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Máximo Kirchner pide otro mandato para su madre en su primer discurso público

«Equivocada o no tiene ganas de seguir llevando adelante al país», asegura el hijo de la presidenta Cristina Fernández. La Constitución argentina prohíbe la tercera elección consecutiva

Máximo Kirchner pide otro mandato para su madre en su primer discurso público afp

carmen de carlos

La despedida del kirchnerismo (octubre de 2015) ensayó un año antes un prólogo monumental a modo de, en teoría, agradecimiento. Máximo, el heredero de Néstor y Cristina Kirchner , tras más de un lustro de ensayos dramáticos y clases intensivas de oratoria y escena, protagonizó su bautismo en las tablas rodeado de miles de personas. Quizás lo más impresionante de una actuación, sin luces y por tanto sin sombras, fue ese descomunal auditorio en el campo de fútbol de Argentinos Juniors. Después, llamó la atención la expresión de deseo de que su madre, a la que jamás identifica como tal -se refiere a ella como Cristina- pudiera presentarse a un tercera elección consecutiva, posibilidad prohibida por la Constitución.

Atribuye la deuda púbica a la «dictadura militar»El hijo de la presidenta, un hombre de gesto amable, de 37 años y sin estudios universitarios, habló durante 29.53 minutos. Lo hizo asumiéndose así mismo como un miembro del Gobierno que arrancó con su padre en mayo de 2003: «Así y todo nos hacemos cargo», comentó en un momento de su intervención para explicar la herencia de una deuda pública que atribuyó, según su visión de la historia, a «la dictadura militar» (1976-1983) y que sus padres reestructuraron (aunque Argentina esté hoy, técnicamente, en suspensión de pagos ).

Máximo Kirchner, en ocasiones balbuceante por la emoción del recuerdo de «Néstor», al que tampoco se refiere como padre, tenía a su alrededor a varias decenas de miles de seguidores de La Cámpora , la organización juvenil que su padre ordenó crear y que él fundó. Los años hicieron de aquel proyecto, muchas veces subestimado, una fuerza con capacidad para intervenir en los rincones del poder y en especial ocupar puestos donde el ruido de «la plata» alegra los oídos y los bolsillos de buena parte de estos ricos prematuros. Dicho esto, La Cámpora la integran, además, miles y miles de militantes que, como quedó demostrado en el acto de Máximo Kirchner, entienden la política como una lucha que les exige constancia y entrega, atributos que no se les puede arrebatar.

«Si Cristina es tan mala o no sirve. Si están interesados en terminar con esta experiencia política… ¿por qué no compiten con Cristina, la ganan a Cristina y sanseacabó… Equivocada o no tiene ganas de seguir llevando adelante el país», proclamó un hijo que parece confundir Estado, democracia y Constitución con caprichos o ilusiones personales. A renglón seguido, Máximo, ante ese potencial e imposible escenario que planteó, anunció: «Nosotros -si sucediera- volveremos a la calle a hacer lo que tenemos que hacer». Es de suponer que los piqueteros recibieron el mensaje como un intento de sustraerles un espacio propio.

El discurso del heredero (sobre todo de los millones de dólares ) del matrimonio Kirchner -en ocasiones con ayuda de una disimulada «chuleta»- pasaría desapercibido sino fuera por ser el hijo de quien es: «No hay apellidos milagrosos, hay proyectos de vida que tienen que ser proyectos de país», dijo para animar a la continuidad. Igual, confesó que los privilegios que van implícitos en su apellido y éste mismo, «no me desvelaron y nunca me van a desvelar».

Ataque a los medios

En esa casi medida hora de palabras seguidas, Máximo no cambió la música (el auditorio tampoco con sus cantitos) ni la letra del pensamiento «K»: ataque a los medios de comunicación, victimismo, mirada al pasado como responsable de todos los males aunque «el proyecto» familiar superó hace tiempo la década en la Casa Rosada y visión celestial de la administración parental. De la inflación (en torno al 40 por ciento), ni palabra. El mismo silencio aplicó para los índices de pobreza que, según el Observatorio de la Universidad Católica , están por encima del 27 por ciento. El mutismo se hizo extensivo a los despidos, la economía en negro (más de doscientas mil cuentas salario clausuradas en lo que va de año), la recesión, el parón industrial, la devaluación de la moneda y el doble mercado de cambio y el largo etcétera que tiene a los motores de la economía a ralentí .

Lo que sí dijo Máximo fue que, «como decía Néstor, hay que poner la otra mejilla» (sic), que «Néstor no era un santo», sí «un presidente con coraje» y como único adversario con posibilidades en las urnas pareció identificar, al ser el único citado, a Mauricio Macri , jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Antes, Máximo Kirchner, de 36 años, sin curriculum que presentar salvo el apellido, había reconocido: «Mis compañeros son mejores que yo. Y no me da miedo decirlo». Un valiente.

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