Para 4
0.7€/pers.
190kcal/100g
Ingredientes
- 200 g de galletas María
- 450 g de leche entera
- 300 g de nata para montar (mínimo 35% de materia grasa)
- 100 g de azúcar blanco
- 20 g de miel
- 3 yemas de huevo (tamaño M)
No hace falta ser un niño para volverse loco con algo tan sencillo como unas galletas María. Pero si encima las metemos en un helado casero, cremoso y con sabor a infancia, ya apaga y vámonos. No estamos hablando de un postre de esos de alta cocina con ingredientes raros: esto es puro sabor nostálgico y de rechupete: el helado de galletas María.
Las galletas María tienen más historia de la que parece. Se crearon en Inglaterra en 1874 para celebrar la boda de la duquesa María Alexandrovna de Rusia con el duque de Edimburgo. Pero donde han hecho carrera de verdad es en España: desayuno de toda la vida, merienda de generaciones enteras, y ahora ingrediente estrella de postres.
Este helado no es precisamente un clásico de la pastelería tradicional, pero sí una reinterpretación casera que mezcla esa galleta tan nuestra con una base de helado tipo “custard” que garantiza cremosidad y sabor. Es una especie de “natillas heladas con tropezones” si lo queremos simplificar, pero su punto estrella es lo bien que se deshacen las galletas en la mezcla.
Cuando un postre te deja con ganas de seguir rebuscando en el recetario casero de toda la vida, hay opciones que no fallan. El helado de leche condensada, por ejemplo, comparte esa textura dulce y cremosa sin necesidad de máquina heladera. Si te van los postres fríos con un toque de cuchara, el flan de huevo tradicional nunca decepciona, y tiene esa magia de la sencillez bien hecha. Y si prefieres seguir jugando con galletas en versión fría, prueba la tarta de galletas lotus, que es tan básica como resultona.
Receta casera de helado de galletas María

Elaboración paso a paso
- Empezamos calentando en un cazo la leche entera junto con la nata, el azúcar blanco y la miel. Lo ponemos a fuego medio-bajo, removiendo con frecuencia para que no se agarre ni se forme nata por encima. La idea es que se caliente bien sin llegar a hervir. Cuando veamos que está a punto de romper el hervor, apagamos el fuego y dejamos templar.
- Mientras la mezcla aún está caliente (pero no hirviendo), añadimos las galletas María troceadas con la mano, sin miedo. Queremos que se ablanden y se integren en la mezcla, aportando todo su sabor. Las dejamos ahí unos 10 minutos para que chupen líquido y empiecen a deshacerse. Pasado ese tiempo, trituramos todo con una batidora hasta obtener una mezcla cremosa y homogénea. Si te gusta más rústico, puedes dejar algunos trocitos sin triturar del todo.
- En un bol aparte, batimos las yemas de huevo. Luego, vamos añadiendo poco a poco un par de cucharadas de la mezcla caliente a las yemas, removiendo constantemente para que no se cuajen. Esto se llama “temperar”, y evita que las yemas se conviertan en revuelto. Cuando estén ya bien integradas, las añadimos al cazo con el resto de la mezcla.
- Ponemos de nuevo el cazo al fuego, muy suave, removiendo sin parar. No puede hervir. Lo dejamos unos 5-6 minutos hasta que espese ligeramente, como unas natillas suaves. Cuando pase la cuchara y veas que deja una película ligera, es momento de retirar. Si tienes un termómetro, la mezcla debe alcanzar unos 82-84 °C, pero sin pasarse.




Congelamos
- Vertemos la mezcla en un bol limpio y dejamos que se enfríe a temperatura ambiente. Luego tapamos con film transparente (tocando la superficie para que no se forme costra) y metemos en la nevera al menos 4 horas, aunque lo ideal es dejarlo de un día para otro. Este reposo mejora la textura final del helado.
- Si tienes heladera: vierte la mezcla en el vaso y sigue las instrucciones del fabricante. En unos 30-40 minutos tendrás un helado cremoso listo para servir o guardar en el congelador.
Si no tienes heladera: mete la mezcla en un recipiente hermético y congélalo. Cada 30-40 minutos, saca el helado y bátelo con un tenedor o varillas eléctricas para romper los cristales. Haz esto al menos 4 veces. No es lo mismo que una heladera, pero queda más que digno.


Servimos
- Cuando esté bien congelado, saca el helado unos 5 minutos antes de servir para que sea más fácil hacer bolas. Puedes decorar con migas de galleta, un poco de caramelo o incluso un chorrito de leche condensada si vas a por todas.
Lo mejor de este helado es que no necesitas experiencia ni máquinas complicadas, solo ganas de meter las manos en la cocina y un poco de paciencia para el congelado.

Consejos para un helado de galletas María perfecto
- Si usas galletas integrales o sin azúcar, el sabor cambiará, pero puedes compensar ajustando el dulce.
- Añadir una cucharadita de esencia de vainilla potencia el sabor de las galletas.
- Puedes sustituir parte de la leche por leche evaporada para una textura aún más densa.
- Para una presentación más pro, sirve el helado en cucuruchos caseros o con barquillos.
- No sobrebatas la mezcla cuando añadas las yemas, es mejor ir con suavidad.
- Si quieres hacerlo más crujiente, guarda unas galletas y mézclalas en trocitos justo antes de congelar.
Consejos para evitar que se endurezca demasiado
- Guárdalo bien tapado para que no coja escarcha ni pierda aire.
- No lo dejes meses en el congelador, cuanto más tiempo pase, más duro se pondrá.
- Evita descongelar y volver a congelar, porque esto genera cristales de hielo grandes que destrozan la textura.
- Usa recipientes planos: cuanto más delgado sea el bloque de helado, más fácil será que se ablande rápido.
- Añade un poco de azúcar o miel en los helados caseros: el azúcar ayuda a que no se congele tanto.
- Si ya es demasiado tarde y tu helado parece un ladrillo, aquí te dejo unos truquillos para suavizarlo.
Hay quien dice que la primera vez que probó helado de galletas María fue en una heladería de autor, y otros que lo descubrieron por accidente al mezclar natillas con restos de galletas.
Sea como sea, esta receta se ha colado poco a poco en los recetarios caseros gracias a su sabor cercano, conocido, que no necesita presentación. Las galletas María, por su textura, absorben la leche y se deshacen con facilidad, haciendo que cada cucharada tenga ese toque “cremoso con grumo bueno”.
Última revisión: 9 septiembre 2025
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