Teoría y refutación del currante
Bardem y la panda viajaron a Gerona a comer en El Bulli en avión privado. Cosas de simpatizantes de indignados
Javier Bardem se considera un currante del cine. En esa categoría se incluyó cuando vino el lunes a inaugurar su estrella en el Paseo de la Fama madrileño . El fin de semana había estado en la bahía de Rosas con su chica y los añadidos de la familia de su chica (antes los conocidos eran los novios actores de Mo, ahora es la novia del hermano: Eva Longoria, que debe de estar desesperada). Según Vanitatis, el actor y la panda estuvieron previamente a lo de las estrellas en El Bulli. Y fueron a Gerona en avión privado. Ya lo dijo Renata Black en Casadas con Miami: «una vez que uno vuela en privado ya no quiere volver a volar en comercial». Cosas de currantes y simpatizantes de indignados, vaya. Y valga la demagogia pero es que lo ponen a huevos de oro.
Cuando oigo currante siempre pienso en Andrés Pajares. También en Luis Aguilé. Una cosa antigua. Porque currante (como glamour, como perrofláutico) es una palabra que ha dejado de existir a fuerza del mal uso y abuso. Me acuerdo sobre todo de la película de Mariano Ozores y de la canción de Mariano Ozores. La letra la compuso él, otro currante. El personaje de Manolo (Pajares) era multidisciplinar: gran figura del andamio, rey de la electricidad y conocedor del bricolaje. Tan multicurrante como Tomás Gómez que, cobre o no cobre por todo, es diputado autonómico, senador, secretario general del PSM y profesor de la Carlos III. Tendría que ir con mono.
Si tengo que elegir currante contemporáneo, me quedo con David Delfín, que tuvo que irse a Punta Cana como el que se va a la vendimia. El rondeño, que lleva un aparato dorado en los dientes, ha diseñado los uniformes de los empleados en los hoteles de Iberostar (otra forma de dar publicidad a la marca: la más brutal es la de la gorra de Toni Nadal, con planos obligados y gratuitos en todos los partidos de Rafa el Grande).
La uniformidad es cien por cien Davidelfin en maitres, recepción, camareras de piso o personal de spa. Un juego de apariencias, como en todas sus colecciones. Corbatas que no son corbatas, solapas que no son solapas. Blanco y azul. Marítimo y urbano. No sé cómo quedará puesto en los trabajadores porque yo no he tenido que ir a Punta Cana, pero en los maniquíes y modelos recuerda ese mundo sobrio de Pan Am, la serie de azafatas a lo Mad Men que va a estrenar la ABC. Lo de los currantes de hoy en día es como los juegos de apariencias delfinianas. Lo parecen pero no lo son. O lo son pero no lo parecen. Ya lo dijo Robert Morley (el hermano de Katherine Hepburn en La reina de África): «Cualquiera que trabaje es un loco. Yo no trabajo, solamente inflijo mi presencia al público».
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