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Así te moverás por la ciudad del futuro

Nuestra manera de movernos por las ciudades ha cambiado mucho y lo hará todavía más. Los sistemas inteligentes de transporte nos ayudan a poner orden en unos entornos urbanos cada vez más complejos.

Ana García Novo

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¿En qué momento hemos pasado de esperar un autobús a ciegas a saber el minuto exacto en el que llegará a la parada? ¿Cuándo hemos dejado de parar un taxi para pedirlo con una app? Y, ¿desde cuándo alquilamos un coche, una bicicleta o patinete eléctrico para nuestros desplazamientos cotidianos?

No somos conscientes, pero nuestra manera de movernos en las ciudades, sobre todo en las grandes, ha cambiado mucho en los últimos años. Si en la nuestra no tenemos muchos más medios de transporte a nuestra disposición que hace diez años, lo más seguro es que los que hay disponibles sean más accesibles, rápidos y puntuales. También es muy probable que estemos informados en todo momento de cuándo vendrá a recogernos el próximo autobús. Esto, hace tan solo unos años, sonaba a novela de Julio Verne.

No es que se haya producido un cambio radical de la noche a la mañana. Más bien ha sido la suma de innovaciones la que ha redefinido la forma en que nos desplazamos por las ciudades. La tecnología está remodelando una movilidad urbana que se complica cada vez más, al mismo tiempo que se vuelve más inteligente y eficiente.

En este punto, resulta tentador preguntarse qué nos traerá el futuro. Con una tecnología que avanza a toda máquina, ¿cómo nos moveremos dentro de unos años por la ciudad? Antes de hablar de «robotaxis», movilidad 3D o biometría para subirnos al tranvía, veamos cómo hemos llegado hasta aquí.

Intermodalidad: la piedra maestra

Detrás de toda la transformación que ha experimentado la movilidad urbana se encuentran unos sistemas de transporte cada vez más inteligentes gracias a la integración de soluciones tecnológicas que les han permitido ganar eficiencia y seguridad.

Este es el secreto que explica cómo, en unos entornos urbanos cada vez más complejos, la movilidad no solo no colapsa, sino que se vuelve cada vez más eficiente.

Hablamos de sistemas capaces de procesar una cantidad creciente de datos, incluso en tiempo real, para planificar mejor las rutas, proponer alternativas ante una incidencia o informarnos en el momento de si hay bicis disponibles en la estación más cercana.

Esto no es una absoluta novedad: los sistemas inteligentes de transporte (ITS) llevan entre nosotros desde los años 90. Lo que ocurre es que las tecnologías que les dan soporte están avanzando a un ritmo vertiginoso y esto, a su vez, se traslada a nuestra manera de movernos en la ciudad.

Carlos González Bayod es director de Desarrollo de Negocio en Sistemas Inteligentes de Transporte de GMV y lleva años observando la evolución de la movilidad urbana en España. “En los últimos años, ha habido una clara tendencia hacia la intermodalidad orientada al usuario final. ¿Y qué es la intermodalidad? Pues la conexión de diferentes medios de transporte, que pueden ser públicos y privados, para llegar a un destino”, comenta.

Esto significa que combinar diferentes medios de transporte se ha vuelto cada vez más habitual en nuestros desplazamientos por la ciudad. Esa intermodalidad es la que nos permite combinar el autobús con una bicicleta o un servicio de carsharing para completar el trayecto, o bien dejar el coche en un aparcamiento disuasorio a las afueras para llegar al trabajo en transporte público.

Todo esto lo facilita la interoperabilidad, que es la que consigue que los distintos sistemas tecnológicos se entiendan entre sí. “Como el usuario final busca esa intermodalidad, la tecnología también está cada vez más conectada. Para facilitar esa intermodalidad se han desarrollado estándares que facilitan la interoperabilidad de los sistemas. De soluciones propietarias y exclusivas de proveedores tecnológicos hemos pasado a opciones abiertas y cada vez más interconectadas”, explica Carlos González.

Billetes “transparentes” y movilidad como servicio

Una ventaja de la interoperabilidad es la facilidad que encontramos hoy para acceder a los distintos medios de transporte. 

“Hace años, el acceso al transporte público solo era posible mediante sistemas propietarios, es decir, ibas a una ciudad y tenías que comprar la tarjeta de transporte público de esa ciudad, tenías que ir siempre a una máquina, recargar un título, etc. Había que informarse y realizar muchas gestiones previamente, lo que implicaba una baja velocidad de acceso al medio de transporte. Sin embargo, hoy la tendencia apunta hacia la unificación y facilidad de uso de títulos de transporte”, aclara el experto. “Se habla cada vez más de billetes únicos, tanto a nivel autonómico como nacional. También de tendencias como el pay as you go o del uso de tarjetas bancarias para acceder al medio de transporte directamente”, “estamos evolucionando de un usuario que se adaptaba a los sistemas de transporte, a unos sistemas de transporte que se adaptan al usuario mejorando su experiencia” añade.

¿Y el coche particular? ¿Cómo se ha integrado en esa intermodalidad? Los fabricantes de vehículos están apostando por un modelo que contempla la movilidad como un servicio, más que considerar el vehículo como un bien en propiedad. 

Lo explica Sara Gutiérrez Lanza, directora de la Unidad de Negocio de Automoción en GMV: “Los fabricantes pasan de un modelo de venta de automóviles a otros en los que los vehículos facilitan un servicio de movilidad y se convierten en una componente más de la intermodalidad gracias, también, al uso de tecnología. De hecho, variantes como el carsharing o el ridesharing son ejemplos de movilidad que se apoya en plataformas tecnológicas”.

¿Y en el futuro?

Ya conocemos las tendencias que nos han traído hasta aquí. ¿Qué pasa con el futuro? Parece que la intermodalidad y la conectividad seguirán influyendo notablemente en nuestra forma de movernos por la ciudad. También que el transporte público tendrá un papel relevante.

Los datos así lo apuntan: según el Gobierno, el uso del transporte público ha crecido el 33 % entre 2022 y 2024 en toda España. Concretamente, el uso de metro ha aumentado el 12,1 %, hasta los 115,5 millones de viajeros de media al mes en 2024. Por su parte, el autobús urbano ha registrado 165,5 millones de trayectos mensuales, un 10,8% más que en 2019. El transporte público es cada vez más popular.

Un trabajador de GMV en el laboratorio especializado en Sistemas Inteligentes de Transporte de GMV en Valladolid

Hay muchas razones que explican esta tendencia. Además de los descuentos y bonificaciones para fomentar el uso de transporte público o las tecnologías que mejoran la experiencia del usuario, se está produciendo un cambio cultural entre los jóvenes. 

“Las generaciones jóvenes ya no aspiran tanto a tener un coche cuando se hacen mayores de edad, sino que se centran más en la utilidad del servicio. Es decir: cómo llegar de un punto A a un punto B de manera óptima y eficiente. En este sentido, nadie duda que el transporte público encaja perfectamente”, indica Carlos González. También conecta a la perfección con otro concepto: la sostenibilidad. “Aunque el transporte público es ya un medio sostenible por definición, las mejoras tecnológicas contribuyen más si cabe a la reducción de emisiones”, puntualiza el experto.

Así que lo más probable es que, en la ciudad del futuro, nuestra movilidad se basará en medios de transporte cada vez más sostenibles, con un fuerte protagonismo del transporte público. También será clave la conectividad, una de las principales tendencias que seguirán influyendo en nuestra manera de desplazarnos.

“Serán cada vez más importantes las tecnologías V2X, que conectan a vehículos, infraestructuras y otros usuarios como los peatones. Gracias a ellas, los coches se avisarán entre sí ante una colisión, se priorizará el paso de autobuses en las intersecciones y se evitarán atropellos mediante reconocimiento avanzado de peatones”, ejemplifica Carlos González.

Sara Gutiérrez explica que estas tecnologías V2X se despliegan de manera tímida todavía en España, pero que tienen un potencial enorme. También se están incorporando soluciones de asistencia a la conducción y tecnologías que facilitan el avance hacia niveles de automatización cada vez más altos en los vehículos.  Actualmente se progresa en el desarrollo de las tecnologías que, en el futuro, permitirán a los vehículos circular en cualquier circunstancia sin que nadie los conduzca. Un ejemplo es el sistema de posicionamiento preciso y seguro para conducción autónoma que ha desarrollado GMV, incorporado en vehículos de BMW.

“Hay casos de uso de automatización avanzada que ya se pueden ver. Ahí tenemos los «robotaxis» en varias ciudades de China y Estados Unidos, que facilitan sofisticados servicios de movilidad a la vez que permiten depurar y avanzar los sistemas de conducción autónoma que tendremos en el futuro”, señala la experta.

Retos: de la regulación…

Antes de llegar a una ciudad totalmente conectada, con «robotaxis» que nos vienen a buscar a la puerta de casa o drones que nos entregan las compras online, hay algunos desafíos que deberemos superar. No son solo tecnológicos: también la regulación deberá evolucionar para no convertirse en un obstáculo a la innovación.

“Pensemos, por ejemplo, en la inteligencia artificial”, propone Carlos González. “Su uso permitirá abrir o cerrar semáforos u optimizar rutas ante eventos con datos recopilados en tiempo real con modelos muy complejos. Todo esto requiere una regulación, necesitamos un marco normativo que nos dé seguridad para trabajar con la tecnología, y que sea flexible, es decir, que la acompañe sin frenarla”, aclara.

Otro ejemplo es el de la conducción autónoma, con una componente de seguridad muy importante y que requiere un marco legal adecuado para poder garantizar que se cumplen los requisitos necesarios. Para Sara Gutiérrez, el enfoque regulatorio es diferente en distintas geografías. “Si en vez de facilitar la innovación se convierte en una carga, perderemos competitividad respecto a otras regiones”, advierte.

… a los datos

Más allá de la normativa, la enorme cantidad de datos que producirá nuestra movilidad urbana también supone un gran desafío. Por un lado, es necesario gestionarlos adecuadamente para optimizar al máximo el sistema de transporte y que este se vuelva cada vez más inteligente. Por el otro, habrá que protegerlos, ya que constituyen información muy sensible.

En la gestión, la tecnología será esencial y por eso veremos urbes que no solo serán cada vez más sensibles a lo que sucede en ellas, sino también capaces de reaccionar en tiempo real. 

Para los expertos, la sensorización de vehículos e infraestructuras permitirá captar los datos y procesarlos con soluciones de computación en la nube o de edge computing, y gestionarlos en función de cada aplicación. Gracias a esto, la movilidad en la ciudad responderá cada vez mejor a lo que ocurre en ella.

Por su parte, los vehículos se están convirtiendo en grandes plataformas de hardware, con su sistema operativo y sus soluciones de software que permitirán configurarlos para el uso concreto que queramos hacer de ellos.

Todo esto generará un flujo de datos descomunal, procedentes de vehículos, infraestructuras o de los propios usuarios. “Hablábamos antes del pay as you go o del pago con tarjeta en el transporte público”, recuerda Carlos González. “¿Por qué no hacerlo de biometría? Que podamos acceder directamente a los medios de transporte, mediante el reconocimiento automático de los viajeros”, añade. 

Este es un buen ejemplo del tipo de datos sensibles que será necesario gestionar y proteger. También aquellos relacionados con la seguridad en aplicaciones como la conducción autónoma. La posibilidad de que alguien pueda hacerse con el control de un vehículo autónomo o de un sistema inteligente de transporte sin autorización pone los pelos de punta a más de uno. También preocupa la protección de datos personales y de los pagos que se efectúan para acceder, por ejemplo, al transporte público.

“Si un sistema de transporte inteligente deja de funcionar porque alguien lo manipula, realmente no estamos hablando de una pequeña molestia, sino de desorganización  y del bloqueo  de una ciudad. Hablamos de riesgo para la seguridad vial, para las personas y, claramente, de una pérdida de confianza de la ciudadanía”, advierte Carlos González.

Para evitar todo esto, el experto propone proteger los sistemas inteligentes de transporte en todas sus etapas: “Es necesario que se conciba la ciberseguridad ya en el propio diseño de los sistemas y que se contemple en todas sus capas, es decir, desde los dispositivos que van en los vehículos hasta la infraestructura que esté en un centro de control, las comunicaciones que interconectan los sistemas y las plataformas en la nube”.

Esto no solo abarca la defensa y prevención previa ante ciberataques, sino también la recuperación posterior si se llega a producir alguno. Este es un propósito en el que ya trabaja GMV, un grupo que cuenta también con su propia división de ciberseguridad que le permite integrarla en sus soluciones de sistemas inteligentes de transporte.