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VW Scirocco 2.0 TSI DSG, todo elasticidad

ABC Motor prueba en esta ocasión el Scirocco más apetecible de la gama, dotado de motor de gasolina turbo de 211 CV acoplado a la efectiva y recomendable transmisión auto secuencial DSG de seis marchas. No es el más austero de la gama (eso queda en manos de los TDI), ni el más asequible, pero su equilibrio y deportividad dejan atrás todos esos inconvenientes.

e.c.
madrid Actualizado: Guardar
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No es un compacto ni un coupé puro, aunque tiene más de lo último que de lo primero. En síntesis, el Scirocco es una vieja fórmula deportiva en Volkswagen que dio buenos réditos durante más de 30 años, y que con el nuevo milenio (a España llegó en junio de 2008) ha vuelto a cobrar brío porque concentra capricho y cierto sentido práctico en un envase de excelente ejecución, maneras tan dinámicas como fáciles y predecibles, y precio, con todo, asumible.

El coche homologa cuatro plazas, las traseras algo justas para adultos, sobre todo por altura, pero en gran medida aprovechables a partir de una longitud exterior de 4,26 metros, una altura de 1,40 y una anchura de 1,81 metros (2,58 metros entre ejes).

Lo ajustado del peso (1.373 kg en la unidad probada) no merma robustez a un producto que brilla por ausencia de ruidos parásitos circulando sobre firmes bacheados, y que no cede un milímetro en la trayectoria dibujada por el volante por fuerte que sea el ritmo o el apoyo en la curva de turno.

Y es que disfruta de un equilibrado chasis, esencialmente basado en el del Golf, con suspensiones delanteras y traseras independientes que pueden contar, en opción (920 euros), con amortiguación de flexibilidad variable (de tipo magnético) DCC, una virguería creada para satisfacer a los más exigentes que, no obstante, torna el conjunto muy rígido en su modalidad más deportiva. Unos frenos contundentes y una dirección suficientemente directa y comunicativa (es de asistencia eléctrica) coronan un conjunto robusto y aplomado, de maneras rápidas y «vivas», tan fácil como predecible de guiar. En esto, un diez.

Claro que si la respuesta del chasis convence, más aún lo hace la el propulsor de gasolina analizado (2.0 TSI), una joya de dos litros, con inyección directa y turbo que ante todo destaca por brío y elasticidad. Común a muchos otros modelos de la órbita VAG, entre ellos los Volkswagen Golf GTI y SEAT León FR, parece «chicle» por la facilidad que muestra para estirarse o circular a ritmo de paseo con marchas largas engranadas, siempre con un reprís que encandila para recuperar velocidad. Tras su última actualización fija una potencia de 211 CV y un par límite de 280 Nm (constante entre 1.700 y 5.200 rpm), presentes del primero al último y garantes de unas prestaciones (y un bramido) sumamente contundentes: 240 km/h de punta y 6,9 segundos en la progresión entre parado y 100 km/h.

A la vista de maneras tan dinámicas, lo primero que cabe imaginar es que el consumo será elevado. Pues bien, sí y no: a ritmo moderado, ese al que nos invitan de continuo los llamamientos de la DGT (y su «persuasiva» metodología), los 7,4 l/100 km (172 g/km) son factibles, pero no es menos cierto que si damos rienda suelta al capricho (léase, al pie derecho), moverse en el entorno de los 11/12 se convierte en la cruda realidad… De todos modos, con 55 litros de depósito la autonomía es razonable: algo más de 450 km a ritmo desenfadado. Por cierto, el Scirocco, que es de tracción delantera, aporta de serie caja manual de seis relaciones (tan ajustadas como avala una sexta de sólo 40,6 km/h a 1.000 rpm), pero es mucho más apetecible con la auto secuencial de doble embrague DSG (1.810 euros, incluidos en el precio de la versión que muestra la ficha técnica sobre estas líneas) probada, con el mismo número de marchas, un desarrollo aún más corto (40,2 km/h), levas de volante y hasta doble embrague en fuertes reducciones. Otro acierto.

No entraremos en matices estéticos, pues «para gustos los colores», pero sí introduciremos una apreciación: pese a ser un coche conocido y visto, sigue llamando la atención (y mucho) por donde pasa, sobre todo del público joven, y más aún si, como en la unidad probada por ABC Motor, el Scirocco se dota de paquete opcional (2.710 euros, o 4.955 con cuero en las butacas y otros aditamentos de orden menor) R-Line: comprende asientos delanteros calefactados de diseño deportivo, llantas de aleación Mallory de 18 pulgadas y cubiertas 235/40 (225/45 R17 de serie), spoiler trasero, pedalier deportivo metálico, parrilla frontal lacada en negro brillante, tapizado liso Kyalami, molduras metálicas en los umbrales de las puertas, paragolpes de diseño más deportivo y pilotos oscurecidos.

Con un puesto al volante esencialmente idéntico al de un Golf (aunque se viaja mucho más cerca del suelo) y una terminación cualitativamente simétrica, el Scirocco presenta pocos puntos mejorables, más allá de un portón que sólo abre desde un botón interior o desde el mando a distancia, unas puertas que resultan pesadas y aparatosas de mover, mandos de elevalunas retrasados y una visibilidad tres cuartos trasera limitada. Vale, el maletero sólo da 292 litros de capacidad (o 755 abatiendo al completo las plazas traseras) y la boca de carga queda alta, pero a fin de cuentas un coche como éste no nació como «herramienta de carga».

Por cierto, la dotación de serie no es del todo mala: seis airbag, ESP, climatizador de doble ambiente, audio-CD con cargador para seis CD y faros bixenón (la función de cruce sale por 140 euros) viene incluidos en el precio, si bien, por ejemplo, el Bluetooth cuesta un mínimo de 250 euros y el navegador «no se apea» de 735.

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