Sin embargo, hay un rayo de esperanza: los numerosos andamios y la creación de un museo parece indicar que en unos años todo este complejo conseguirá tener otro aspecto. En cualquier caso, hablamos de arrobas de historia. El conjunto merece muchísimo la pena. Destaco el Teatro Herodes Ático, excelentemente conservado y que sigue ofreciendo obras cuando la climatología lo permite. Y las vistas desde arriba son increíbles, es lo mejor sin duda.
Nuestra estancia en la capital griega no estuvo salpicada de buenos placeres gastronómicos. No me parece que sea fácil acertar. Tras la Acrópolis nos dio por pasarnos por una especie de bar de bocadillos absolutamente popular por todo el país. La cosa va así: un pan de hamburguesa con sésamo por encima y forma de chapata. Los ingredientes puestos en la vitrina abren la imaginación para crear el contenido y luego lo calientan en un grill. De acuerdo, quita el hambre pero que no me cuenten milongas: no se sale.
Con el estómago lleno nos fuimos al cabo Sunión para ver el templo de Poseidón, en todo lo alto de un acantilado, y desde allí contemplar la puesta de sol. Romántico que es uno. En realidad, cuentan que los atardeceres atenienses son los mejores para plantear divorcios más que propuestas de matrimonio. La explicación que me dieron es simple: fue aquí donde creció y se desarrolló el pensamiento racional... Pues eso.
LA QUERENCIA GRIEGA POR LOS BRINDIS...
Por la noche fuimos a cenar a la taberna 'Tou Psiri', un sitio que me habían recomendado fehacientemente un grupo de atenienses de pro. Es un lugar de comidas caseras, todos los platos están hechos en el mismo día y las mejores elecciones van desapareciendo de la carta con rapidez (preparan cantidades fijas para no generar excedentes) por lo que se recomienda ir temprano para poder elegir.
Coincidimos con una comida de compromiso de boda con los cuales acabamos bailando y brindando con ouzo por Vassilis Tsartas, campeón de Europa con el equipo nacional griego en 2004. Cómo no, nos invitaros a comer la riquísima tarta. Al fin comida buenísima y encima barata. En plena digestión le dimos una oportunidad a los garitos de la zona de Psiri. Ambiente a tope, no como en la Acrópolis...
