
Cinco caras de la cruz del rescate en Portugal
Los portugueses han perdido la cuenta de los recortes y de las medidas de ajuste a las que se han visto sometidos desde la llegada de la troika
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12345Manuel Ramos, 66 años, funcionario, casado con una hija sin trabajo

Manuel Ramos, funcionario - Belén Rodrigo El Gobierno luso, para conseguir equilibrar las cuentas públicas, sigue a raja tabla lo acordado en el memorándum de entendimiento firmado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo (BCE) y la Comisión Europa (CE). Para poder recibir los 78 mil millones de euros de ayuda financiera, en diferentes etapas, Portugal va pasando los exámenes en los que se comprueba si se están llevando a cabo las medidas acordadas. Mientras, los portugueses, ven su poder de compra reducido, pierden el trabajo y cada vez son más los que se acercan a niveles de pobreza. ABC.es ha salido a la calle para hablar con los portugueses y saber cómo está cambiando su vida. Un funcionario, un jubilado, un desempleado, un autónomo y un estudiante nos cuentan el efecto del plan de ajuste en su día a día.Manuel Ramos, 66 años, funcionario, casado con una hija sin trabajoNatural del Alentejo, vive en Barreiro y trabaja en Lisboa, en el Instituto de la Seguridad Social hace 46 años. Manuel comienza por explicar que la, crisis comenzó hace unos años y los recortes en la administración pública llegaron antes que la troika. «Con el 25 de abril logramos muchos derechos que ahora están amenazados», explica este funcionario. «El sector intenta buscar más beneficio invirtiendo las reglas de nuestros derechos», añade.Reconoce que los trabajadores de la función pública lograron condiciones en media mejores a las que tenían en el sector privado. No obstante asegura que los datos son engañosos porque también hay casos extremos que permiten que los números de la media sean equilibrados. Es decir, «también hay funcionarios ganando muy poco dinero». En este momento «las cosas están más graves porque además de quitarnos derechos nos quitan dinero con el que habíamos programado nuestra vida». Comienza por poner el ejemplo de la jubilación, donde hasta hace unos años, «con 36 años de servicio y 60 de edad los funcionarios se podían jubilar recibiendo lo mismo que ganaba. Ahora ya no es así». Como resultado, según explica Manuel, «hay muchos jubilados de la Administración Pública que pasan hambre». La capacidad económica de los funcionarios se ha visto reducida «entre un 20 y un 30% en los últimos dos años», se lamenta. No se han actualizado los sueldos, ha habido recortes y además se han eliminado subsidios. «Las pagas extras no sirven ni para ir de vacaciones ni para comprar los regalos de Navidad, sirven para equilibrar las cuentas. Pagamos el seguro del coche, de otras prestaciones, de los gastos extras de una familia», explica Manuel Ramos. Con las más recientes medidas anunciadas hace una semana por el Primer Ministro, para recortar 4.800 millones de euros de gasto público en tres años, «los funcionarios vuelven a ser castigados». Por ejemplo, la contribución para el sistema de sanidad pasa de 1,5 a 2,75%, casi tanto como se paga por una aseguradora que tiene el objetivo de beneficios. Cree que el Estado debe tener una responsabilidad «con la salud de sus trabajadores». Recuerda además que si se elimina este sistema de sanidad “seríamos 600 mil trabajadores que irían a ser tratados al sistema nacional de salud, por lo que se vería reducida su calidad”.Los planes oficiales del Gobierno es lograr la salida de 30 mil funcionarios, de forma amistosa. Para Manuel, «los verdaderos planes contemplan el despido de 100 mil efectivos, lo que pone en causa muchos servicios públicos que dejarán de tener calidad». Ya ahora, con los recortes en los presupuestos de cada ministerio, «muchos servicios lo pasan mal, hay situaciones ridículas, con dificultades para comprar cosas como el papel higiénico». Considera que «hace falta una política diferente, que paguen los que provocaron esta crisis, porque no fueron los trabajadores», se lamenta este funcionario. «Trabajamos para pagar la deuda o los intereses de la deuda y no para invertir y producir más».Su hija está en el paro, “una de las razones por las que todavía no me jubilo porque el rendimiento sería ligeramente inferior y tengo que alimentar a mi mujer y a mi hija”. Al hablar del futuro, Manuel cree que “inevitablemente esta situación debe cambiar. Tenemos que acabar con este Gobierno porque está acabando con nosotros”.
Claudia Martins, 41 años, casada, dos hijos, en el paro hace tres años

Claudia Martins, licenciada en Comunicación - Belén rodrigo Licenciada en Comunicación, Claudia comenzó trabajando en una agencia de comunicación, pasó por varios trabajos y acabó de secretaria de producción en la SIC y posteriormente fue productora de TVE, en Lisboa, durante doce años. En el 2010, ya con un hijo pequeño, se quedó en el paro, y recibió durante un año y medio la máxima prestación, 1.200 euros. Durante ese tiempo no recibió ningún tipo de formación por parte del Instituto del Empleo por lo que ella misma, de su bolsillo, se pagó cursos para seguir formándose y ampliar las posibilidades de encontrar trabajo. «Apenas he realizado entrevistas de trabajo porque no llaman, tampoco resulta fácil encontrar ofertas en las que yo encaje», explica. Claudia cree que el hecho de tener 40 años «me perjudica, las empresas reciben subvenciones por contratar a jóvenes menores de 30 años». Tiene dos currículos diferentes, uno más básico, para intentar trabajar en posiciones más bajas, y otro completo, donde incluye toda su información profesional y académica con el que espera encontrar un trabajo que se ajuste a su perfil. «Sé que es difícil, sobre todo trabajar como productora porque el mundo audiovisual y de la comunicación está realmente mal».Estando en el paro, «no he notado seriamente los recortes pero hay otras medidas que me afectan», garante. Como madre, «perdí el abono de familia». A pesar de las dificultades Claudia y su marido decidieron ser padres otra vez, y hace unos meses nació su pequeña Lorena.«Me preocupa el sistema de sanidad de mi país, en los centros de salud no hay pediatra y he tenido que contratar un seguro para mis hijos». Es un seguro básico pero supone un gasto de 600 euros al año, además de pagar 15 euros por consulta.Le asusta ver la tasa de paro, «no sé qué hacer ni a dónde ir». ¿Poner un negocio? «No hay incentivos, y no tengo una mente brillante para crear esos negocios innovadores», explica. Su marido, natural de Brasil, no tiene una situación laboral estable. «Nos planteamos emigrar aunque de hacerlo me gustaría que fuese dentro de Europa», reconoce. No cree que la situación en Portugal mejore «antes de diez años». No entiende por qué es el trabajador el que debe pagar por la mala gestión de los políticos, «están parando la economía». Le preocupa que muchos servicios públicos acaben privatizados, «puede que los portugueses estemos muy agarrados al Estado», reconoce. A pesar de estar en contra de los cortes cree que hay reformas importantes que se deben hacer. Por ejemplo, «me parece ilógico que cuando estás de baja recibas más dinero que cuando trabajas».
Fernanda 36 años, trabaja por cuenta propia hace ocho años, casada y tiene una hija

Fernanda, trabaja en una floristería - belén rodrigo Tiene una tienda de flores en un barrio céntrico de Lisboa, y desde hace dos años el negocio se resiente mucho. «Está mal, muy flaco, vendemos un 30% menos, si no fuera más». Una de las medidas que más la está afectando en la subida del IVA en su ramo de 6 para 23%.«Tuvimos que mantener los precios en algunos productos para no perder los clientes y en otros no tuvimos otro remedio que subirlos». También subió el IVA del recibo de luz y gas, por lo que los gastos de mantenimiento del local también han crecido. «No hay dinero para nada, cortaron todo, subsidios, ayudas…». Por ejemplo, una importante fuente de ingresos para su tienda eran las coronas de funerales, «antes se compraba una para cada familiar y ahora llevan una en conjunto». La floristería está próxima al hospital de San José, uno de los centros que el Gobierno quiere cerrar por el alto coste de su mantenimiento. «Si se cierra el hospital... venderemos muchos menos». Tiene clientes que tardan en pagar entre tres y cuatro meses, «adelantamos dinero cuando enviamos flores para fuera de Lisboa y tardamos un tiempo en recuperarlo. Por lo menos conservamos al cliente».Como madre también ha sentido los cortes, entre ellos ha dejado de recibir el llamado abono de familia. Las perspectivas de su país «son muy malas, querríamos tener más hijos pero en este país es muy difícil». Asegura que en la escuela de su hija cada vez hay menos profesores lo cual perjudica el nivel de la enseñanza. A pesar de las dificultades Fernanda no pretende salir de Portugal aunque muchas personas de su entorno están emigrando. La ayuda de las familias está siendo esencial en estos momentos, «conozco a mucha gente que ha perdido la casa y está regresando a la casa de sus padres». Como autónoma propietaria de un pequeño negocio dentro de unos meses se va a ver obligada a adquirir una máquina registradora que emita la factura exigida por el gobierno para combatir el fraude fiscal. «Las máquinas cuestan más de mil euros», explica Fernanda.Se muestra muy decepcionada con el Gobierno, «no quiero ni escucharles, no dicen nada con sentido». Cree que hace falta un cambio, «otro 25 de abril» para que Portugal logre salir de este bache
Miguel, 20 años, estudiante de 2º de Ingeniería Biomédica en la Facultad de Ciencias y Tecnología de la Universidad Nova de Lisboa

Miguel, estudiante de Ingenieria Biomédica - belén rodrigo Comenzó la universidad poco después del país ser intervenido. «Todos lo estamos notando, tanto los alumnos de una clase más rica y los de clase media. Los pobres siguen con alguna ayuda», explica, matizando que de las tres clases sociales “es la clase media quien más está sufriendo porque ha perdido el derecho a las becas.«La clase media está desapareciendo y cada vez está habiendo más diferencia entre ricos y pobres”. Se quedó sin beca para una residencia universitaria y vive en un apartamento con otros dos estudiantes. «No tengo ninguna ayuda, mis padres tienen que sustentarme». Miguel paga 1.030 euros de matrícula que puede pagar en tres veces, el alquiler de la casa supone un gasto de 200 euros más 150 para la comida y el transporte. Por ejemplo, dejó de tener el 50% de descuento para el abono de transporte. Para su familia es un esfuerzo grande costear su vida universitaria pero «es algo que me dan para que consiga hacer algo importante en mi vida». Miguel reconoce que ya se ha habituado a vivir con tantos recortes pero cree que «es ridículo ser joven y tener tantas cosas que me inhiben por los tiempos en los que vivimos». De momento es optimista en lo que se refiere a su futuro y eso que la tasa del paro supera el 17% y llega al 42% cuando hablamos del paro juvenil. «Espero acabar el curso y encontrar aquí un buen trabajo. Si no puedo, no me importa ir para el extranjero, soy un ciudadano del mundo», subraya. Su área «está en expansión en Portugal pero es más fácil encontrar trabajo en otros países».
Marcelo Duarte Matías, 74 años, jubilado hace diez años, casado y con dos hijos

Marcelo Duarte, jubilado - belén rodrigo Tal y como los funcionarios, los jubilados están siendo fuertemente castigados con los recortes. «Llevo una vida muy sencilla, vivo con mi mujer en Cascais, ganamos mucho menos que hace unos años y tenemos cuidado con nuestros gastos», comienza por explicar. En el 2012 el Gobierno luso decidió eliminar las pagas extras de verano y Navidad de jubilados y funcionarios, por lo que el presupuesto familiar se resintió mucho. «Nos quedamos sin esos subsidios y al mismo tiempo aumentaron muchos impuestos, como el de las casas», añade. También se han introducido cortes graduales en las jubilaciones. Marcelo es consciente que a pesar de no tener una jubilación muy alta no se asemeja a la de muchos portugueses «que reciben cantidades verdaderamente bajas y viven con muchas dificultades». No se queja en ese aspecto, pero no oculta que le gustaría «cambiar de coche, viajar y tener otra perspectiva de vida que hoy no tengo». Dispone de casa propia y «tengo medios para aguantarme cuando muchas personas de mi edad no tienen esa posibilidad, lo cual es de lamentar». Para este año el Ejecutivo de Passos Coelho pretendía eliminar una de las pagas pero el Tribunal Constitucional no le ha dejado, alegando a la igualdad de todos los portugueses.No está de acuerdo con castigar a las personas que han trabajado y realizado sus aportaciones a la seguridad social durante tantos años para tener después una seguridad. «El Estado debería tocar en los jubilados en último lugar, hay muchas otras formas de recaudar dinero sin penalizarnos», afirma Marcelo. «Sobre todo en un país pobre como Portugal que cada vez está más empobrecido». Sobre el aumento de la edad de la jubilación, de los 65 actuales a los 66, para no ser penalizado, considera que es un fenómeno “que se está dando en otros países porque el sistema de la seguridad social hay que revisarlo”. Lo que más le preocupa es la convicción general entre los portugueses de que con tanta austeridad, «no puede haber mejoras coyunturales en los próximos cinco o diez años. Puede que la situación se estabilice pero no veo grandes perspectivas», resalta.Más allá de los recortes existen reformas que el país necesita, y en lo que se refiere a las jubilaciones, Marcelo cree que sería una buena opción establecer un techo máximo para las mismas. «Hay jubilaciones que no se justifican en Portugal, el sistema así es insustentable y sobre todo existe una brutal diferencia entre las más altas y las más bajas». Se considera una persona muy patriota, “algo que ahora nadie usa” y se muestra especialmente preocupado con el futuro de su país.



