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ESTUDIO CIENTÍFICO

Dime qué comes y te diré cómo juzgas

Un estudio publicado en la revista «Proceedings» se adentra en el raciocinio de los magistrados para determinar que su resolución será más favorable al delincuente si la toma al inicio de la mañana o tras el almuerzo que si lo hace a mediodía o en las postreras horas de la tarde

Dime qué comes y te diré cómo juzgas abc

ÉRIKA MONTAÑÉS

Los magistrados tienen ganada la fama de metódicos e imperturbables en sus razonamientos jurídicos. No se han de ver influidos en sus sentencias ni por el eco mediático del caso ni pueden dejarse llevar por la algarada emocional que les provoca un determinado delincuente, postrado en el banquillo cara a cara con él. En nuestro país, ha sorprendido la distancia y el metodismo aplicado por la juez Mercedes Alaya en el Juzgado de Instrucción número 6 sevillano que alberga los «casos Mercasevilla» o el «EREgate» que salpica a la Junta de Andalucía, a pesar de la repercusión política y social que conlleva la dirección de estos expedientes. En el sentido opuesto, hace ahora un año, un juez saltó a primer rango de la actualidad no por su elevadísima fianza impuesta al ex presidente balear Jaume Matas, sino por lo poco afortunado –se dijo entonces, aunque para otros fue motivo de fervorosos elogios- de las expresiones utilizadas en sus autos , alejadas del rigor que se sobreentiende al lenguaje jurídico convencional. El cordobés José Castro, que instruye el «caso Palma Arena» en Mallorca , sobresaltó a los puristas de la judicatura al hablar en su auto de que el ex ministro de Medio Ambiente había comparecido ante la Justicia «para burlarse de los simples mortales» o, cuando el político mallorquín declaró que por su cargo estaba obligado a asistir a muchas bodas, el magistrado repelió la contestación con un «quizá sea por ello que le queda poco tiempo para controlar el gasto público». Una ironía que identificó la forma de aplicar las leyes personalizada de Castro.

El porcentaje de resoluciones favorables al reo fue de un 65% al inicio de la mañana

Luciano Varela, en el Supremo, Baltasar Garzón, cuando estuvo en la Audiencia Nacional, el juez José Flors, responsable de la ramificación valenciana del «Gürtel» o en Madrid, Antonio Pedreira... La importancia de los expedientes en su haber y la praxis jurídica han hecho saltar a la palestra las «maneras» de muchos nombres propios de la judicatura, pero un estudio publicado en el último número por la prestigiosa revista científica «Proceedings of the Nacional Academy of Science» arroja luz ahora sobre la administración estricta de la Justicia en manos de «personas y no dioses»: los investigadores demuestran que hay «factores sociales, psicológicos y políticos que inciden en las decisiones judiciales» . Ponen un ejemplo que puede parecer banal, pero probado –como conejillos de indias- en cuatro cárceles israelíes donde los reclusos solicitaban la libertad condicional: si el juez había desayunado o tenía mayor nivel de glucosa en sangre, las peticiones de libertad favorables al reo eran de hasta un 65% , mientras que el preso apenas sí tenía alguna posibilidad de conseguir la rebaja en su pena si el juez tenía agotamiento mental y no había ingerido nada.

Los tramos del día condicionan de manera extraordinaria esas decisiones judiciales, según prueba el informe elaborado por Shai Dazinger, Jonathan Levav y Liora Avnaim-Pesso , de las Universidades de Ben Gurion de Israel y la Columbia de Nueva York. A ellos les aplican el aserto común en Estados Unidos de que «la Justicia es lo que el juez ha comido en el desayuno» partiendo del fundamento de que puede haber variables externas, tales como la comida o el orden en el que está colocada la petición de un preso, para que el veredicto sea más o menos racional y ajustado a Derecho.

«Si el juez está agotado, aumenta su tendencia a simplificar las decisiones»

«Encontramos que el porcentaje de resoluciones a favor del reo es de un 64,2% al inicio de la mañana, después de que el juez desayune, y también después de un “break” o descanso para almorzar una comida ligera, consistente en sándwiches y fruta básicamente», escriben los investigadores en su informe. El mismo que señala que las opciones que tiene el recluso de lograr la libertad condicional por este tribunal (en el que el juez está asesorado por otro togado, un criminólogo y un trabajador social) a últimas horas de la mañana, previo descanso del juez, o a las horas retardadas de la tarde, son prácticamente nulas (tendentes a cero, demuestran con una significativa curva). En estos casos estudiados, los jueces aplican las razones legales para hechos semejantes (la muestra se compuso de delitos de malversación de fondos, etcétera) no de manera tan racional, mecánica y deliberativa como se presupone «a priori», aseveran los investigadores.

La saturación de casos juega en contra del preso

La muestra de este estudio estuvo formada por 1.112 fallos judiciales, recopilados en 50 días, en los que ocho jueces israelíes, dos de ellos mujeres, que presidían diferentes juntas de libertad condicional adoptaron las decisiones dedicando unos 6 minutos por caso. « El agotamiento mental aparente del magistrado aumenta la tendencia de las personas a simplificar las decisiones y aceptar el status quo», del preso en este caso, y a dejarlo tal y como está. Una afirmación probada en este estudio en los penales israelíes que redundaría una vez más y con base empírica en contra de la sobrecarga de trabajo en los juzgados, puesto que con la saturación de casos aumenta el deseo del juez de no profundizar ni modificar el estado de las cosas.

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