Así son las mujeres de los presidentes
Gauck y su pareja, Daniela Schadt, en Río de Janeiro hace dos semanas - efe

Así son las mujeres de los presidentes

Gustos y caprichos de las esposas de los mandatarios más polémicos. Las primeras damas, entre el derroche y la austeridad

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  1. La discreta y austera «primera dama» alemana

    Gauck y su pareja, Daniela Schadt, en Río de Janeiro hace dos semanas
    Gauck y su pareja, Daniela Schadt, en Río de Janeiro hace dos semanas - efe

    Después de que el anterior presidente de la República Federal de Alemania, Christian Wulff, tuviera que dimitir por haber recibido presuntos tratos de favor por parte de empresarios durante su etapa como primer ministro del Estado federado de Baja Sajonia, Joachim Gauck fue elegido como nuevo presidente.

    Este último, pastor protestante y opositor de la extinta dictadura socialista de la República Democrática Alemana, se separó de su primera mujer Gerhild «Hansi» Gauck y madre de sus cuatro hijos hace 20 años. Sin embargo, nunca se divorció de ella. Desde más de una década, el presidente Gauck comparte su vida oficialmente con la periodista Daniela Schadt. Ella es ahora la primera dama de Alemania, pero no la mujer del presidente, lo que ha provocado críticas de las alas más conservadoras de la política alemana.

    Daniela Schadt dejó hace un año su trabajo en el diario regional «Nürnberger Zeitung» para asumir el papel de primera dama, con el que cumple de manera discreta y austera, según perfiles publicados por medios alemanes. Según esas informaciones, a la actual primera dama alemana siempre le gustó, por ejemplo, viajar en transporte público y en tren, y respiró aliviada cuando su compañero perdió la elección a presidente de la República frente a Wulff en 2010.

    No se le conocen grandes caprichos y por su labor protocolaria y representativa recibe un honorario que sale del presupuesto anual (217.000 euros anuales) que la presidencia dispone para sueldos. La cifra concreta no es conocida, pero Joachim Gauck percibe 78.000 euros anuales por su labor como presidente, lo que puede servir de cifra orientativa.

    * Por Andreu Jerez, desde Berlín

  2. Clio Napolitano, ejemplo de sencillez

    Clio Napolitano, junto a la Reina, en el Palacio del Pardo en octubre de 2009
    Clio Napolitano, junto a la Reina, en el Palacio del Pardo en octubre de 2009 - efe

    Clio Bittoni Napolitano, la mujer del presidente italiano, tiene fama de ser una primera dama de extraordinaria sencillez. Esta anécdota refleja su personalidad: para ver la exposición sobre «Vermeer—El siglo de oro del arte holandés» hizo una larga cola para pagar su billete, siendo descubierta solamente cuando llegó a la ventanilla por los funcionarios del museo Scuderie del Quirinale. Se negó a ser invitada y pagó su entrada. Clio Napolitano, apasionada de arte, está habituada a esa «normalidad», que frente a los habituales comportamientos privilegiados de la política italiana resulta excepcional y ha sido siempre elogiada.

    De profesión abogada, ejerció como laboralista, hasta que en el año 1992 su marido, Giorgio Napolitano, fue elegido presidente de la Cámara de Diputados. Pero ella continuó haciendo su vida, ajena a cualquier privilegio del poder, utilizando como transporte, por ejemplo, taxi y autobús.

    La mujer del presidente de la República no tiene una asignación particular para gastos. Giorgio Napolitano, para dar ejemplo a la clase política italiana, renunció al aumento que cada año le correspondía a su asignación como presidente.

    El sueldo del presidente es de 239.181 euros brutos al año, asignación sujeta a normal tasación, con lo cual Giorgio Napolitano percibe 136.397,81 euros netos al año.

    * Por Ángel G. Fuentes, desde Roma

  3. Liudmila Pútina, la «dama invisible»

    Pútina, en una imagen de archivo del año 2006
    Pútina, en una imagen de archivo del año 2006 - afp

    Liudmila Pútina, esposa del presidente de Rusia, nunca ha llevado una vida social que pueda calificarse de intensa, pero, desde hace unos dos años, se ha reducido prácticamente a cero. Está prácticamente desaparecida y algunos medios de prensa rusos la llaman ya la «dama invisible». Se ha llegado a rumorear que Putin decidió recluirla en un convento de la región de Pskov, que se habían separado e incluso que ella estaba embarazada y su marido liado con la gimnasta Alina Kabaeva, que, según las habladurías, también quedó en estado de buena esperanza.

    La revista «Sobesédnik» sostiene que Liudmila acude frecuentemente a un centro cultural de Moscú, cuyo patronato lo dirige ella. Su sede es un bello palacio del siglo XVIII que perteneció al príncipe Volkonski y cuya costosa rehabilitación está dando que hablar. Se organizan conferencias, veladas literarias, proyección de películas y otros muchos eventos. Oficialmente, la esposa de Putin declaró en 2012 una renta de 121.000 rublos (unos 3.000 euros) mientras que la de su esposo fue de casi seis millones de rublos (150.000 euros). Pero tienen también a su disposición una suma que les otorga el Estado no reflejada de forma expresa en los presupuestos, ya que la partida que se refiere a la Presidencia figura en su conjunto.

    La primera dama rusa tiene fama de austera y no se le conoce ninguna debilidad consumista. El año pasado, un semanario ruso afirmó que adquirió en una subasta unos zapatos carísimos, con incrustaciones de brillantes, pero la noticia no recibió cobertura en ningún otro medio de comunicación.

    Liudmila apenas aparece en la televisión. La última vez que lo hizo fue el día de la toma de posesión de Putin, hace ahora justo un año. Al parecer, acudió también a una gala en el Kremlin las pasadas Navidades, pero no se puso a tiro de ninguna cámara. El 6 de enero cumplió 55 años y tampoco se la vio en público. El jueves, Putin presidió sin ella el desfile de la Victoria en la Plaza Roja. También acudió solo a la misa de la Pascua ortodoxa el pasado domingo.

    * Por Rafael M. Mañueco, desde Moscú

  4. La fortuna de las primeras damas africanas

    La primera dama de Guinea Ecuatorial, Constancia Obiang, en noviembre de 2009
    La primera dama de Guinea Ecuatorial, Constancia Obiang, en noviembre de 2009 - efe

    Grace Mugabe (Zimbabue)

    A Grace Mugabe, cónyuge del mandatario de Zimbabue, se la acusa de poseer más de 3.000 pares de zapatos y de «pulir», a principios de 2010, más de 100.000 euros en apenas dos horas de compras por París. Sin salario, Grace depende de la pensión anual del presidente Robert Mugabe, 73.000 euros.

    Pero las miserias de Grace no se limitan a sus caros gustos. Ese mismo año, la primera dama zimbabuense demandó al principal diario del país, «The Standard», tras la publicación de un cable de Wikileaks en el que se le acusa de haberse adjudicado decenas de millones de dólares con la venta ilegal de diamantes de la mina de Marange.

    Constancia Obiang (Guinea Ecuatorial)

    El anuncio era claro: A partir del curso académico 2010/2011, todos los alumnos de los centros educativos públicos de Guinea Ecuatorial debían vestir uniformes confeccionados por la empresa «Sastrería Moderna». Un dato que apenas rebasaría la pura curiosidad geopolítica si no fuera porque esta empresa es propiedad de la señora Constancia, esposa del dictador Teodoro Obiang, quien lleva más tres décadas en el poder. Aunque este caso de nepotismo manifiesto no es único en la excolonia española.

    En 2009, otra de las empresas propiedad de Constancia se impuso en un concurso (cercano a los 375 millones de euros) para la construcción de un aeropuerto y de un hotel en la localidad de Mongomeyén.

    Se desconoce el salario que percibe la primera dama. La revista «Forbes» estimaba en 2006 que la fortuna de su marido ascendía a 460 millones de euros.

    13 esposas del Rey Mswati III (Swazilandia)

    Quien se lleva la palma en este nido de desenfreno económico es el rey de Swazilandia, Mswati III. El presupuesto anunal en ese país para el mantenimiento de la casa real es de 18 millones de euros. En 2009, las trece esposas del monarca facturaron más de cinco millones de euros en un viaje de placer por Italia, Francia, Dubai y Taiwan.

    Cuatro años antes, Mswati III entregaba a sus esposas diez vehículos de alta gama (por entonces solo contaba con otras tantas cónyuges) valorados en cerca de 600.000 euros, así como exigía al Parlamento la aprobación de una partida presupuestaria de 12 millones para la edificación de un palacio para cada reina.

    Un costoso regalo de San Valentín, paradójicamente, carente de críticas internas, ya que en el país africano las valoraciones sobre la vida personal del monarca son delito estatal.

    * Por Eduardo S. Molano, desde Nairobi

  5. Angélica Rivera y su séquito

    Angélica Rivera, junto a su marido, el presidente mexicano, el pasado día 20
    Angélica Rivera, junto a su marido, el presidente mexicano, el pasado día 20 - efe

    Aunque la figura de la primera dama no existe oficialmente en México, la tradición ha impuesto que ésta cuente con millones de pesos para gastos y su propio Dirección General Adjunta de Actividades, dentro del presupuesto asignado a la Presidencia. Angélica Rivera, esposa de Enrique Peña Nieto, cuenta con un equipo de siete personas que, según la publicación «emeequis», suponen más de cinco millones de pesos (300.000 euros) anuales sólo en salarios.

    Las primeras damas mexicanas mantienen un perfil muy discreto desde que se hicieran públicos los dispendios de Marta Sahagún, esposa de Vicente Fox, quien llegó a disponer de un equipo de 19 personas a su servicio y a gastar en un solo día casi 6.000 euros en bolsos y accesorios.

    Margarita Zavala, pareja de Felipe Calderón, tardó dos años en aparecer públicamente para asumir la presidencia honorario en el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), puesto que tradicionalmente han desempeñado las primeras damas. Lo mismo ha hecho Rivera, tres meses después de la toma de posesión de su marido.

    * Por Manuel M. Cascante, desde Ciudad de México

  6. Vanda Pignato, más popular que el presidente

    Vanda Pignato, junto a su marido, el presidente Funes, tras ganar éste las elecciones de 2009
    Vanda Pignato, junto a su marido, el presidente Funes, tras ganar éste las elecciones de 2009 - ap

    Su «portuñol» la delata. La primera dama de El Salvador es una «brasilera» de nacimiento: Vanda Pignato. En Brasil, es considerada una de las fundadoras del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT). En Nueva York, la ONU ha premiado su gestión en favor de la mujer y la niñez salvadoreña. Y en España, ya ha sido incluida en una lista de las 100 personalidades iberoamericanas más influyentes de 2012. Sin embargo, por toda la región centroamericana, donde está inserta la pequeña república de El Salvador, crece cada vez más su fama de una «primera dama atípica». La abogada y diplomática se ha mantenido relativamente alejada de poses de «socialité» como estilaban sus antecesoras. En caso de desastres naturales, como inundaciones, ha vestido pantalones vaqueros y calzado deportivo. Y ya se le ha visto pidiendo prestados 100 dólares a algún ministro desprevenido para entregárselos a quien «de verdad lo necesite».

    Para la mayoría de salvadoreños, la figura de Vanda Pignato es omnipresente, aparece en vallas, programas de televisión, cortometrajes, telediarios. No solo es la esposa del primer presidente de izquierda de El Salvador, Mauricio Funes, es también la impulsora de un celebérrimo proyecto llamado «Ciudad Mujer», donde se brinda apoyo emocional, legal y hasta económica a las féminas más desprotegidas o vejadas de este país. Ya es más popular que su esposo, un periodista que finiquitó su carrera hace poco más de cinco años al convertirse en presidente electo de país. La mayor parte de los salvadoreños, el 93%, le da el visto bueno a Vanda Pignato, según una reciente escuesta Gallup.

    Sin embargo, Pignato ha marcado una línea invisible con la prensa. Ofrece pocas entrevistas y nunca habla de su vida privada. Quizá por ello, surgen los rumores. Y el menos inocente asegura que en los cuatro años que su marido lleva en el poder, su figura se ha vuelto más voluptuosa, quizás debido a los milagros del bisturí, que ha remodelado la forma y el tamaño de su busto y de sus nalgas. Al parecer, todo con dinero público. De ahí que se diga: «El pueblo tiene derecho a tocarla, se las ha puesto a costa del pueblo».

    * Por Carlos Chávez

  7. Los 500 vestidos de Rosario Murillo

    Rosario Murillo celebra la victoria de su marido en las presidenciales de noviembre de 2006
    Rosario Murillo celebra la victoria de su marido en las presidenciales de noviembre de 2006 - afp

    Mas que primera dama, la esposa de Daniel Ortega ejerce junto al presidente un duunvirato «de facto» en Nicaragua. La pareja, que desde el primer mandato del sandinista tiene problemas para distinguir entre lo público con lo privado, usa los fondos del Estado para viajar junto a toda su prole, y son ocho hijos a los que a menudo se suman nietos y nueras. Amante de los trapitos, a Murillo no le gusta repetir imagen y se le han contado casi 500 vestidos en sus apariciones públicas durante apenas tres años.

    En la reciente presentación de un programa destinado a las familias para «Vivir mejor», Murillo exhortaba a promover «una cultura de vida sencilla y sin derroche u ostentación, que lastime, excluya o limite a otros hermanos ciudadanos». Desde que recuperaran el poder en 2007, «los Ortega Murillo edificaron un conglomerado empresarial y parecen simbolizar una versión renovada del suntuoso poder presidencial nicaragüense precedido por apellidos como Somoza y Alemán», revelaba «El universal».

    * Por Manuel M. Cascante, desde Ciudad de México

  8. Anne Malherbe, la primera dama que no lo es

    Malherbe, detrás, a la derecha, tras la victoria de su marido en las elecciones de febrero en Ecuador
    Malherbe, detrás, a la derecha, tras la victoria de su marido en las elecciones de febrero en Ecuador - efe

    La primera dama de Ecuador no existe como tal. Aunque el presidente Rafael Correa está casado con la belga Anne Malherbe desde hace 21 años, el cargo fue suprimido como representación pública por el mandatario en 2007, un año después de llegar por primera vez al poder. Correa considera que se trata de una figura “anacrónica” y “sexista”. Malherbe, en una de sus pocas declaraciones públicas, dijo que ella misma rechazó la figura porque no hay ninguna dama por encima de otra.

    Por esta razón, en Ecuador no existe ningún registro oficial sobre las actividades de la mujer del presidente, y menos sobre su patrimonio o gastos. Malherbe continúa siendo profesora de primaria en el Liceo francés de Quito y se ha mantenido alejada de la vida pública en todo este tiempo. Este perfil bajo se ha puesto de manifiesto en algunas ocasiones, como cuando Correa puso a subasta un juego de joyas valorado en cientos de miles de euros con el que Arabia Saudí obsequió a Malherbe. También rechazó dirigir el Instituto Nacional de la Familia y la Infancia (INFA), al contrario que sus predecesoras, como era tradición en Ecuador.

    Este ocultamiento ha creado en Ecuador a un personaje de lo más misterioso. Nunca aparece en actos oficiales y Correa, allá donde viaja, va sin ella. Solo ha habido algunas excepciones en las que se ha dejado ver al lado del presidente, como fue el caso del funeral de Hugo Chávez en Caracas, o en la celebración de la victoria de Correa en los últimos comicios presidenciales en Ecuador.

    * Por Rafael Martí, desde Quito

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