Acuicultura: el futuro sostenible de la alimentación en España
Si queremos seguir comiendo pescado de forma sostenible y accesible para todos, necesitamos a la Acuicultura de España
Muchos expertos consideran que el pescado es un superalimento, una fuente rica en proteínas de alta calidad, ácidos grasos omega-3, vitaminas y minerales esenciales, que contribuyen significativamente a nuestra alimentación.
Multitud de estudios científicos y asociaciones médicas apoyan esta idea. Por ejemplo, la Fundación Española del Corazón destaca que el consumo regular de pescado está asociado con la reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares y que puede desempeñar un papel muy importante en la prevención de la diabetes.
Berlanga26Pero tenemos un problema: si queremos seguir comiendo pescado de forma sostenible y que siga siendo accesible para todos, “tenemos que dejar de ser cazadores en el mar para pasar a ser agricultores y granjeros”, como decía Jacques Cousteau ya en 1973, porque cada vez somos más. Según los cálculos de Naciones Unidas, la población mundial hoy en día se sitúa en torno a los 8.200 millones de personas y sigue en aumento. Sus proyecciones son que en 2050 seremos unos 10.000 millones.
Es por todo esto que la acuicultura de España, el cultivo controlado de especies acuáticas como peces o algas en nuestros mares y ríos, se ha convertido en un aliado clave para garantizar el abastecimiento de alimentos acuáticos conservando los ecosistemas naturales de océanos y ríos.
Frente a una demanda creciente y a unos recursos naturales limitados, consumir productos procedentes de la acuicultura es ya una realidad cotidiana en la dieta de millones de personas en España. Un 50% del pescado que se consume en el mundo proviene ya de la acuicultura, y esta cifra aumentará en el futuro. No se trata de sustituir a la pesca tradicional, sino de complementarla, contribuyendo así a mantener el equilibrio actual de los ecosistemas marinos y fluviales.
Un sector con mucho futuro y una larga tradición en nuestro país
Con más de 270.000 toneladas de producción anual y la mayor cosecha acuícola de la UE, España se ha consolidado en los últimos años como una potencia global en acuicultura.
Desde Galicia hasta el Mediterráneo, pasando por Andalucía o Canarias, el sector genera empleo estable, fija la población de las zonas rurales y costeras, y garantiza el acceso a pescado fresco y asequible en todo nuestro territorio. Ayudándonos a garantizar nuestra soberanía alimentaria.
Pero España no solo es una potencia acuícola hoy en día, sino que lo lleva siendo desde hace milenios: los orígenes de la acuicultura en nuestro país se remontan a hace más de 2.000 años. Tenemos que viajar a la época romana para encontrar las primeras evidencias de esta práctica.
Uno de los vestigios más importantes de este periodo es el complejo de los Baños de la Reina, en Calpe (Alicante). También en El Campello, en la misma provincia, se conservan restos arqueológicos de instalaciones romanas que sirvieron para el cultivo de pescado. Estos espacios, diseñados para aprovechar las mareas y mantener vivos a los peces hasta su consumo, son hoy un testimonio fascinante de cómo ya entonces se entendía el valor de cultivar los productos del mar.
Un motor sostenible para nuestra alimentación
Pero la Acuicultura Española ha evolucionado mucho desde aquellos tiempos remotos y, en la actualidad, uno de sus grandes valores es su bajo impacto ambiental en comparación con otras formas de producción de proteínas animales.
Cultivar pescado requiere de menos alimento, menos agua y genera menos emisiones de gases de efecto invernadero que, por ejemplo, la producción de otras carnes terrestres. Además, muchas de las instalaciones acuícolas españolas apuestan por ciclos cerrados, la reutilización del agua y las energías renovables, reduciendo aún más su huella ecológica.
Además, el liderazgo de España en acuicultura no es por casualidad. Detrás existe una potente red de investigación, empresas tecnológicas y centros de cultivo que apuestan por la innovación constante. Desde el desarrollo de alimentos más sostenibles hasta sistemas de monitorización inteligentes que controlan en tiempo real el bienestar de los peces y la calidad del agua. Por tanto, la acuicultura española combina tradición y tecnología para ofrecer alimentos de la máxima calidad.
Todo ello además manteniendo los máximos estándares de sostenibilidad. La normativa española y europea exige que las instalaciones minimicen su impacto ambiental, mantengan la biodiversidad de las zonas en las que están instaladas y respeten los ciclos naturales. Por eso mismo, muchas granjas trabajan en colaboración con biólogos marinos y ONG para mejorar la convivencia con los ecosistemas locales.
En definitiva, en un mundo que busca fórmulas más sostenibles para alimentarse sin necesidad de comprometer el planeta, nuestro país ha sabido encontrar en la acuicultura Española una vía de futuro. Un futuro en el que el pescado siga ocupando un lugar esencial en nuestra mesa, pero también en nuestra forma de entender la alimentación y el cuidado del entorno.