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Las últimas horas del triple asesino de Morata antes de matar al compañero de celda

Dilawar Fazal está en aislamiento y va a ser sometido a otra evaluación psiquiátrica. Declaró que había matado a Angel Asenov tras una discusión en el calabozo

El triple asesino de Morata mató a su compañero de celda tras jugar al ajedrez

Dilawar Hussain Fazal Chouhdary, el 22 de enero durante el registro de su casa en Arganda del Rey EFE
Carlos Hidalgo

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La Guardia Civil continúa con la investigación en torno a la muerte del preso que acompañaba a Dilawar Hussain Fazal Chouhdary, asesinado por este paquistaní de 42 años la noche del pasado miércoles en la prisión de Madrid VII (Estremera). Fuentes del caso han indicado a ABC que el también triple homicida confeso de Morata de Tajuña (hecho por el que estaba en preventiva desde el pasado 24 de enero) ha confesado que «hubo una pelea entre ambos en el interior de la celda».

Sobre las causas, se manejan dos hipótesis: por un lado, que se tratara de una rencilla por la partida de ajedrez que jugaban cada día; la otra serían los reproches por su mal olor que la víctima, Angel Asenov Velikov, nacido en Bulgaria el 23 de julio de 1983, habría expresado a su verdugo.

Fuentes penitenciarias rechazan que antes del cierre de calabozos, que comienza a las 21.30 horas cada noche, se produjeran ningún incidente entre ambos durante la cena: «Los compañeros de ese turno que estuvieron allí lo niegan; es más, se habría informado a la superioridad y los dos presos habrían dormido separados, al menos esa noche».

En cuanto al arma del crimen, se confirma que fue una pesa elaborada de manera artesanal, probablemente con un disco robado del pequeño gimnasio con el que cuenta el módulo.

La Inspección Penitenciaria ha abierto un expediente interno y está investigando, en paralelo a las pesquisas del Instituto Armado y del juzgado de Arganda que entiende del caso, las circunstancias del suceso. Por un lado, se ha tomado declaración al único funcionario del turno de noche que se encontraba haciendo las rondas en el módulo.

Por otro, se está haciendo lo propio con los del turno anterior, de 14 horas, para aclarar si hubo algún conflicto entre Dilawar y Angel en el día y la tarde. Todos los testimonios recabados por este diario apuntan a que no surgió ninguna rencilla previa. Por lo demás, el mutismo entre los trabajadores de Estremera es máximo.

El misterio de la mancuerna

Otro asunto es por qué tenían la pesa en el calabozo. Un hecho que ahora cobra importancia pero que no es nada extraordinario, habida cuenta, entre otras cosas, de las condiciones precarias y la falta de personal en el desempeño del trabajo de estos profesionales carcelarios. También desde fuentes sindicales apuntan a que Dilawar debió de haber sido catalogado pese a estar en un módulo de preventivos. El 12, en concreto, es para reos que esperan juicio pero que son considerados peligrosos.

En el caso del paquistaní, estaba considerado alguien muy tranquilo, sin expedientes abiertos y al que, además, no se le había detectado ninguna enfermedad psiquiátrica. Tampoco en su ingreso anterior, hace un año. Ahora, tras matar y confesar el crimen del búlgaro, se encuentra en aislamiento y va a ser sometido a otro peritaje mental. Todo apunta a que si no presenta una patología sufra una psicopatía. No es normal haber matado a cuatro personas en apenas dos meses, a golpes, y no mostrar emoción ni arrepentimiento alguno. En todos los casos, reconoció los hechos nada más ser descubierto. Tanto es así, que según algunas fuentes se habría duchado dentro de la celda tras cometer este último asesinato y antes de avisar por el interfono al funcionario de que había «matado al compañero».

Un búlgaro problemático

Acerca de Angel Asenov, este diario ha podido saber que llevaba algún tiempo más que Dilawar Hussain interno en Estremera. Lo hacía tras su última detención por violencia de género, pues había agredido y hasta mutilado a su pareja. Antes, pasó por el penal de Ocaña, en Toledo, donde sí que fue sancionado por su mal comportamiento entre rejas.

En Estremera volvió a repetir un patrón de conducta muy hosco, agresivo e incluso no participaba en tareas comunitarias, como en la limpieza del módulo. Lo curioso es que con Dilawar, dentro de los límites de perfiles tan complicados, sí socializaba, sobre todo, en sus partidas de ajedrez.

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