Mucha culpa de dicho crecimiento la tiene la agricultura. Casi toda. Los invernaderos, auténticas fábricas de verduras y hortalizas, se han erigido en motores del desarrollo. Y en honor al patrón de la agricultura, se celebra su fiesta más arraigada: San Isidro Labrador. La jornada del sábado es la más animada de todas, aunque la que tiene menos carácter diferencial. Atrás queda la batalla de flores, el pregón, el pasacalles, los conciertos, el desfile de carrozas, los actos religiosos... Los sábados echan a un lado al santo para darse al copeteo puro y duro. Asunto feria.
El recinto ferial consta de aproximadamente una decena de casetas. Parecen pocas, pero son suficientes para dar juego. Las tiendas son enormes, de techo muy alto y con aire acondicionado. Modernidad. A pesar del calor exterior, dentro de las carpas se pasa a veces hasta frío. Decidí abrigarme y hacer una ronda de reconocimiento en toda regla. La primera parada fue en la caseta de Radio Sintonía, la más ambientada con veinteañeros. Como es habitual en la provincia, pagas la bebida y te eliges tapa. Las ‘papas a lo pobre’ se salen de ricas, aunque la paella y las migas no están nada mal. Auténticos clásicos que nunca decepcionan.
Al poco rato de llegar, el aluvión no se hace esperar. No cabe ni un alfiler, la música está a tope y todo el mundo se apunta al momento cubata.
Había que seguir investigando: cambio de tercio a la caseta Carmela, más familiar y una excelente comida a base de contundentes platos. Ya se sabe que en las ferias, y más en Andalucía, se almuerza todas las veces que haga falta. Luego tocó la caseta del Copo, llena de adolescentes, no era mi sitio. La tradición marca que las cañitas para beber las copas deben medir medio metro o cerca. ¿Cosa de San Isidro? No parece. La hora de cierre del recinto se sitúa en torno al mediodía. Toca seguir la procesión hasta los pubs.
A tan sólo unos quince minutos andando se llega al Kabuki Café, una discoteca bastante oscura con un ambiente muy similar al de la caseta de Radio Sintonía. Me gustó el lema que tenían en los carteles: "ya lo dijo el barquero, las niñas bonitas no pagan dinero". A fe mía que se cumple. Aún sigo haciendo interpretaciones. Justo enfrente se encuentra el pub Mundos Paralelos, para gente que peine alguna cana de más o que incluso tenga ya poco que peinar Las pipas saladas corren por cuenta del local. Puede valer.
La feria continúa, aquí no se cansa nadie. Llega la noche. Se abre una enorme carpa donde van a morir todos los que aún no han caído víctimas de Baco. La tradición marca que el día siguiente, domingo, la resaca se cura con un baño en la playa de Almerimar mientras se contemplan las nieves de la Alpujarra almeriense. No se sabe si es mayor el espectáculo del paisaje o de las caritas de los bañistas...
