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Destinos / RETAZOS DE VIDA DE LOS PRIMEROS CANARIOS

El dedo roto de Dios y el mundo guanche

Día 08/10/2012 - 12.21h

El lugar debe su fama principalmente a un curiosísimo monumento geológico. Se trata de una roca que sobresalía del agua en forma de estalactita, conocida como el Dedo de Dios. Hablo en pasado por que un temporal lo destruyó parcialmente no hace muchos inviernos. Lo que la naturaleza da, la naturaleza se lo lleva. O al menos lo mutila. El índice no es lo que era, pero el espíritu permanece. Aquí sigue existiendo una conexión entre el cielo y la tierra.

De ello se encarga el restaurante 'El Dedo de Dios'. Sus pescados frescos, papas arrugadas y filetes varios confieren sentido religioso a la visita. Culto gastronómico al menos. Este establecimiento se encuentra en la mejor ubicación posible para admirar la costa y lo que queda del famoso dedo. Gran cristalera panorámica. La decoración interior, a base de coloridas macetas, aporta una nota de tipismo. Lo tópico bien entendido. Es la mejor demostración de que ser previsible y tener mal gusto no son necesariamente sinónimos.

A sólo un kilómetro, un agradable paseo a pie, se encuentran unas piscinas naturales donde es posible el baño sin sentir la fuerza propia del océano a este lado de la isla. La experiencia es cinco estrellas. La fiereza del mar choca con las rocas que protegen a los bañistas, que permanecen al margen de la bravura de las aguas. Al fondo se dibuja el pico más alto de España, el Teide, en la vecina isla de Tenerife. El momento es de calidad.

El camino prosigue. Cerca de Gáldar en la playa de la Caleta de Abajo, se encuentran unas necrópolis guanches. Ellos fueron los antiguos habitantes de las islas. Sólo encontré trozos de muros que no me decían nada. Excesiva austeridad en las indicaciones. Como siempre en Canarias, hay que aguardar al epílogo para juzgar. En pleno centro de Gáldar se encuentra el acceso a la famosa cueva pintada, la capilla sixtina de los guanches. Sorprendentemente la exposición estaba desierta.

Una guía muy amable respiró aliviada al ver que alguien entraba. La visita resulta muy instructiva. En un vídeo se muestra cómo se desarolló la conquista por los peninsulares y cómo los pocos supervivientes autóctonos pasaron a adoptar nombres castellanos. Aún hoy en día los que llegan de fuera reciben, recibimos, el nombre de godos. Cariñosamente, supongo.

El yacimiento permite rendir visita a un buen puñado de casas anteriores a la época de la conquista. El estado de conservación es alto. Basta un poco de imaginación para revivir cómo los guanches vivían, cocinaban y se organizaban. Es la antesala de la joya de la corona, la casa pintada. Se trata de una estancia decorada con pinturas que quizás representen estaciones del año. Preciosa en formas y colores. Armónica. Sencilla. Impactante. No está claro si la intención era meramente artística o tenía una finalidad funcional. A mí me pareció de tanto talento que si esto era algo de andar por casa no me queda otra que descubrirme.

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