Diez razones para votar este domingo

La importancia de votar

La participación de las primeras elecciones al Parlamento Europeo en 1979 fue del 61,99%. Desde entonces, en cada convocatoria esta cifra ha ido descendiendo hasta situarse en el 43% registrado el pasado 2009.

Conscientes de esta situación y después de una crisis que ha dibujado la Unión Europea más desigual desde la creación del euro, desde Bruselas se ha insistido mucho en la importancia que tiene acudir a votar en estas elecciones. Así, los partidos luchan por movilizar el voto haciendo especial hincapié en la necesidad de acudir a las urnas y de hacerlo depositando una papeleta que marcará, «más que nunca», la Europa de los próximos cinco años.

Analizamos diez motivos por los que merece la pena acudir a votar este domingo.

Nuevo presidente de la Comisión

Estas elecciones europeas son los primeros comicios que se celebran desde la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, que busca dar una mayor legitimidad a las instituciones europeas. El nuevo texto no establece rotundamente que el próximo presidente de la Comisión Europea será el candidato que haya elegido la fuerza más votada, pero en su articulado recoge que «el resultado de las elecciones al Parlamento Europeo debe ser tenido en cuenta» a la hora de proponer a su candidato por una mayoría cualificada.

Por lo tanto, a través de nuestro voto estaremos eligiendo a la persona que queremos que presida la Comisión. Los candidatos son el ex primer ministro luxemburgués y ex presidente del Eurogrupo Jean-Claude Juncker (PPE); el socialista alemán Martin Schulz y actual presidente de la Eurocámara; el liberal y ex primer ministro belga Guy Verhofstadt, los verdes Ska Keller y José Bové y, por último, el candidato de Izquierda Unitaria, Alexis Tsipras. [ Consulte aquí todos los candidatos y partidos a votar]

Un Parlamento más fuerte

Otra de las cosas que han cambiado con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa ha sido que el Parlamento Europeo ha ganado competencias y se ha convertido en un órgano con capacidad para tomar iniciativas.

Por ejemplo, el PE tiene una creciente influencia en áreas como el medio ambiente, los transportes, el mercado interior o la protección a consumidores. Es más, se necesita su aprobación, por ejemplo, para sacar adelante el presupuesto de la Unión, además de ser la única institución elegida directamente por los electores europeos que se encarga de comprobar que esos fondos se usan de forma adecuada.

Muchos de sus eurodiputados luchan, además, por conseguir que exista una oportunidad real para los europeos de desplazarse por la UE dejando de ser inmigrantes y pasando a ser únicamente ciudadanos que ejercen un derecho.

«Todos somos conscientes de que en Europa hay puestos vacantes en algunos países que no son capaces de cubrirlos. Si analizamos esa circunstancia y vemos países como España u otros de la UE que se enfrentan a unas tasas de desempleo y de desempleo juvenil dramáticas, parece que es contradictorio que critiquemos que muchos jóvenes tengan que irse a otros países. Creo que ese es uno de los retos, que haya una movilidad real de personas dentro de la UE y que si en un país se sufre una lacra como es el caso del nuestro en lo que respecta al paro, sea absolutamente normal que pueda ir a otro país a trabajar» explicaba a ABC.es el europarlamentario popular Pablo Zalba.

Influencia de las decisiones europeas

Para bien o para mal, la crisis ha hecho que los europeos sean conscientes de hasta qué punto las decisiones que se toman en la UE influyen en su día a día. De ahí la importancia de determinar con el voto el tipo de Parlamento que se quiere, puesto que éste determinará buena parte de las medidas que a nivel nacional nos afectan.

«Con la crisis la ciudadanía se ha dado cuenta de que la mayor parte de las decisiones que realmente cuentan, sobre las que después los estados miembros se organizan, se toman en Bruselas y muchas de esas decisiones las toma el PE, que se ha convertido en uno de los que más influencia tiene de Europa. Entre el 80 y el 90% de las medidas que nos afectan han pasado por el Parlamento Europeo», expuso durante una entrevista con ABC.es el portavoz del Parlamento Europeo, Jaume Duch.

El riesgo de una «no Europa»

No votar no es lo mismo que mostrar con una papeleta el descontento hacia la Europa actual. «La respuesta a la crisis de afección hacia la UE no es quedarse en casa, sino más política. Depende de nosotros y de nuestro voto elegir qué tipo de política queremos, y es que tras la crítica feroz al mal funcionamiento de la Unión lo que se encuentra es una exigencia enmascarada de una Unión que funcione y que dé soluciones», expone por su parte a ABC.es el grupo « Con Copia a Europa».

Así, en este sentido, el portavoz del Parlamento Europeo no duda a la hora de afirmar que el proyecto europeo es el único «consecuente» que merezca la pena. «No hay alternativa», sentencia, a la vez que insta a los jóvenes a que acudan a votar ya que las elecciones sirven para «reforzar la legitimidad de la propia UE y ellos mismos están acostumbrados a vivir en el marco europeo, pero, ¿y si no existiera?. Hay que pararse a pensar en eso también, no hay que dar las cosas por hechas sólo porque existan, hay que seguir trabajando en ellas».

Temas pendientes

Sobre la mesa aún quedan propuestas legislativas sobre las que el Parlamento tiene mucho que decir y que son de la talla del mecanismo único de resolución bancaria, la unión bancaria o la protección de datos.

Para ser conscientes de hasta qué punto es importante, un ejemplo. En lo que respecta a la unión bancaria, el establecimiento y la realización de un sistema en pleno funcionamiento tiene el potencial de ayudar a evitar los costes de recapitalización y la pérdida del PIB en los próximos años, al jugar un papel clave en evitar y contener cualquier futura crisis financiera. La investigación inicial sobre este tema sugiere que una suposición razonable es que la ganancia potencial de la economía europea, en comparación con lo que ha acontecido en estos últimos años de crisis, sería de 35.000 millones de euros anuales.

Lo que ganamos con Europa

Al no votar, perdemos la oportunidad de reforzar el proyecto europeo. «Que se mantenga en un 40% la participación hace que perdamos una oportunidad única para dar al Parlamento Europeo un mandato firme, con un respaldo ciudadano contundente que lo convierta en parte efectiva de la toma de decisiones en la Unión. Sería un contrapeso, por ejemplo, al empuje del Consejo Europeo, que ha llevado la iniciativa en la gestión de la crisis», explican a ABC.es desde CC/Europa.

Así, si tomamos como «guía» el concepto del «coste de la no Europa», que se utiliza por primera vez en el Parlamento Europeo en la década de 1980, podemos cuantificar las potenciales ganancias de la economía europea actual si se aplicasen una serie de iniciativas políticas políticas recientemente defendidas por el Parlamento Europeo o bien se profundizase en las ya existentes.

Esto es lo que ha hecho un estudio realizado por la Unidad de Valor Añadido del Parlamento Europeo que destaca que, implementando estas medidas a lo largo del tiempo, la economía europea podría crecer cerca de 800.000 millones de euros o un 6% del PIB actual de la UE [Los beneficios pueden ser medidos en términos de PIB adicional o de un uso más racional de los recursos públicos]

Más poder de influencia para el presidente

Una elevada participación tendrá también su influencia en la fuerza y poder del nuevo presidente de la Comisión Europea. Puesto que se influirá con nuestro voto en su elección, la participación tendrá consecuencias: «Cuanta más participación haya, más poder de influencia tendrá el próximo presidente de la Comisión. Con una baja participación los gobernantes nacionales incluso podrían excusarse en una falta de apoyo popular para no elegir uno de los candidatos propuestos por los partidos políticos europeos, lo que dejaría por los suelos a la democracia europea y daría alas a los argumentos de los euroescépticos», sentencian desde Con Copia a Europa.

Contrapeso a las fuerzas eurófobas

Uno de los riesgos sobre los que más se ha alertado en estas elecciones es acerca del aumento de las posturas eurófobas y euroescépticas. Así, pese a que su presencia en el Parlamento es legítima, tal y como alertaba el portavoz Jaume Duch a ABC, «a efectos prácticos, una participación inferior al 50% no tendría que afectar sustancialmente al Parlamento Europeo salvo que en algunos países los extremos se movilicen mucho más que el resto de la población».

Duch también aseguraba que aquellos partidos cuyo único lema es el de «no a Europa», más allá de él, se «desinflan». De ahí que sea importante acudir a votar si nuestra apuesta pasa por una Europa fuerte.

El vínculo con Europa

Estas elecciones, con las novedades que han incorporado, se han definido como «las más democráticas» y las que han supuesto una nueva era en el marco de Europa. El hecho de «poner cara» a los que van a dirigir la Comisión Europea es un paso más hacia la proximidad entre ciudadanos y sus representantes.

Así, si optamos por votar, luchamos de paso contra la desvinculación entre la relación entre representantes y representados en el Parlamento Europeo. Evitamos, de este modo, que los eurodiputados «apenas tengan ningún tipo de control ni se les exija una rendición de cuentas por parte de la ciudadanía».

Una oportunidad para expresarse

En estas elecciones hay muchas cosas que valorar. Para empezar, algo que nos han repetido hasta la saciedad: cómo ha gestionado el Parlamento Europeo la crisis, desde la última cita electoral, en 2009. Así, con nuestra papeleta apoyamos o «castigamos» a los partidos y su gestión de los últimos años.

Además, también es una oportunidad para los más jóvenes. «Los jóvenes tienen una idea más europea, abierta e internacional y saben que el futuro se juega en Europa, lamentablemente porque muchos se ven obligados a emigrar y, por otra parte, por su formación internacional», señalaba a la agencia Efe la directora técnica del Consejo Vasco del Movimiento Europeo (Eurobask), Isabel Aspe-Montoya, quien también explica que los jóvenes «no son euroescépticos», sino «críticos con las decisiones que se toman en Europa», de ahí la importancia de que expresen su opinión sobre el tipo de UE que quieren.