Uno de los episodios menos celebrados de la historia de la Copa del Mundo sucedió en Gijón. En España 82, Alemania Federal pactó un 1-0 con Austria en la última jornada de la fase de grupos que clasificaba a ambas selecciones y dejaba fuera a Argelia. Mientras los espectadores abucheaban el cuestionable espectáculo, el 1-0 se consolidó, eliminó a los argelinos y ha perseguido a Alemania desde entonces. [Estados Unidos-Alemania en directo]
En Recife, muy lejos del «escándalo de Gijón», a Alemania se le presenta una oportunidad similar: un empate contra Estados Unidos clasificaría a ambas selecciones a octavos de final. Si el vínculo con Austria era histórico, político y geográfico, ahora los americanos cuentan con Jürgen Klinsmann como entrenador, exdelantero y exentrenador de Alemania, en la que fue el jefe de Joachim Löw, su segundo en el Mundial 2006.
Klinsmann fue además quien lideró la transición de la Alemania clásica, la del gran físico, el empuje y la perseverancia, hacia la Alemania de hoy, la Mannschaft más técnica y que más quiere la pelota. Desde el momento del sorteo de grupos se habla de la paradoja que entrañaría ver a Klinsmann eliminando a la Alemania que él empezó a construir.
Klinsmann y Löw son buenos amigos desde entonces, como reconoce el propio seleccionador americano. Aunque el Mundial está interrumpiendo su relación: «Somos amigos muy cercanos –dice Klinsmann–, pero en este Mundial hemos dejado durante unos días las llamadas teléfonicas y los mensajes de texto. Volveremos a hablar tras el campeonato».
Cinco jugadores germano-americanos
Klinsmann no es el único vínculo: en la plantilla estadounidense hay cinco jugadores de procedencia alemana: John Brooks, Timothy Chandler, Fabian Johnson, Jermaine Jones y Julian Green. Todos son hijos de soldados americanos que fueron destinados a Alemania, y la mayoría fueron reclutados por Klinsmann para el equipo de Estados Unidos.
Pese a todo, los protagonistas niegan cualquier posibilidad de biscotto. A Thomas Müller le preguntaron por Gijón en la rueda de prensa previa y bromeó: «¿Cómo se pronuncia? ¿Chi-con?, ¿Gich-on?, ¿Gigon?». Después añadió que «no hay ninguna posibilidad en el mundo» de que Alemania juegue por el empate. «Sería gravemente antideportivo», opinó Mats Hummels. «No es una opción».
En lo deportivo, la gran duda en Alemania es el rol de Phillip Lahm, el capitán del Bayern Múnich, usado como mediocentro por Löw en los dos primeros partidos, y receptor de críticas en los últimos días. Muchos piden en el país teutón que Lahm vuelva al lateral derecho, donde siempre había jugado hasta la llegada de Guardiola este año a Baviera.
Estados Unidos impresionó frente a Portugal pero teme que el gol tardío anotado por Varela les pueda dejar fuera de los octavos de final. Los de Klinsmann pueden caer eliminados si caen derrotados ante Alemania y si el ganador del Ghana-Portugal les remonta el golaveraje. Todo se solucionaría con «el pacto de Recife», el gran temor de Ghana, Portugal y puede que de los propios aficionados alemanes, todavía un poco avergonzados cuando recuerdan «el escándalo de Gijón».





