - Lori Barra

    «Muchas veces no he tenido más alternativa que trabajar duro para sobrevivir y proteger a mi familia. He sido exiliada política e inmigrante y eso lo hace a uno fuerte». Con estas palabras la escritora chilena Isabel Allende (Lima, 1942) describió qué la motivó a salir adelante.

    El 11 de septiembre de 1973, el presidente Salvador Allende, tío de la escritora, fue derrocado por un golpe militar encabezado por el general Augusto Pinochet. Ella recibió amenazas de muerte y al enterarse que su nombre estaba en una lista negra militar, huyó a Venezuela con su marido y sus dos hijos. Llegó a Caracas sin visa ni trabajo. Unos años más tarde, en 1981, al enterarse que su abuelo de 99 años se estaba muriendo, comenzó a escribirle una carta, que después se convirtió en su primera y más conocida novela, «La casa de los espí­ritus».

    Más adelante se mudó a California y obtuvo la ciudadanía estadounidense en 2003. Actualmente está involucrada con más de veinte organizaciones no gubernamentales y ha creado su propia fundación. En 1990, la democracia volvió a Chile y la escritora regresó después de 15 años para recibir el premio Gabriela Mistral, un prestigioso reconocimiento nacional.

  3. Hannah Arendt

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    La filósofa Hannah Arendt (Linden-Limmer, 1906 - Nueva York, 1975), autora de «Los orí­genes del totalitarismo» y «La Banalidad del Mal», sufrió el nazismo y formó parte de la gran diáspora judí­a que huyó de la Alemania nazi antes de la Segunda Guerra Mundial.

    En 1933, Arendt empezó a trabajar para la Organización Zionista Alemana, con el fin de dar a conocer las penurias de las ví­ctimas del nazismo e investigar la propaganda antisemita. Estas actividades hicieron que fuera arrestada por la Gestapo, pero después de granjearse la amistad de un carcelero berlinés, logró escapar, primero a Ginebra y después a Parí­s.

    Trabajó para la «Youth Aliyah» una organización de refugiados, que rescataba a niños judí­os del Tercer Reich y los llevaba a Palestina. Cuando el ejército alemán invadió Francia en 1940, Arendt fue internada en el campo de concentración «Gurs» en los Pirineos, junto a otros 6.000 alemanes apátridas. Esta vez también logró escapar y en mayo de 1941 llegó a los Estados Unidos donde más adelante se le concedió la ciudadaní­a.

    La filósofa dedicó gran parte de su tiempo y sus escritos a la cultura judí­a. Apoyó la Fundación Judah Magnes que pedí­a la formación de una Confederación Árabe Judí­a para resolver la cuestión palestina. De 1944 a 1946, dirigió la Comisión para la Reconstrucción Cultural Judí­a, donde realizó un inventario de libros y artefactos judíos saqueados por los nazis y, posteriormente, ayudó a recuperarlos en Europa. Arendt falleció en Nueva York el 4 de diciembre de 1975.

  4. Robert Capa

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    Robert Capa (Budapest, Hungría, 1913 - Thai Binh, Vietnam, 1954), seudónimo de Endre Ernö Friedmann, fue el más famoso corresponsal gráfico de guerra del siglo XX. A lo largo de su vida fue víctima del exilio en dos ocasiones.

    La primera la sufrió a los diecisiete años, cuando se vio obligado a huir de su Hungrí­a natal donde vivía en el seno de una familia judía que gozaba de una buena posición económica. Fue catalogado como subversivo por manifestarse en contra del régimen fascista del Almirante Mikolos Horthy. Se instaló en Berlí­n con la intención de estudiar periodismo, y para sobrevivir, trabajó como asistente en el cuarto oscuro de un reconocido periodista gráfico. Su primera asignación consistió en ir a Dinamarca a cubrir una charla de Leon Trotsky.

    Cuando Hitler tomó el poder, dos años más tarde, tuvo que volver a huir. Todos sus familiares y amigos que quedaron en Hungrí­a murieron en los campos de concentración nazi. Se instaló en Parí­s, y poco después se hizo famoso por su cobertura de la Guerra Civil Española desde el bando republicano. Uno de sus lemas más conocido era: «Si tus fotos no son lo suficientemente buenas, es porque no estás lo suficientemente cerca».

    Posteriormente cubrió la Segunda Guerra Mundial y capturó en sus fotografí­as las victorias aliadas en África del Norte, Sicilia y Normandí­a. Se lanzó en paracaídas con los estadounidenses sobre Alemania e informó sobre la caí­da de Leipzig, Nuremberg y Berlí­n. En 1947, Robert Capa, en compañí­a de Henri Cartier-Bresson, David Seymour y otros, fundó la agencia de fotografí­a Magnum.

    Capa murió en 1954 a causa de una mina terrestre mientras informaba sobre el conflicto entre Francia e Indochina. Su hermano Cornell señaló: «Bob era en realidad un fotógrafo de paz. El tema de sus fotografías no era la guerra, sino la gente común y corriente que se ve envuelta en ella».

  5. Edward Said

    AFP

    Edward Said (Jerusalén, 1935 – Nueva York, 2003) es considerado como uno de los iniciadores de los estudios poscolonialistas. Se hizo famoso por su trabajo sobre el Medio Oriente y por sus crí­ticas al imperialismo y al «orientalismo». Autor y analista de fama mundial, y miembro del Consejo Nacional Palestino (1977-1991).

    Nació y vivió en el seno de una familia palestina cristiana en el lado oriental de Jerusalén hasta 1948, cuando fueron forzados a abandonar Palestina durante la «Nakba». Se establecieron en El Cairo y tres años más tarde Said se mudó a Estados Unidos, donde obtuvo un doctorado por la universidad de Harvard.

    Tras la guerra Árabe-israelí­ de 1967, el autor se convirtió en el principal vocero de la causa palestina en Estados Unidos. Sin embargo, tuvo que pagar un alto precio por su notoriedad en la defensa de esta causa. Fue insultado con el nombre de «profesor del terror», su oficina en la Universidad de Columbia fue incendiada y él y su familia recibieron innumerables amenazas de muerte. Además, sus libros han sido prohibidos en paí­ses como Kuwait, Jordania y Arabia Saudita.

    Said fue miembro del Consejo Nacional Palestino, donde desató la furia de los Árabes nacionalistas pordefender la idea de una coexistencia pací­fica entre judí­os israelitas y Árabes palestinos. Después de renunciar al Consejo a principios de la década de 1990, hizo un llamamiento para la formación de un Estado binacional como una solución al conflicto palestino. Hasta el final de sus días, mantuvo firme la idea de que, sin comenzar a hablar sobre la historia conjunta de Palestina e Israel, «el Otro siempre será deshumanizado, vilipendiado e invisible».

  6. Milan Kundera

    AFP

    Milan Kundera (Brno, República Checa, 1929) publicó su primera novela, «La broma», una sátira sobre el estalinismo checoslovaco en 1967. Sobra decir que las autoridades no la encontraron graciosa, lo que provocó que el autor fuera despedido de su trabajo y, por último, obligado a vivir en el exilio.

    Kundera empezó a publicar poemas y artí­culos periodí­sticos en la década de 1950, algunos de los cuales criticaban abiertamente al régimen. Fue expulsado del Partido Comunista. En 1969, después de la invasión rusa y el fin de la primavera de Praga, el autor fue despedido de la Facultad de Cine y la Academia de Música y Artes Dramáticas, donde daba conferencias sobre estudios cinematográficos.

    Sus trabajos fueron proscritos y retirados de las bibliotecas públicas. Con el fin de escapar de las restricciones a la libertad de pensamiento y expresión, decidió trasladarse a Francia, donde fue nombrado profesor asociado en la Universidad de Rennes y alcanzó renombre internacional con «El libro de la risa y el olvido» (1979) y «La insoportable levedad del ser» (1984).

  7. Víctor Hugo

    Edmond Bacot

    Durante casi 20 años, Víctor Hugo (Besanzón, 1802 - París, 1885), uno de los escritores franceses más célebres, fue proscrito en el Imperio. Pero lejos de ser olvidado, se convirtió en un sí­mbolo de lucha por la justicia y la libertad individual.

    Cuando en 1851 el futuro Napoleón III derrocó a la Segunda República Francesa, Ví­ctor Hugo ya era respetado y venerado como un gran poeta. También era muy activo en la arena polí­tica, lo que provocó que fuera forzado a abandonar su paí­s. Ví­ctor Hugo no tuvo opción, aunque comentó con pesar: «uno ni siquiera tiene la satisfacción de ser oprimido por algo grandioso».

    Escapó a Bélgica, donde fue rechazado y finalmente se instaló en las Islas del Canal, pertenecientes a la Corona Británica. Siguió escribiendo y después de terminar «Contemplaciones» (1856), retomó la primera serie de «La Légende des siècles» y completó uno de sus trabajos más famosos, «Les misérables».

    «Cuando vuelva la libertad, retornaré»

    Al regresar de su campaña por Italia, Napoleón III ofreció una amnistí­a a todas las personas condenadas por ofensas y crí­menes polí­ticos, que el poeta declinó señalando orgullosamente: «Cuando vuelva la libertad, retornaré». Ví­ctor Hugo hizo varios viajes por Europa, donde fue aclamado como un genio. Se convirtió en un pacifista y un internacionalista, proponiendo la creación de los Estados Unidos de Europa.

    Con la caí­da del Imperio, provocada por la guerra franco-prusiana, Víctor Hugo pudo ver nuevamente Parí­s. A su llegada a la estación, fue recibido con gritos de entusiasmo. Atestando las calles de París la multitud cantaba la Marsellesa, al tiempo que gritaba «¡Larga vida para Ví­ctor Hugo!».

  8. Luis Buñuel

    abc

    El cineasta vanguardista Luis Buñuel (Calanda, Teruel, 1900 - Ciudad de México, 1983) tuvo la extraordinaria capacidad de sorprender y deleitar a la vez. En películas como «Un perro andaluz» y «L'Age d'Or», y más tarde, «Viridiana», Buñuel entrelaza incongruencia con una imaginación barroca, muy divertida para algunos, ofensiva para los demás, y siempre subversiva.

    Nacido en la localidad aragonesa de Calanda, Buñuel estudió en Madrid, donde se licenció en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras. Frecuentó las reuniones celebradas en los cafés de intelectuales y pensadores políticos como García Lorca, Ortega y Gasset y Unamuno. Al igual que ellos, Buñuel quería viajar, y en 1925 se transladó a París.

    En 1931 volvió a España, en vísperas de la proclamación de la Segunda República. Tras el comienzo de la Guerra Civil colaboró con el Gobierno republicano y fue nombrado coordinador de Propaganda al Servicio de la Información en la Embajada española en París. Terminada la Guerra, en 1941, sin trabajo y con poco dinero, aceptó el encargo que le ofreció el Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York. Su misión era seleccionar películas de propaganda antinazi. Pero fue despedido en 1943 a raíz de la publicación del libro «La vida secreta de Salvador Dalí», donde el pintor tachaba a Buñuel de ateo y hombre de izquierdas.

    Años más tarde, Buñuel se consiguió la ciudadanía mexicana, donde permaneció hasta su muerte el 29 de julio de 1983, meses después de la publicación de su autobiografía, «Mon Dernier Soupir» (Mi último suspiro).

  9. Miriam Makeba

    EFE/Kim Ludbrook

    La legendaria cantante Miriam Makeba (Sudáfrica, 1932 - Italia, 2008) fue un icono de la lucha contra el «apartheid» en su país, aunque le costó un alto precio. En el extranjero se convirtió en representante de la cultura africana, asociada con el movimiento «Black is beautiful» («lo negro es hermoso») de la década de 1960.

    También conocida como «Mamá África», comenzó su proyección internacional cuando participó en el documental «Come back Africa» (Vuelve a África). Fue invitada a Europa y durante las giras consiguió catapultar su carrera al estrellato. Sin embargo, el fuerte impacto que provocó el documental en contra del «apartheid», motivó que el gobierno sudafricano revocase su nacionalidad. Poco después, los tí­os de Makeba fueron asesinados durante la masacre de Sharpeville y cuando su madre falleció, el gobierno le negó la visa para asistir a su funeral.

    En 1963 testificó ante las Naciones Unidas sobre el apartheid. Su canción «Pata Pata» se convirtió en un éxito mundial y su carrera artística floreció. La prohibición de venta de sus discos finalmente fue levantada por Sudáfrica en 1989 y en diciembre de 1990 pudo regresar a su patria. A lo largo de su vida, la cantante recibió numerosos premios como reconocimiento a su compromiso con la justicia. Falleció en 2008 por un paro cardiaco tras un concierto contra el racismo y la mafia en Italia.

  10. Frédéric Chopin

    ASOCIATED PRESS

    Frederick Chopin (Varsovia, 1810 - París, 1849), compositor y virtuoso pianista polaco considerado como uno de los más importantes de la historia y uno de los mayores representantes del Romanticismo musical. El gran compositor del siglo XIX, soñaba con la libertad de Polonia y desde su exilio en París compuso música influenciada por el espí­ritu polaco.

    Hijo de un inmigrante francés y de una dama de la nobleza polaca, Chopin tuvo una infancia feliz. Estudió música en Varsovia e hizo planes para marcharse a Viena. Siendo estudiante, él y sus amigos planearon un levantamiento contra los rusos. La tarea de Chopin consistí­a en dar a conocer la causa de Polonia en el extranjero a través de su música. Su padre, un ferviente patriota polaco, estuvo de acuerdo y Chopin dejó Varsovia rumbo a Viena. Al estallar la guerra unos meses después, se le aconsejó que no regresara.

    En septiembre de 1831 Chopin llegó a París, y pronto fue recibido con agrado en los salones de la alta sociedad y de la nobleza polaca en el exilio. La música popular y el sonido de Polonia crearon conciencia en los franceses sobre la lucha polaca. Sin embargo, la soledad del exilio hizo de Chopin un hombre introvertido y melancólico.

    Marcado por los dioses para morir antes de los cuarenta años, como todo espíritu sublime de aquella época, Chopin contrajo tuberculosis. Enfermo y débil realizó una gira final a Gran Bretaña donde tocó para la reina Victoria y se reunió con el escritor Charles Dickens. Su cuerpo yace en Parí­s, en el cementerio del Père-Lachaise, custodiado por la escultura de una musa llorando con una lira rota en sus manos. Su corazón, sin embargo, descansa en Polonia, adonde fue llevado por su hermana, Ludwika, que lo dejó reposando en la iglesia de la Santa Cruz de Varsovia.

  11. Albert Einstein

    abc

    Todos reconocemos a ese genio de melena rebelde con cabellos blancos, que enmarcan una cara fatigada pero cautivadora. Todos hemos oí­do hablar de sus teorías cientí­ficas, pero pocos saben de los días de Albert Einstein como refugiado, cuando sus libros fueron lanzados a las hogueras de Hitler y cuando como judí­o alemán fue acusado de traición.

    Einstein creció en Munich y en 1921 recibió el Premio Nobel. Con el surgimiento del partido nazi y el antisemitismo, le fue extremadamente difí­cil realizar su trabajo y, en 1932 aceptó una oferta para un puesto en Princeton. Consiguió la ciudadanía estadounidense. A lo largo de su vida, Einstein y su esposa trabajaron incansablemente en nombre de los judí­os alemanes, tramitando las solicitudes de visas y respondiendo ellos mismos por muchos refugiados.

    Aunque es considerado por algunos como el «padre de la bomba atómica», abogó por el federalismo mundial, el internacionalismo, el pacifismo, el sionismo y el socialismo democrático, con una fuerte devoción por la libertad individual y la libertad de expresión. Fue proclamado como el «personaje del siglo XX» y el más preeminente científico por la revista Time.

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