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notas de campaña

La que se avecina

¿No proclamaba el PSOE que en estas elecciones no se juzgaba la política nacional?

EDUARDO SAN MARTÍN

Los sondeos no son un pronóstico, insisten los técnicos. Aunque a estas alturas, a una semana del 22-M, es a lo que más se parecen. Pero aun admitiendo que no lo fueran, sí son en todo caso el reflejo de un estado de ánimo. Y el de los socialistas debe andar por los suelos a juzgar por la emoción perfectamente descriptible que suscitan sus actos, como el convocado ayer en Zaragoza. Esa especie de spleen electoral que invade a tantos votantes de izquierda, ni se adquiere ni desaparece en unos pocos días. Los sondeos de este fin de semana, más que la instantánea de un momento, representan otra secuencia más de un travelling que arrancó hace unos meses desde el plano general de un descontento abrasivo y puede desembocar en el primer plano de una derrota sin precedentes. Hasta el fuego amigo habla ya de una posible hecatombe. A ese probable desastre habrá contribuido la incoherente campaña ideada (¿) en Ferraz. ¿No proclamaba el PSOE que en estas elecciones no se juzgaba la política nacional, y Barreda y otros barones amenazados (como bien se ha visto) consiguieron que Zapatero diera un paso atrás para que no se produjera un plebiscito sobre/contra él? Pues bien, éste no ha hecho sino situar el debate en esos términos. Llamando «bellacos», de paso, a los millones de españoles que sí piensan que ha sido él, y no el PP, quien les ha recortado derechos sociales. Cabrea a unos cuantos más y no levanta a los suyos del sopor.

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