Así se integra el deporte en el tratamiento de la diálisis
En el Día Mundial de la Salud, Gabriel Villarrubia, con enfermedad renal crónica, muestra cómo el deporte le ayuda a mantener una vida activa

Gabriel Villarrubia en la piscina donde nada y juega al waterpolo
Gabriel sabe que el deporte es vital para su salud. Gracias a la natación, recuperó un 15% de su función cardiaca después de pasar por una operación a corazón abierto. El agua le mantiene la cabeza en su sitio, y le permite tener una vida social activa con proyectos que no solo a él le aportan felicidad sino a un buen número de personas. Por este motivo, cuando le dijeron que no podría nadar tras colocarle un catéter para la diálisis, terapia que le permite estar vivo, pensó que eso tampoco iba a poder con él. La ayuda de enfermería ha sido vital para adaptar el tratamiento de diálisis a sus circunstancias.
La historia vital de Gabriel Villarrubia es tan intensa como su historial clínico: con el Club Natació Montjuïc llegó a ser subcampeón de Europa en waterpolo, también jugó en la selección española, más tarde trabajó en un banco durante 20 años y luego estuvo en el servicio de teleasistencia para ancianos. En cuanto a su salud, sabe lo que es lidiar con problemas, ya que ha pasado en más de 50 ocasiones por quirófano, entre otros motivos para la amputación de sus dos piernas hace más de 20 años.
Después de la jubilación, tampoco ha parado: a sus 67 años es uno de los artífices del Proyecto Waterpolo Ability en España, dirigido para la práctica de waterpolo a personas con discapacidad física o intelectual. Ya cuenta con 4 clubes y una competición en marcha. Además, este proyecto lo está llevando a otros países de Europa y del resto del mundo.
Accesos vasculares para la diálisis
Con diabetes desde inicios de la década de los 90, es difícil para Gabriel establecer un comienzo de su enfermedad renal crónica, aunque sí recuerda su primera diálisis en 2007. Poco tiempo después, le llegó un trasplante con el que ha estado 15 años. Fue el pasado mes de septiembre cuando regresó a la diálisis por fallo del riñón trasplantado. “Los médicos me pusieron enseguida una fístula porque me conocen y saben que mi vida es el agua. Pero la fístula no funcionó y me tuvieron que poner un catéter”, explica.
Tanto la fístula como el catéter son accesos vasculares necesarios para que la sangre pueda ser filtrada mediante una máquina de diálisis y que el cuerpo elimine las toxinas y el exceso de líquidos. Con la fístula (una conexión entre vena y arteria, protegida por la piel) no hay problema en relación con el agua, pero con el catéter (un tubo que da acceso a una vía venosa grande) sí lo hay, ya que aumenta el riesgo de infección. La entrada de un patógeno por una vía central conlleva un mayor riesgo de septicemia y muerte.
“Yo tenía muy claro que, incluso con esta diálisis, iba a seguir nadando. También sé que necesito la diálisis para vivir. Pero es que, sin nadar, me muero. Por eso asumí el riesgo de nadar. Se lo conté a mi enfermera, le expliqué que había tenido una vida intensa y que, si se producía una infección o incluso la muerte, no me importaba, ya que no nadar también era morir en vida”, señala Gabriel.
Así lo recuerda Deborah Portocarrero, enfermera del Centro de Diálisis Barcelona Glòries de Fresenius Medical Care, quien ideó cómo poder ayudar a Gabriel con todo el equipo de enfermería y con Laura Ribera, responsable del área médica del centro.
Implicación del equipo sanitario
“Todo el equipo fuimos a acompañarle en su camino, un camino incierto. Investigamos y vimos un artículo publicado en la revista de la Sociedad Española de Nefrología en el que especialistas del Servicio de Nefrología del Hospital Son Dureta de Mallorca colocaron bolsas de colostomía a 11 pacientes en diálisis (con catéter intravenoso o abdominal) para hacer actividades acuáticas en mar o piscina. No hubo ningún problema de infección con un total de 360 inmersiones”, explica Deborah quien pensó que esa podía ser la opción para Gabriel.
Antes de pasar a la acción, Deborah y otras compañeras de enfermería le enseñaron como colocarse y quitarse la bolsa de colostomía para proteger el catéter, y cómo hacer las curas al salir del agua. “Su mujer le ha ayudado en este proceso y también lo hemos hecho en la clínica”, indica esta enfermera, quien insiste en que esta no es una solución para extender a todos los pacientes que se dializan con un catéter venoso.
“Gabriel me dijo que había estado dos veces en coma por shock séptico, que había sido deportista de élite, dirigido un equipo de waterpolo adaptado y que su vida había sido muy completa. Él me reconoció que ya se había bañado en un par de ocasiones y eso era un gran riesgo, pero estaba dispuesto a aceptarlo porque la natación es su vida. Teníamos que hacer algo para cuidar de él y adaptar la diálisis a su vida. Durante el tiempo que ha estado nadando con el catéter protegido por la bolsa de colostomía, algo más de mes y medio, no hubo ningún signo de infección”, apunta Deborah quien explica que ahora Gabriel tiene un problema en uno de sus brazos que le impide nadar de momento.
Individualización de la terapia
Mantener hábitos saludables es crucial para las personas en tratamiento de hemodiálisis. Como explica la Dra. Eva Baró, directora médica de Fresenius Medical Care, la actividad física en estos pacientes ayuda a prevenir la aparición de problemas cardiovasculares y evita la pérdida de masa muscular. Por no hablar de los beneficios sobre la salud mental. Estar en diálisis no implica dejar la vida de lado, más bien al contrario, hay que buscar actividades que se adapten a las nuevas circunstancias de cada paciente”.
La historia de Gabriel no pretende ser un ejemplo a seguir sin más, sino un caso concreto donde la atención personalizada, el trabajo en equipo y una evaluación cuidadosa del riesgo permitieron adaptar el tratamiento a la vida del paciente. “No todas las personas en diálisis pueden ni deben intentar lo mismo. Cada situación debe evaluarse de forma individual por profesionales sanitarios”, concluye la Dra. Baró.
Grabriel tiene claro que ha asumido un riesgo y también que el ejercicio es fundamental para su salud física y mental. Por eso, lanza un mensaje para todo el que empiece en diálisis: “Sin diálisis no hay vida, pero no pares, sé activo para que tu cabeza esté bien”.