el mentidero
Artur Mas corre en bicicleta estática
La parálisis del gobierno de Mas queda perfectamente representada en la figura del propio «president» pedaleando en bicicleta estática en su gimnasio
Artur Mas está «on fire». Y no serán los Bomberos de la Generalitat quienes acudan en su ayuda, pues acaban de manifestarse en calzoncillos para protestar contra los recortes que aplica. Tampoco los Mossos d’Esquadra, cuya única aproximación al líder de CiU ha consistido en acampar ante la puerta de su casa para quejarse de lo mismo. Lo dicho, Mas está que arde y me cuentan que, en un reciente acto social, regañó a Josep Maria Calmet, secretario general del Cuerpo Consular de Barcelona, por asegurar en una entrevista en ABC que este colectivo ve con preocupación el proceso soberanista que se sigue en Cataluña. La hemeroteca da fe de la prudencia de las declaraciones de Calmet, pero esa virtud no es precisamente la que practica el presidente catalán. Mas ni da entrevistas a este diario, ni tolera que otros la concedan. Ni recorta su colosal administración autonómica ni consiente que otros le digan que debe hacerlo. ¡Cómo se pone cuando el Gobierno español le dice que simplifique!. Y eso que en su tan cacareado Plan de Gobierno 2013-2016 figura precisamente la racionalización de esos 200 entes catalanes. Bueno, eso lo viene prometiendo desde hace tres años. Pero ya sabemos que Cataluña tiene un gobierno al ralentí. Por eso resulta obsceno que la presidenta de Òmnium Cultural, Muriel Casals, acuse de «falta de dinamismo» a los empresarios que el miércoles no firmarán el Pacto por el Derecho a Decidir. Ella, que vive de las millonarias subvenciones de Mas.
Esa parálisis queda perfectamente representada en la figura del propio «president» pedaleando en bicicleta estática en su gimnasio. El profeta del derecho a decidir corre, pero no avanza. Tampoco en su proyecto soberanista, para desespero de ERC y del único cómplice que le queda, el consejero de Presidencia Francesc Homs. Para ser justos, algo ha avanzado, pues empezó en el medievo con su propuesta de «vegueries» (que debían sustituir diputaciones y/o consejos comarcales) y ahora va por la edad moderna, con la exaltación del 1714.
La práctica del deporte embellece, pero no relaja al líder de CiU, que comparte gimnasio con Santi Vila, menos atolondrado en materia identitaria y que ha reconstruido puentes con el Ministerio de Fomento, pues para eso es consejero de obras públicas. Igualmente han mejorado las relaciones entre la Delegación del Gobierno y la Consejería de Interior gracias a Ramon Espadaler, menos iracundo que su predecesor, Felip Puig. Con Espadaler se puede hablar de la intervención del Ejército en caso de desastre natural, que para eso está, aunque algunos nacionalistas rechacen su ayuda. El consejero se ha disculpado con las víctimas del terrorismo por la ausencia del Gobierno catalán en el acto conmemorativo de los 26 años del atentado de Hipercor. Así sí.
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