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Feria de Abril de Sevilla

Toros en la Maestranza: Roca Rey acaricia la Puerta del Príncipe

El peruano corta a punto está de llevarse la tercera oreja, tras un alarde de capacidad y temeridad ante el sexto

Morante detiene la historia del toreo

Cariñosa Puerta del Príncipe para Tomás Rufo

Roca Rey corta una oreja su primero, el tercero de la tarde Juan Flores

J. B.

Sevilla

Sexto toro

Rubricaba Cóndor rindiendo honores a la tarde: desentendido, sin celo. El burraco, también muy grande, no dejó al peruano ni lidiarlo con soltura. Entre arreones, buscando topar. La plaza de despera, que le toca palmas por tanto a Cóndor, a Victoriano, a la tarde… Que iba a duras penas al caballo. Que demostró con Viruta su condición cuando lo tuvo a merced hacia adentro. Se escapó en tablas, nunca mejor dicho. No se mueve Roca en los estatuarios, que remata mirando al público en un desdén. Que pone en pie a más de uno, a quienes les dolía ya la piedra. «Vamos, toro, adelante», le gritaba el torero, que se le ponía en la cara, que ligaba entre saltos del animal. Que no prueba a los animales, que le da igual por dónde pasen. Con un milimétrico muñecazo, que duraba tanto como sus naturales, le quitaba el genio, el temperamento que tenía por el izquierdo. Impresiona su aplomo, cómo porfía la realidad, como confiaba en el éxito. Evidencias de su grandeza. Que liga remates para meterse encima del toro, con la música tocando al arrojo del torero, con gente que increpa, que provoca que Roca pida el silencio. Temerario, con el toro bordeando sus femorales, con las dagas afilando el instante. Al que se impone Roca, rey de los mansos. Que pone en pie los tendidos con una soberbia estocada. Le corta la oreja, le piden las dos. Acierta Fernández Figueroa, manteniendo la cordura.

Quinto toro

Aldeano sólo tuvo de relevante su nombre. También grande, aunque acucharado de pitones. Más pigmentado este sardo, que tuvo incluso menos celo que los anteriores. Salía pidiendo las mulillas, sin raza, sin transmisión. Manolo Quinta lo entendió a caballo, en la yema, dándole jarana. Lo más torero, exclusivamente reseñable de la labor, fueron los doblones con los que Ortega se lo llevó a la segunda raya del tercio, tratando de bajarle escalones a la fiera, arrabetado en su expresión. Poco más fluyó la obra, tratando el sevillano de redondear a un animal que de por sí se acostaba, que se rozaba con los cuartos traseros. Aburrido en la embestida, hasta que vio asomar a un banderillero del burladero, que se lanzó con todo el ímpetu a por él. Con la penca levantada, como un tren. Era el reflejo de su mansedumbre. Como también reflejaba la reacción del tendido siete la decadencia de la plaza cuando Ortega se perfilaba para matar: todos sacando el móvil para grabar. Como japoneses en el Camp Nou. Neófitos todos. Y daban una vuelta al ruedo, toro y torero. Manseando por las tablas, sin dejarse matar. Tras un pinchazo por el tendido diez se tiró a los bajos en el cinco, en la otra punta.

Cuarto toro

Todo lo fresco que se había mostrado Sebastián Castella en su primero se tornó en aturullamiento y pesadez durante la lidia de Gaditano, más armónico que sus hermanos. Bajo, aunque bastito. El sardo repitió lo de todos: manseando de salida, sin celo en el capote, picado en la querencia. Lo más destacado fue con Chacón (José), que se gustó con los palos. Al francés le molestó el aire, el toro, la frialdad de Sevilla… No logró dejársela nunca puesta, sin encontrarle el punto. Que se fue agriando el de Cortés, casi arrollándolo en un cierre descompasado. Lo mató a la segunda, yéndose de la suerte.

Oreja para Roca Rey con el tercero de la tarde

Andrés Roca Rey Juan Flores

¿Tiene verdadera capacidad Roca Rey? Vean su labor con Desenvuelto, el tercero, que podría haberse llamado Descompuesto, del estilo con el que embestía. Desde su desentendida salida hasta el oleaje gaditano final, que menospreciaba el peruano, aplomado en su figura, kamikaze en su planteamiento. El toro de Cortés era tan feo como grande, con la cara a la altura de las banderas, al que el látigo limeño le quitó toda contractura, que parecía en su final hasta con cuello. Había correteado de salida, emplazado en los medios. Sin celo, sin entrega, cuando parecía que Roca aún no sabía qué le podría hace. Huía el de Cortés de José Manuel Quinta para terminar encontrándose en la puerta con Sergio Molina, al que por fin le dejaron darle. Y le dio, agarrándolo a dos metros del peto, con raza. Se iba a los medios Castella, ajustado en chicuelinas, lacio en tafalleras. Otra película a las de Morante. Con Chacón (Antonio) se volvió a hacer el silencio, que ya despierta el runrún de Sevilla. Metido en su expresión, dándole mucha distancia al ofensivo Desenvuelto, andando con torería, que emana de sus muñecas, de su alma, de su talla. Sin que lo cerraran se fue Roca por él. En el tercio de chiqueros, en los medios el peruano. Con el compás muy abierto, corriendo la mano, suelto en su gesto. Aplomadas las zapatillas. Que en dos muletazos lo entendió por el izquierdo, cambiando su mal estilo. Bajándole mucho la mano, suave al mecerlo. Por donde mejor embestía. Tremendo el cambiado para el de pecho. Esa es la verdadera capacidad del peruano, que terminó por sacarle partido a un toro aparentemente simplón, sin visos de nada. Imponiéndole su mando, menospreciando las oleadas mansas y a contraestilo. Que lo tumbó patas arriba con la espada. Primera oreja de la tarde y del marcador del peruano.

Segundo toro

Juan Ortega Juan Flores

Lo de Juan Ortega y Jabardillo, el segundo, no pasó de gestos, colocación. Del derroche de su estampa torera, que es única. Pero no valía para equilibrar la cascada de enganchones de un animal que salió descompuesto. Con buen embroque, aburrido transcurso y feo final. Se excedía el sevillano, en tiempo y forma, de intentarlo en la media altura, por donde más se quejaba el de Victoriano, que apoyaba sus manos, que lanzaba hachazos a los que veía. Aunque pareciera justo, por abajo siempre resulta mejor con estas ganaderías. Se gustaba en los abaniqueos, en los cites. Hasta haciendo la suerte de matar, nuevamente mal rubricada. Abroncaron en el arrastre a Jabardillo, silenciaron al torero.

Primer toro

Sebastián Castella saluda al público de la Maestranza Juan Flores

Nadie parecía saber que Sebastián Castella se había retirado. Tampoco que reaparecía. Hubo mutismo en su llegada. Sin palmas y sin reconocimiento volvía el francés a Sevilla, de impoluto blanco y plata. Con Derramado, el primero de Victoriano, se derramaban las primeras gotas de la tarde. Justitas, como su chispeo de bravura, que parecía criado a biberón. Andando, sin encelarse. Que casi se lleva al francés por delante. «¡Uuuuuuuu!», se escuchaba al unísono por los tendidos. Al coriano Agustín Romero no le daba ni la opción a de taparle la salida, que nada más sintió el hierro salió de najas. Se dejaba pegar en el segundo encuentro, sin querer pelearse. Y trataba de lancearlo Juan Ortega, vestido de azabache, vestido de matador. Con el chalequillo en oro, con los chorrillos largos. Que hemos visto cada cosa este año… Por cierto, poco se reconoce la efectividad y buen hacer de Rafael Viotti. Con los palos, con lo que le pidan. Y la ovación se la llevaba Chacón, que lo cerró de punta a punta a una mano, zigzagueando con el capote. El inicio de Castella fue interesante, doblándose con él, fijándolo en los engaños, encelándolo. O eso parecía, hasta que se rajó nuevamente en la siguiente serie. Muy centrado Castella en la faena, en tiempo, distancia y terrenos. Sonó la música, no se excedió, matándolo a la perfección.

Arranca la corrida

Arranca la tarde en la Maestranza con un llenazo en los tendidos. Han caído unas leves gotas que no contienen el bochorno de temperatura. Reaparece Castella vestido de blanco y plata.

Sorteo de hoy

Sebastián Castella regresará a la Maestranza tras su breve retirada de los ruedos, lidiando la corrida de Victoriano del Río, que supondrá el duodécimo festejo del abono taurino de Sevilla. El torero francés estará acompañado por Juan Ortega y Roca Rey, que regresa tras su Puerta del Príncipe del pasado viernes de preferia.

El torero peruano ha pasado toda esta semana en México, donde ha actuado en la feria de Aguascalientes. Así, sin margen de descanso, regresa a la plaza de Sevilla, donde se espera que vuelva a colgar el cartel de 'No hay billetes'.

Los toros de la ganadería madrileña serán: Derramado, Jabardillo, Desenvuelto, Gaditano, Aldeano y Cóndor. Segundo, tercero y cuarto tendrán el segundo hierro de la casa: 'Toros de Cortés'. Los sobreros, de nombres homónimos (Casero), serán del hierro titular. La corrida empezará a las 18.30 horas y se podrá seguir en directo a través de la página web de ABC de Sevilla.

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