
Samitier intenta rematar un balón ante Zamora, en otro partido de la época
Los 10 mejores clásicos
1.- 30.000 culés llenan las «Corts», en 1929
2.- La mayor goleada de la historia del derbi, en 1935
3.- El último derbi antes de la guerra, en 1936
4.- La mayor goleada del Barcelona, en 1950
5.- La magia de Di Stefano destroza al Barça, en 1953
6.- La final de las botellas, en 1968
7.- La «jefatura» de Cruyff, indiscutible, en 1974
8.- La «manita» de Romario, en 1994
9.- La venganza, en 1995
2.- La mayor goleada de la historia del derbi, en 1935
3.- El último derbi antes de la guerra, en 1936
4.- La mayor goleada del Barcelona, en 1950
5.- La magia de Di Stefano destroza al Barça, en 1953
6.- La final de las botellas, en 1968
7.- La «jefatura» de Cruyff, indiscutible, en 1974
8.- La «manita» de Romario, en 1994
9.- La venganza, en 1995
Actualizado
Sábado
, 28-11-09 a las 08
:
46
«La curiosidad por conocer al Real Madrid, cuyas proezas han cantado la fama, ha llevado al campo a más de 30.000 espectadores». Así describía ABC, en sus «páginas deportivas», el lunes 19 de febrero de1929, los momentos previos al primer enfrentamiento oficial entre el Barcelona y el Real Madrid… el primer asalto de una rivalidad histórica que sienta frente al televisor, hoy en día, a miles de millones de aficionados de todo el mundo.
Fue el 17 de febrero de 1929, durante los últimos meses de la dictadura de un Primo de Rivera que lidiaba a duras penas con una grave crisis económica, que había sufrido tan sólo un mes antes el fracasado pronunciamiento liberal de Sánchez Guerra (enero de 1929) y que ya ni siquiera contaba con el apoyo del Rey Alfonso XIII, que creía que la única oportunidad de que la monarquía sobreviviera era renunciar a la dictadura.
Así de agitaba andaba España, con una peseta sufriendo también los embates de la crisis a causa del crack de Wall Street. Sin embargo, el fútbol es fútbol, y la pérdida que había sufrido «la rubia» de hasta el 20% de su valor, no impidió que los aficionados acudieran en masa al campo de Las Corts de Barcelona, con su ticket correspondiente, a ver a un Real Madrid que había levantado una gran expectación entre los aficionados al «foot-ball».
«Cuando termina el partido entre el Europa y el Arenas, el lleno en las Corts es absoluto», comentaba ABC, que destacaba el hecho que no se advertía cansancio entre los aficionados, «a pesar de ser muchos los que llevaban ya dos horas de fútbol».
A diferencia de la rivalidad demostrada hoy en día en todos los estadios de primera división, en la mayoría de las ocasiones insana, con insultos, abucheos y hasta con lanzamiento de objetos, aquella mañana en las Corts, los dos equipos fueron «ovacionados largamente, por igual». «La gente de las Corts, por lo visto, quiere sacudirse la fama de apasionada e incorrecta. Ya veremos lo que esa actitud dura», se preguntaba el redactor.
El mítico Samitier y Quesada, capitanes de ambos equipos, se dieron los saludos de rigor antes del pitido oficial, y aún se pudo ver «unas palmas de simpatía» entre los rivales, pero el partido comenzaba.
El primer encuentro oficial entre los dos rivales históricos –cuyos enfrentamientos suelen ser calificados casi todos, desde entonces, como «el partido del siglo»– se lo llevo el Real Madrid por 2 goles a 1, que supo encarrilar el partido desde el principio con un juego «interesante y variado».
Durante el primer tiempo, los Quesada, Urquizo, Prat, Peña, Lazcano, Triana, Rubio, Morera y López, que formaban la aguerrida escuadra de los merengues, alardearon quizás de «un optimismo excesivo», pero su «temple y su serenidad» se impusieron a los azulgranas, a pesar de que estos mostraron «mayor codicia y más ímpetu»: «A los diez minutos el Madrid obtiene su primer tanto, obra magistral de Morera, que se ha corrido un poco hacia la derecha y que coge en situación difícil un pase de Lazcano, para rematarlo en la red de un tiro a media altura, muy cruzado», contaba el periodista desde Barcelona.
El Barcelona, lejos de arrugarse, se creció y comenzó acosar a un Madrid cuya delantera comenzó a brillar poco. «Apenas se ve a Rubio que, cuando recoge un balón, no pasa nunca a tiempo», y que «tiró a “goal” dos o tres veces desde veinte metros. ¿Para qué?».
La segunda parte comenzó con apatía: «Semejaba aquello a un mar en calma, y nada hacía presagiar la tormenta. Y, sin embargo, la tormenta llegó cuando nadie podía ya esperarla». Morera, que convirtió en el héroe de aquella tarde, consiguió el segundo para los blancos de un tiro fuerte, tras un mal despeje de Vidal, el arquero culé.
«Esto desanima a los barcelonistas y a sus parciales, que creen ya casi imposible conquistar lo perdido». Pero cuando faltan 25 minutos para que acabe el encuentro, los azulgranas cogen aliento con Samitier al frente, el gran emblema del club desde que con tan sólo 17 años, allá por 1919, fichara por el F.C. Barcelona a cambio de un traje con chaleco y un reloj con esfera luminosa.
«Samitier decide pasar el balón a la delantera, permutando su puesto de defensa con Ramón. Ovaciona la gente el gesto y se opera en el Barcelona tan vigorosa reacción que “incontinenti” combinan una arrancada peligrosísima y veloz», hasta que Parera se hace con el balón y llega hasta tres metros de la puerta, donde, al salirle Quesada al paso, tira muy colocado, obteniendo el primero y único tanto para el equipo.
«Hay ovación grande y vivas, y parece que una onda eléctrica anima a todo el Barcelona», comentaba el periodista, que se hacía eco del entusiasmo de Samitier en el ataque. Los últimos minutos de juego son de gran violencia, donde «se va por el hombre, más que por el balón», pero, «afortunadamente, en este momento fina el partido, cuando ya comenzaba a oscurecer, pues faltaban veinticinco minutos para las seis».
En fin, cosas de otra época…





