Los actores del drama griego
Yanis Varufakis - EFE

Los actores del drama griego

Los populistas de la extrema izquierda de Syriza han convertido las privaciones, los agravios, la humillación cotidiana de la pobreza y la corrupción en capital político a su favor

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  1. Varufakis, como Robespierre

    Yanis Varufakis
    Yanis Varufakis - EFE

    Desde la llegada al poder de Syriza, el ministro griego de Finanzas ha sido una especie de Robespierre del Gobierno. La aparición de Yanis Varufakis junto a su esposa en la portada de «Paris Match» le convirtió en símbolo contradictorio tanto para los seguidores como para los adversarios de su partido. En todo caso, a un provocador como él no le afectó en absoluto la polémica. Desde el primer momento ha mantenido unas relaciones más que tempestuosas con los demás ministros de Economía de la zona euro y con el presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem. La presidenta del FMI, Christine Lagarde, llegó a explotar contra sus modos y al término de una reunión pidió que el Gobierno griego enviase a «alguien adulto» para negociar.

  2. Tsipras, un demagogo que no quiere esta Europa y apuesta a todo o nada

    Alexis Tsipras
    Alexis Tsipras - AFP

    Hijo de un magnate de la construcción, desde su época universitaria Alexis Tsipras no ha conocido más que la agitación política ultraizquierdista en el seno de los movimientos antiglobalización. Pertenece a la primera generación de griegos que ha vivido siempre en democracia, pero su empeño constante ha sido instaurar un sistema alternativo y ahora su sueño es hacerlo no solo en Grecia, sino en toda Europa.

    A la hora de elegir aliados para formar una mayoría de Gobierno, ha preferido a los nacionalistas de ultraderecha antieuropea antes que a las formaciones europeístas. Su actitud se basa en la certeza de que sus socios europeos preferirán ceder a sus exigencias antes que asumir las consecuencias de una quiebra helena. Una especie de «ruleta rusa» que incluye la necesidad de llevar a Grecia al borde del abismo y salvarla después a través de una decisión política: un arreglo pactado entre él y Angela Merkel. Pero, en realidad, eso ha provocado una situación en la que, uno tras otro, todos los líderes han dejado de confiar en él. Su decisión inesperada de convocar el referéndum fue la gota que colmó el vaso. Su futuro está ya vinculado al resultado de la consulta.

  3. Angela Merkel, la guardiana del euro

    Angela Merkel
    Angela Merkel - REUTERS

    La canciller alemana se siente personal y profundamente comprometida con el futuro de la moneda única, pero el caso de Grecia está poniendo a prueba ese elemento central de su pensamiento político. Aunque quisiera, ya no se puede librar de esa imagen de mala de la película, dominada por la mentalidad germánica según la cual el deudor merece una penitencia antes del perdón. La verdad es que, antes de que Tsipras rompiese las negociaciones convocando el referéndum, ella había aceptado concesiones que les negó a anteriores gobiernos.

  4. Juncker, el «exaliado» de Syriza

    Jean Claude Juncker
    Jean Claude Juncker - efe

    El presidente de la Comisión Europea tenía preparado un plan para tratar de ayudar a Tsipras a encajar en la política comunitaria. Preparó su llegada con declaraciones que le daban la razón, criticando la aplicación de los planes de austeridad, y le ofreció como regalo de bienvenida la posibilidad de reformar la figura de la troika. Mientras los líderes europeos perdían uno tras otro su confianza en el primer ministro griego, Juncker fue el último aliado de Tsipras hasta que este convocó el referéndum y se consideró personalmente traicionado.

  5. Dijsselbloem, el rigor holandés

    Jeroen Dijsselbloem
    Jeroen Dijsselbloem - efe

    El presidente del Eurogrupo empezó su mandato con el rescate de Chipre y no siempre con aciertos, de manera que ahora ha afrontado esta crisis griega con todo rigor en el ejercicio de su cargo. De hecho, se jugará la renovación de su cargo el 13 de julio frente a la candidatura del español Luis de Guindos. Para Dijsselbloem, probablemente el momento más duro fue la reunión del Eurogrupo del 27 de junio, cuando tuvo que tomar la decisión, por primera vez en la historia del euro, de celebrar una reunión en ausencia de uno de los países miembros, después de la salida de Yanis Varufakis. Su suerte es que, cuanto más grandes son sus problemas como presidente del Eurogrupo, más aumenta su popularidad en Holanda.

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