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En versión francesa

ROSA SANZ HERMIDA

Tan intensa ha sido la primera parte de este último concierto de la Sinfónica de Castilla y León (OSCyL), que creo que con sus tres platos —«El aprendiz de brujo» de Paul Dukas, el «Concierto para flauta y orquesta» de Marc-André Dalvabie y la «Fantasía brillante sobre aires de “Carmen” para flauta y orquesta» de François Borne— el público habría salido más que satisfecho de tan suculento menú. Pero la tradición manda y, como es habitual, hubo sobremesa, esta vez con Debussy («La mer»).

Bringuier hizo con la OSCyL una deliciosa y brillante lectura de la obra de Dukas, pieza que es un alarde de imaginación en la combinación de ritmos, timbres y elementos humorísticos. El director francés logró una interpretación muy matizada, con un fraseo grácil y dinámicas bien contrastadas.

El flautista Emmanuel Pahud debutó como solista de las dos obras siguientes. La de Dalvabie, una partitura tan dificultosa como sugerente, en la que el despliegue virtuosístico funciona de forma experimental, tanteando las posibilidades del instrumento solista en su imbricación con el resto de texturas y colores orquestales. La depurada técnica de Pahud hizo que resultaran «naturales» las continuas escalas y figuraciones a gran velocidad combinando en ellas notas picadas y ligadas, sonidos multifónicos, sin que se apreciara la menor quiebra en el sonido, en un fiato homogéneo y límpido (uno de los grandes logros de la respiración circular). El concierto de Dalvabie explota abundantemente el efecto «eco»: frases articuladas por el solista que son repetidas por las flautas de la orquesta de forma casi simultánea o con retardos; sonidos tenidos repetidos por instrumentos de distintas familias tímbricas... . De original belleza algunos apuntes como el «slap tongue» de la flauta secundada por toques del metalófono. El público aplaudió mucho esta ejecución de Pahud, antesala de la «Carmen» de Borne, una fantasía vibrante y colorida, en la que destacan las variaciones de la habanera (un auténtico «dechado» para el virtuosismo), y la canción del toreador. Y de nuevo, grandes ovaciones para este gran maestro del traverso.

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