La búsqueda de los restos de Cervantes, paso a paso
Iglesia de las Trinitarias, donde está documentado que se enterraron los restos de Miguel de Cervantes - Isabel permuy

La búsqueda de los restos de Cervantes, paso a paso

La historia, el equipo y las fases de uno de los proyectos de mayor calado cultural desarrollado en Madrid

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La historia, el equipo y las fases de uno de los proyectos de mayor calado cultural desarrollado en Madrid

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  1. La historia de los restos

    Iglesia de las Trinitarias, donde está documentado que se enterraron los restos de Miguel de Cervantes
    Iglesia de las Trinitarias, donde está documentado que se enterraron los restos de Miguel de Cervantes - Isabel permuy

    Expertos en antropología forense, en tecnologías de georradar y en la historia del Madrid del Siglo de Oro se han unido en el proyecto –que se gesta desde hace tres años– para localizar los restos del más célebre escritor español de todos los tiempos, Miguel de Cervantes. Los documentos dicen que está en la iglesia convento de las Trinitarias, muy cerca de su último domicilio, en el madrileño barrio de Huertas. Sus huesos llevarían allí casi cuatrocientos años.

    Si la tumba de Shakespeare en Stratford-upon-Avon se ha convertido en un auténtico lugar de peregrinación, hasta la fecha no parece haber surgido interés oficial por descubrir y señalizar convenientemente el lugar donde descansa Cervantes. Ahora, el Ayuntamiento de Madrid ha dado el visto bueno y ha aportado la cantidad de dinero suficiente para comenzar los trabajos.

  2. El equipo: Fernando de Prado, el historiador

    Fernando de Prado, historiador y director del proyecto de búsqueda de los restos de Cervantes
    Fernando de Prado, historiador y director del proyecto de búsqueda de los restos de Cervantes

    El historiador Fernando Prado lleva tiempo embarcado en el proyecto de localización e identificación de sus huesos; de hecho, es el director y el «alma» de la iniciativa. Ya ha logrado los permisos y los primeros fondos (12.000 euros) del Ayuntamiento madrileño, las autorizaciones pertinentes del Gobierno regional, y el apoyo de instituciones y personalidades como la Real Academia Española de la Lengua, la Real Academia de la Historia, el nobel Mario Vargas Llosa, el Arzobispado de Madrid y el Ministerio de Defensa. Además, claro está, de la comunidad de monjas trinitarias que habitan el convento.

    Explica que Miguel de Cervantes vivía muy cerca de la iglesia-convento de las Trinitarias, una orden con la que se sentía muy vinculado porque fueron padres trinitarios los que le ayudaron a liberarse del cautiverio en Argel. Por eso, pidió que, a su muerte, fuera enterrado entre sus muros. Y así se hizo, según está documentado, en 1616, previa obtención de un permiso especial que se precisaba para ello.

    La iglesia se hace sobre unas casas de la zona que eran, como solía ser la arquitectura de entonces en Madrid, de adobe – «la piedra había que traerla desde El Escorial, y era muy cara», explica Fernando Prado–. Había dos zonas de enterramiento: bajo la capilla lateral de la iglesia –para aquellos que obtenían el permiso especial que se requería para ello–, o dentro de la zona de clausura, sólo para monjas

    Hay un intento de ampliación de este espacio cuando era priora sor Marcela de San Félix –conocida como Marcela de Luján, fruto de los amores adúlteros entre Lope deVega y la actriz Micaela de Luján–.

    En 1673 –con el dinero que llega de la herencia de la segunda protectora del convento, doña María de Villena y Melo, Marquesa de la Laguna de Camero Viejo–. arranca la construcción del convento que hoy conocemos, que como se hacía entonces, aprovechaba lo que hubiera de valor y derribaba lo demás, allanando el suelo. Lo que permite a los investigadores esperar que bajo las losas esté el original, y debajo, quienes fueron allí enterrados.

    Las monjas aseguran que Cervantes ha salvado este sacro lugar en cuatro ocasiones: en tiempos de José Bonaparte, que respetó el convento por morar en él los últimos restos del célebre escritor; en 1836, época de exclaustración y desamortización en toda España; en 1870, cuando el Ayuntamiento amenazó con derribar el convento para hacer un mercado, y las religiosas trinitarias pidieron amparo de la Real Academia Española –que encargó al Marqués de Molins un informe documentando que Miguel de Cervantes fue enterrado allí–; y en 1931, cuando Niceto Alcalá Zamora frenó la venta del inmueble prevista para saldar una deuda con Hacienda.

  3. El equipo: Luis Avial, el geofísico

    Luis Avial (derecha), geofísico y experto en la tecnología del georradar
    Luis Avial (derecha), geofísico y experto en la tecnología del georradar - ignacio gil

    Luis Avial es especialista en la tecnología del georradar. Con su empresa Condor Georadar, ha participado en la búsqueda de los restos de Federico García Lorca o de Marta del Castillo. Ha tomado parte también en otros muchos proyectos, como varias detecciones de fosas comunes de la Guerra Civil, la búsqueda de la cripta del rey Jaime IV en Mallorca, prospecciones en varios polideportivos madrileños mediante el georradar, la detección del punto de impacto de la bomba atómica de Palomares, otras prospecciones en la Basílica de San Isidoro, por encargo de la Junta de Castilla y León, y del Convento de los Basilios, o la catedral de Elna, en Francia; y ha trabajado en el túnel de la línea 1 de Metro de Madrid. Actualmente, finaliza la búsqueda de minas en Libia, antes de iniciar, a finales de abril, los trabajos en la iglesia de las Trinitarias de la capital.

  4. El equipo: Francisco Etxeberría, el antropólogo forense

    Francisco Etxeberría, antropólogo forense y máxima autoridad en la materia
    Francisco Etxeberría, antropólogo forense y máxima autoridad en la materia

    A la hora de identificar los restos que se encuentren, se va a contar con el equipo del antropólogo y forense Francisco Etxeberría Gabilondo, máxima autoridad en la materia y presidente de la Sociedad Científica Aranzadi, que ha trabajado en muchas exhumaciones de la Guerra Civil, en el análisis de los restos de Salvador Allende, y en el informe pericial de los restos de los hijos de José Bretón, en Córdoba.

  5. Primer paso: La búsqueda

    El georradar, durante la búsqueda de los restos de Marta del Castillo, en Sevilla
    El georradar, durante la búsqueda de los restos de Marta del Castillo, en Sevilla

    Se realizará con un radar de penetración terrestre, que escanea los suelos y las paredes, obteniendo imágenes tridimensionales de toda la estructura. Se buscarán sarcófagos, ataúdes, cajas, cajones, cavidades.... Empezarán mirando bajo las capillas laterales y en la cripta, donde podría haber huesos mezclados de varios enterramientos. Y después, rastrearán huecos o enterramientos debajo del zócalo, sobre todo si son individuales y completos, lo que se conoce como restos primarios.

    La localización de material óseo puede hacerse, como mucho, a 900 metros de profundidad, explica Luis Avial. Se intentará detectar el contenido de cada bóveda, cavidad o cajón que pueda contener un enterramiento: la volumetría permite diferenciar si hay uno o más cuerpos, o si hay osarios mezclados.

    Esta operación se llevará a cabo a finales de abril, y durará entre 4 y 5 días. Con los datos obtenidos se elaborará un informe del que saldrá el plan de trabajo para la localización de restos óseos. Será la hora de decidir dónde excavar.

  6. Segundo paso: La localización

    Radagrama en que se refleja una lectura de los posibles huecos o espacios localizados en el subsuelo por el georradar
    Radagrama en que se refleja una lectura de los posibles huecos o espacios localizados en el subsuelo por el georradar

    Con los datos que se obtengan de las lecturas del georradar, se estimarán los lugares donde más probablemente existan huecos, sarcófagos, cajas o cavidades susceptibles de albergar huesos. En algunas ocasiones, las imágenes podrían incluso detectar restos osteológicos. A partir de ahí, hay dos procedimientos posibles: excavar o utilizar una sonda con microcámara. Éste segundo podría aplicarse para investigar qué hay en el interior de una cavidad con aire.

    Se buscará en aquellos puntos que previamente el georradar haya señalado como posibles emplazamientos de huesos. Éstos podrán estar mejor o peor conservados, dependiendo de factores como la humedad ambiental. «El de Madrid no es un suelo ácido, lo que es bueno. Además, la iglesia está en una zona elevada, lo que apunta a que haya poca humedad», explican.

    Puede ocurrir que los enterramientos estén enteros, lo que facilitará la identificación. O puede que estén mezclados. «Nos interesa sobre todo la diáfisis –la parte central o cuerpo de los huesos largos–, más que la epífisis –los extremos del hueso–, que es más frágil», explica Almudena García Rubio, antropológa de la Sociedad Científica Aranzadi.

  7. Tercer paso: La identificación

    Restos óseos localizados en el subsuelo de una iglesia en Alcalá de Guadaira
    Restos óseos localizados en el subsuelo de una iglesia en Alcalá de Guadaira

    ¿Cómo distinguir a Cervantes entre los huesos, tal vez de varios cadáveres, reunidos en un mismo recipiente? Vuelve a hablar el historiador Fernando Prado: «está documentado que en la iglesia fueron enterrados La Marquesa de la Laguna de Camero Viejo -segunda fundadora- y su esposo; el marido de la primera fundador, Francisca Romero de Gaitán, llamado Alonso de Ávalos –que luego fue desenterrado–; un niño, pariente de la fundadora; una novicia de Móstoles, sor Ana de San José, que se enterró en la zona de clausura; Miguel de Cervantes y su esposa, Catalina Salazar Vozmediano, y Gabriel Martínez, padre del capellán del convento. De los enterramientos posteriores no se tiene noticia, pero no debieron ser muchos, señala FernandoPrado. «Son pocos cuerpos, y menos aún si lo que se busca es un varón de unos 70 años –murió con 69–, con una lesión incapacitante en el brazo izquierdo y con marcas de haber recibido heridas por arma de fuego en el pecho».

    Las heridas sufridas en batalla por el escritor podrían ser claves para su identificación: sufrió una en el brazo o la mano izquierda –un seccionamiento del tendón con engarfiamiento de dedos, probablemente–, que le imposibilitaría el uso de dicha mano, pero no sufrió su amputación. Eso sí, la falta de uso de este miembro durante cerca de 40 años también afectaría al hueso:«Un antropólogo forense puede identificar este tipo de lesiones osteológicas que servirían como prueba identificativa».

    Además, debe presentar otra herida, más grave, recibida en el pecho por proyectil de arcabuz. «Los huesos de la caja toráctica sufrirían por el impacto. Las marcas dejadas por la lesión, junto con la cauterización, y posibles restos microscópicos de metal confirmarían la identidad», añade Prado.

    Aunque en las películasel ADN resulte casi siempre una prueba definitiva, en este caso los antropólogos forenses de la Sociedad Científica Aranzadi no creen que pueda resultar útil: Cervantes tuvo una hija y un hijo, que no dejaron descendencia. También tuvo un hermano, Rodrigo, que sí tuvo hijos, aunque los 400 años transcurridos no hacen muy posible la identificación por esta vía.

    De las posibilidades que ofrecen los estudios de los huesos en la identificación de cadáveres hay muchos ejemplos en la antropología forense. Uno de ellos, especialmente significativo, es el de un soldado que participó en la batalla de Towton –en plena guerra de las Dos Rosas–, en 1471, considerada «la más sangrienta de las batallas ocurridas en Inglaterra». El hombre sufrió una herida de espada en la mandíbula inferior izquierda que le llega hasta la oreja, y que es perfectamente visible e identificable en su esqueleto –en las imágenes, la calavera con la herida, y una recreación de su rostro con la tremenda cicatriz–.

    Otro caso también de raíces históricas es el de Roberto Bruce I, rey de Escocia e hijo de Robert VII Bruce. Luchó en su juventud junto a William Wallace –popularmente conocido como Braveheart–, y terminó sus días, según algunos autores, a causa de la lepra, la misma dolencia que enterró a su padre. Así se refleja también en su cráneo, de acuerdo con los estudios osteológicos realizados a tal efecto por los expertos.

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