Las infiltraciones van de suyo en ciertos hoteles de Marbella, es un «pack», pero en éste de Obama y con los cuerpos especiales en posición la operación era más que dermoestética. Pero puede darse ya fe de que la penetración en el reducto se ha producido con éxito, por el momento, y naturalmente por enchufe.
La desviación cinematográfica de Oti R. Marchante —no siempre irrazonable— había sugerido el ejemplo James Stewart y el plan «Historias de Filadelfia» para infiltrarse entre la gente bien, que no tiene a bien, ser vista mal, en las fotos del cotilleo.
En el caso de este selecto balneario, el disfraz periodístico infiltrable entre tanta «inteligencia» en bermudas solo podía ser el de masajista, por más que a brazos no ganaría a Michelle ni un forzado y esas suculentas espaldas sean no menos que el mapa global de al menos un delirio presidencial.
También se habla en cocinas del búho de Michelle, que es un animal noctámbulo —no la primera dama— pintado en un jarrón de engobe nada menos que por Picasso, que era malagueño antes que francés. Según se ha podido aprehender en exclusiva, y entre las gargantas profundas de las lujuriantes saunas aromáticas, éste sería el regalo que tiene el propietario del hotel y eximio coleccionista de arte, Ricardo Arranz de Miguel, para Michelle y el cumpleaños de su maridito presidencial.
La alcaldesa marbellí también tiene ya su regalo, un grabado francés. Le hará llegar a la primera dama —no sabía si se lo podrá entregar en persona— la obra «Árbol», de la artista francesa Muriel Moreau, distinguida con el premio Nacional de Grabado 2009. Un obsequio al que se unirá el libro «Crónicas de Marbella». Pero respecto al búho de la dama negra de la Casa Blanca, dicen que dicen los americanos que no podría conservarlo, prohibición de protocolo, con lo que tal vez el picasso podría ser de rebote una donación última al museo de la localidad, elegante que debe de ser el dueño del Villa Padierna.
«Para un país que no aborrece su bandera, resulta que nos han pedido que se la quitemos», dice un responsable
Pero en el tira y afloja paleto-administrativo, las ruinosas aceras, calzadas y farolas se las ha tenido que pagar el propio hotel y, de la playa, apenas ha acabado Arranz a tiempo de retirar basura y jeringuillas para poder plantarle 20 palmeras decentes a Michelle. De los pocos que molestan poco parece ser el propio alcalde del pequeño lugar, Benahavís, que andaba a su bola dando palos en el green con Fabio Capello. Compite en discreción solo con otro vecino inmediato del evento planetario, el ex jefe de Gobierno José María Aznar, que prefiere no picar ya más ante un micrófono.
Ni con no ser esto un nacionalismo periférico, se han librado aquí de lío con las banderas, pues ya han puesto y quitado la estadounidense en un par de ocasiones: «Era cortesía hacia los huéspedes», dice un alto responsable del banderón que ondea en lo alto de este palacio italianizante, «pero, para un país que no aborrece su bandera, resulta que nos han pedido que se la quitemos». Va a ser por no llamar la atención de Al Qaida, que no lee prensa.
Cameron, vecino ilustre
Abundando en los cuerpos especiales, una residente en el hotel los ve llegar así: «Es que, si te topas con un grupo de 11 tíos solos y cachas, o es que salen de un bar gay o son de cuerpos especiales, con perdón, o sea, de la poli». Así, han llegado a hacer también compañía al premier británico David Cameron, que se alojará en un chalet vecino, mientras la sospecha sigue flotando sobre la posible venida final sobre la tierra marbellí del propio presidente norteamericano.
David Cameron se alojará en un chalet vecino, mientras la sospecha sigue flotando sobre la posible venida final del propio presidente de los EE.UU.
Los partidarios de Eva aducen cómo la pequeña esposa desesperada —no solo por la serie, sino por el insalvable desnivel con su marido baloncestista aún insistía ayer en que el presidente norteamericano «puede venir» y, correspondiente, tiene ya su «charity» atiborrada de paganinis por si se produjera la llegada del espíritu Obama entre nosotros.
Los partidarios del bravo Bernardino León, quien también se hace pasar entre los suyos por introductor local de Michelle, parece que sin que ésta tenga ni tanto el gusto, quiere estar también ahí para la posible llegada, o al menos por lo de la gala de estrellas. «¿Es de corbata?», pregunta el antiguo malagueño derechón de los viejos Gross, hoy y siempre ministro latente, después de lactante in pectore de las amplias hechuras moratinas, también andaluz por si acaso.





















