Para 6
1€/pers.
270kcal/100g
Ingredientes
- 500 ml de nata para montar (mínimo 35 % de materia grasa)
- 400 g de leche condensada
- 1 cucharadita de esencia de vainilla (opcional)
- Una pizca de sal
A veces uno solo quiere algo dulce, cremoso y que no le complique la vida. Sin fuegos, sin yemas que montar al baño María, sin heladeras de última generación. Solo un bol, unas varillas y una buena excusa para relamerse la cuchara. Y ahí es donde entra nuestro helado de leche condensada.
La leche condensada fue inventada en el siglo XIX como una forma de conservar la leche durante más tiempo sin refrigeración, y desde entonces ha dado lugar a cientos de recetas dulces en todo el mundo.
Pero el uso de la leche condensada en helados caseros se hizo famoso sobre todo en Estados Unidos y América Latina, donde se convirtió en el ingrediente estrella para crear helados caseros sin necesidad de remover la mezcla constantemente o tener heladera.
Su textura espesa y dulzor concentrado hacen que funcione casi como una base mágica: no cristaliza, mantiene una consistencia cremosa y lo mejor es que combina con casi cualquier sabor que le quieras meter.
¿Te apetece seguir con postres fáciles? Pues échale un vistazo a este helado de stracciatella casero, que mezcla una base cremosa con trocitos de chocolate y quedan crujientes. Si prefieres algo con un sabor más marcado, prueba el helado de café, con un toque de espresso que te espabila mejor que un lunes a primera hora. Y si lo tuyo es el rollo más afrutado pero sin complicarte, no te pierdas el helado de sandía y yogur de soja, que se hace en un abrir y cerrar de ojos y es puro verano en la boca.
Receta de helado de leche condensada

Elaboración paso a paso
Mezcla de ingredientes
- Sacamos la nata de la nevera justo cuando vayamos a usarla, ya que cuanto más fría esté, mejor montará. La leche condensada también debe estar fría si es verano, así nos ayuda a que la mezcla mantenga una buena textura.
- En un bol grande, vertemos la nata y empezamos a batir con varillas eléctricas. Vamos subiendo poco a poco la velocidad hasta que veamos que empieza a formar picos firmes. No hay que llegar al punto de mantequilla, pero sí que se quede espesa y estable. Esto nos dará la cremosidad en el helado.
- En otro bol, mezclamos la leche condensada con la vainilla y una pizca de sal (esta última intensifica el sabor). Luego, con una espátula de silicona o cuchara grande, vamos integrando la nata montada a la mezcla con movimientos envolventes. Hay que hacerlo con cariño, sin batir, para no perder el aire que le hemos metido antes.


Hora de congelar
- Pasamos la mezcla a un recipiente con tapa (tipo tupper de vidrio o plástico). Alisamos la superficie con una espátula y tapamos bien. Llevamos al congelador y dejamos enfriar al menos 6-8 horas. Lo ideal es hacerlo de un día para otro.

Y ahora, ¡a comer!
- Cuando vayamos a servirlo, lo sacamos unos 5-10 minutos antes para que se ablande un poco y se pueda sacar con más facilidad. Si lo has hecho bien, verás que está cremoso, suave y sin un solo cristal de hielo. ¡Directo al cuenco!
Dale una oportunidad, combínalo como quieras, y verás cómo acaba siendo uno de esos básicos que repites una y otra vez. ¿Lo mejor? Que siempre queda bien, incluso si no eres muy de fogones.

Consejos para un helado de leche condensada perfecto
- Si quieres un sabor más intenso, puedes infusionar la nata con una rama de canela, vainilla natural o cáscara de limón antes de montarla. Solo caliéntala, deja reposar y enfría antes de montarla.
- Para un toque crujiente, añade chips de chocolate, trocitos de galleta o frutos secos picados justo después de mezclar la nata y la leche condensada.
- Si lo haces sin heladera, no necesitas remover la mezcla cada media hora. La textura cremosa ya está garantizada gracias a la leche condensada.
- Si quieres usar heladera, sigue todos los pasos igual pero enfría la mezcla en la nevera durante 2-3 horas antes de verterla en la máquina. En unos 25-30 minutos tendrás un helado cremoso y listo.
- Puedes hacerlo en versión “helado exprés” metiendo la mezcla en moldes de polos y congelando directamente. El resultado es más firme, pero igual de goloso.
- Añadir un chorrito de licor (como ron o Amaretto) ayuda a que no cristalice y da un sabor muy especial. Eso sí, no te pases o se derretirá demasiado rápido.
Este tipo de helado se ha convertido en el clásico de muchos hogares que no tienen heladera. Y es que la mezcla de nata con leche condensada es la versión dulce del «con esto y un poco de imaginación, haces magia».
Última revisión: 24 junio 2025
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