
Wimbledon, un torneo singular
Desde la ropa blanca hasta los vestuarios divididos por clases, las fresas con nata o las tradicionales sillas para los jugadores
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Hasta lo que antes podía ser de color se ha vuelto casi transparente en esta edición Wimbledon, que mezcla colores imposibles para su logotipo (verde y morado), restringe la creatividad para los tenistas. Impecable el blanco para todos los que quieran participar en su prestigioso torneo. Hasta Andre Agassi claudicó después de tres ediciones sin participar por no querer cumplir la normativa. Al final, el estadounidense claudicó, aunque a su manera, porque conservó sus pantalones vaqueros, aunque blancos.
Esta edición la rigurosidad con el blanco todavía ha avanzado un paso y se mide con lupa hasta debajo de la ropa. Marc López fue advertido sobre los calzoncillos, negros, que asomaron bajo su pantalón. Y se ha iniciado la guerra de los sujetadores porque también estos deben ser blancos.
No cualquier lunes

Seis semanas antes del primer lunes de agosto, ni un día más ni uno menos. El inicio de Wimbledon cumple la tradición desde su primera edición. Como también respeta el Middle Sunday en el que el club se cierra hasta para los tenistas, solo quedan abiertas las pistas de entrenamiento. Solo en 1991, 1997 y 2004 se incumplió la norma debido a que la lluvia amenazó con retrasar el final del torneo hasta el miércoles siguiente. En esta edición sí se ha respetado aunque obligara a los tenistas como Feliciano López, Stanislas Wawrinka, Rafa Nadal y Roger Federer a jugar dos partidos en días consecutivos.
Clases y clases, también en los vestuarios

Andy Murray, celebrando su campeonato del año pasado en los vestuarios - bbc Solo los tenistas «ordenados» como cabezas de serie tienen derecho a utilizar los vestuarios de la pista central. El resto de tenistas utilizan en de las pistas de entrenamiento. Un trato deferencial para los que pueden ser campeones que tan singular hace a este torneo.
Sillas de otro siglo

Hasta la década de los setenta no se incorporó el «descanso» en el tenis y los jugadores cambiaban de lado de la pista en los juegos impares sin pausa para tomar un sorbo de agua o relajar durante unos segundos las piernas y la cabeza. Mientras en otros torneos el sitio donde ahora pasan los 90 segundos de rigor se ha ido modernizando y casi son bancos estilo sofá, Wimbledon sigue fiel a las sillas, en honor a aquellas primeras.
El ejército de los recogepelotas

Es un honor y un orgullo formar parte del equipo de recogepelotas de Wimbledon, pero también es una formación muy estricta que parte casi de estancias militares. Son 250 chicos y chicas que se forman durante cinco meses y reciben instrucción física y de comportamiento que se refleja en las pistas cada día. Apenas ven el partido, su rictus debe ser serio y concentrado, la pelota no puede levantarse del suelo cuando se le pasa a un compañero, deben tratar de hacerse invisibles en los cambios de turno, cuando se dirigen al jugador deben terminar la frase con Miss o Sir, y durante los entrenamientos solo llevan un dorsal por el que se les llama. Además, son vigilados constantemente por los «profesores» que toman notas desde los márgenes de las pistas. Mientras en Roland Garros la edad de estos niños comienza a los 12 años, en Wimbledon no pueden optar a la plaza hasta los 14.
Inauguración para el campeón

Es una ley que no conocen de forma tan contundente otros Grand Slams, pero Wimbledon la cumple a rajatabla: el campeón del año anterior es quien estrena el césped de la pista central en la edición siguiente. Así lo hizo Andy Murray el pasado lunes.
Fresas con nata

Es el postre por excelencia de un torneo que mide hasta el último detalle de las flores que decoran el recinto. Es muy habitual ver pasear a la gente entre las pistas o sentada en el césped si hace buen día, degustando las fresas con nata que se venden en los puestos de los bulevares.
Pelotas centenarias

Han cambiado los materiales, la textura, el grosor, el tacto. Ahora se agarran mejor a la pista, pero también permiten un juego más fluido que no se encierra en el golpe del saque y la volea. Pero siempre han sido Slazenger.






