La gala Starlite ya parece un éxito antes de su primera edición y hasta de extender su alfombra roja. Y no es sólo acceder a la subasta de “un día entero con Eva Longoria”, por más que sin noche, ni aún la de lograr una cena con Antonio Banderas en Broadway, sino la seducción del poder: en cuanto Ricardo Arranz reveló por sorpresa, y a través de este diario, que los Obama venían de vacaciones a España, el paroxismo se ha desatado ante la posibilidad de estar, ver pasar, respirar el mismo aire o siquiera poder contar que se estuvo de fiesta en el mismo selecto lugar en que lo hacía esa “gente corriente” llamada Obama, que el resto del año reside en la Casa Blanca.
“De 350 invitados”, dice la artista y organizadora María Bravo “hemos tenido que ampliar sucesivamente y estamos en 550”. Los jardines de esta gran hacienda no dan abasto, “estamos cubriendo fuentes y estanques para ganar alguna mesa”, revelan los dueños. “Y aún tengo a 60 personas en lista de espera”, agrega Sandra García-Sanjuán, cofundadora de Starlite, productora “y además beneficiaria, porque mi organización Niños en Alegría es una de las que recibirán fondos de las donaciones y subastas”.
Visitantes de la casa de Alba se codearán con el secretario de presidencia, Bernardino León, el embajador estadounidense, Luis Alfonso de Borbón, los Kassoghi, Nina Junot, los Swarowski, cuya hija debutará en la gala como cantante, así como un sinnúmero de magnates de ambos lados del Atlántico, “un 70% vienen del extranjero”, dice Sanjuán. El gran esperado extranjero, “movimos la gala dos semanas para coincidir”, reconoce a ABC María Bravo, es el presidente norteamericnao que aún esperan algunos pero que, como dicen en su país, tras las críticas “huele a pollo”.





















