El auge de las «startups» que ha rebelado a varias industrias
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El auge de las «startups» que ha rebelado a varias industrias

El taxi, la hostelería o el automóvil se han manifestado en contra de estas marcas

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El taxi, la hostelería o el automóvil se han manifestado en contra de estas marcas

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  1. Tesla, la utopía eléctrica contra la gasolina

    AFP

    La aristocracia tecnológica californiana no se conforma con rellenar con sus «startups» los huecos que dejan las industrias tradicionales. Elon Musk, el visionario empresario e inventor de 42 años, se ha propuesto convertir en negocio la colonización de Marte con SpaceX, uno de los proyectos más audaces del cofundador sudafricano de PayPal. Pero, a este lado de la atmósfera, su guerra es otra: doblegar las resistencias de la industria del automóvil y extender el coche eléctrico en nuestras vidas. En dos años, ha logrado hacer del Modelo S, el sedán eléctrico que Tesla vende a 60.000 euros, el coche de moda en Silicon Valley y aledaños.

    Pero se ha propuesto vender para 2020 medio millón de utilitarios con batería a unos 25.000 euros. La industria del automóvil, adicta a los hidrocarburos y enganchada a sus raíces fordianas, se bate de forma implacable contra todo lo que (no) huele a eléctrico, ya sea la Fórmula E que impulsa el español Alejandro Agag o los coches de Musk. Este dio el jueves un golpe maestro: anunció que, «en el espíritu del movimiento de código abierto», abría todas sus patentes a cualquiera que quiera innovar en tecnologías de automoción eléctrica. El liderazgo no lo dan las patentes, dijo, «sino la capacidad de una compañía de atraer a los ingenieros más talentosos».

  2. AirBnB, casas compartidas en lugar de hoteles

    Irse de vacaciones familiares al Alentejo. Pasar un fin de semana en Berlín. Buscar alojamiento en Nueva York sin tener amigos que vivan allí. Escapadas que antes requerían pasar por el filtro -y el coste extra- de agencias de viajes, cadenas de hoteles o buscadores de ofertas online pueden resolverse ahora, sin impuestos ni intermediaciones, en un par de horas en Airbnb. La comunidad online creada en 2008 conecta a propietarios o inquilinos que quieren alquilar su casa o parte de ella con quienes buscan alojamiento. A finales del año pasado, incluían ya más de 40.000 opciones en España, medio millón de pisos, cuartos y camas en todo el mundo. Su éxito se basa en la simplicidad del uso y en la falta de regulación.

    Un estudio de la Universidad de Boston ha estimado, por primera vez, que cada aumento del 1% de la oferta de Airbnb en una ciudad supone una pérdida de ingresos del 0,05% para los hoteles. A la industria, sobre todo a los pequeños establecimientos hoteleros, no les consuelan las virtudes de la «economía de compartir». Y la justicia de Nueva York quiere imponerles un registro. Pero su ritmo de crecimiento es imparable. «Marriot tiene previsto añadir 30.000 camas el año que viene, nosotros las tendremos en dos semanas», dijo en un tuit en enero el fundador, Brian Chesky.

  3. Bitcoin, el lento ascenso del dinero virtual

    AFp

    Las nuevas tecnologías sacuden todo a su paso. Industrias como la del taxi, la música, la hostelería, el turismo o los medios de comunicación luchan por adaptarse a las nuevas oportunidades que brinda la era digital. Incluso los mercados financieros, la santabárbara del sistema, se ven cada vez más superados por el «trading» de alta frecuencia y las operaciones realizadas por robots. Sin embargo, todavía un último reducto del mundo tal y como lo conocíamos resiste la embestida de la tecnología: el dinero. Actores como eBay o Facebook se han aventurado a lanzar su propia moneda. Pero el dinero, el que emiten los bancos centrales, resiste.

    Las alternativas digitales existen desde hace tiempo. Miles de operaciones se realizan cada día con Bitcoin, la moneda virtual encriptada aclamada en su día por los gemelos Winklevoss. Las autoridades fiscales de EE.UU. anunciaron en marzo que lo tratarán como un activo de la propiedad, no un medio de pago. El portal de viajes Expedia anunció el jueves que aceptará ciertos pagos con Bitcoin. Pero todavía despierta muchas suspicacias por su asociación al lado oscuro de la web, especialmente después del desmantelamiento en octubre de «Silk Road», el mercado negro digital de armas y drogas en el que las «compras» se hacían con Bitcoin.

  4. Uber, la «app» de los 13.000 millones

    Taxistas de Barcelona se manifiestan contra los servicios de licencia de transporte
    Taxistas de Barcelona se manifiestan contra los servicios de licencia de transporte - AFP

    Año 2009, plena crisis mundial. La agonía del mercado laboral dio un vuelco a la mentalidad emprendedora. Los recién licenciados de la élite universitaria ya no suspiraban por un puesto raso en cualquiera de las grandes de Silicon Valley. Querían ser ellos sus propios CEO. Inventar esa aplicación, esa plataforma que les catapultase a la gloria. Uber surgió cuando el cofundador Travis Kalanick salió de una conferencia en París y no encontraba un taxi que le llevara al hotel. «No sería maravilloso tener un servicio a petición de transporte con el que poder llegar a todos lados, como diplomáticos». Hoy en día, miles de usuarios repartidos por 70 ciudades en 38 países usan ya la aplicación de transporte.

    Pese a haber desembarcado en nuestro país, de momento solo en Barcelona, hace apenas unos meses, ya ha desatado la polémica entre el gremio de taxistas, tal y como lo lleva haciendo a cada lanzamiento. Desde la «operación caracol» de los parisinos hasta la concentración junto al estadio olímpico de Berlín, el gremio se ha rebelado contra la aplicación por toda Europa. La huelga del pasado miércoles fue secundada casi al 100% en Madrid pese a que la aplicación ni siquiera está disponible en la capital.

    No querían montar una empresa de transportes, sino revolucionar el sector. Que sus socios fueran aquellos que llevasen tiempo en la profesión. Solo que ahora, en vez de responder a brazos alzados en el aire, acuden al golpe de la pantalla táctil de un smartphone. Más de cuatro años después de su fundación, Uber ofrece desde un servicio «low cost» hasta el premium UberLux con coches de alta gama.

    Ni siquiera el repunte de precios en las horas puntas ha conseguido mermar su éxito. Pese al hermetismo de su cuenta de resultados, en una imagen filtrada el pasado abril se pudo ver como Uber facturaba una media de 15.000 euros a la semana.

    Y es que Uber es una empresa acostumbrada a sorprender con sus cifras. En la ronda de financiación que cerró hace una semana, a la que aspiraba a recaudar 500 millones de dólares, consiguió captar el récord de 1.200 millones de dólares (879,6 millones de euros), lo que coloca su valoración por encima de los 18.000 millones de dólares (13.000 millones de euros), una de las más altas de la historia para una empresa de Silicon Valley. El secreto detrás del voraz apetito de los inversores por Uber está en su vertiginoso ritmo de crecimiento: duplica sus ingresos cada seis meses.

    ¿Y qué le queda ya a la empresa que se ha colocado al nivel de Twitter y Linkedin? En palabras de su CEO: «Uber es un cruce entre un estilo de vida y la logística. Ese estilo de vida se resume en “dame lo que quiero y dámelo ya” y la logística implica físicamente entregárselo a la persona que lo quiere... Una vez que estás entregando coches en cinco minutos, hay muchas cosas que puedes hacer llegar en ese tiempo».

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