El día gris con el que amaneció Lille contrastaba con la alegría de la expedición española, feliz tras la clasificación para cuartos de final, pero más aún por la forma en la que se consiguió. El azar, la lesión de última hora de Pau Gasol, ha servido para que el grupo se aferre más al objetivo marcado para el torneo. Para que se haga más fuerte. Y ya se sueña con un partido «perfecto» ante Grecia que permita dar el último paso antes de pelear definitivamente por las medallas.
En todos los campeonatos hay una chispa. Un resorte que ejerce de pegamento dentro del vestuario. Como en Polonia 2009, con la famosa jugada fallada por Llull en el último suspiro frente a Turquía y el malentendido con Marc -«esto pasa cuando se la juega el último en llegar»-. Esa España vulnerable terminó siendo invencible por la unión que aquel incidente provocó el grupo y el partidazo de Pau, lesionado, ante Polonia ha surtido un efecto similar.
Ayer, Scariolo dio la mañana libre y luego organizó una especie de excursión a una piscina para consolidar los lazos internos. En esa tarea, Jorge Garbajosa cumple un papel especial desde que dejó el baloncesto. Es como un hermano mayor para los jóvenes y un apoyo para los más veteranos. Él ha ayudado a cohesionar un vestuario con hasta cuatro caras nuevas (Ribas, Hernangómez, Vives y Mirotic) y otra más poco habitual como la de Aguilar, aunque el detonante de la piña en la que se ha convertido el equipo ha sido la figura de Pau Gasol. No es el capitán, pero como si lo fuera. Un líder dentro de la cancha y fuera de ella. El jugador más determinante hasta el momento en todo el Eurobasket.
Su lesión ante Polonia provocó un contagio de compromiso en sus compañeros, en un efecto que se extiende ya más allá de lo que pasó en la cancha durante el partido de octavos. «Su actitud contagia. Ves que está con problemas y hace que te comprometas aún más», reconocía Felipe Reyes ayer, un día después de la exhibición del catalán. El paso de las horas ha servido para que mejore de su lesión en el gemelo, aunque no será hasta hoy cuando pruebe la resistencia del músculo sobre la cancha. «Pau está tranquilo. Se está tratando y veremos si puede entrenar el lunes. Ante Polonia, con molestias, hizo un partidazo así que esperamos contar con el mejor Pau contra Grecia», resumía el capitán, pendiente también del resto de «tocados» de la selección.
Los problemas de Rudy
El que más preocupa es Rudy Fernández, cuya espalda sigue dándole problemas. «Contra Grecia jugaremos todos», sentenciaba Reyes, consciente del pundonor de su compañero en el Real Madrid, donde ya ha demostrado muchas veces que es capaz de jugar y ayudar al equipo aún sin estar al cien por cien. «Estos son partidos que a todo el mundo le gusta jugar aunque tenga molestias. Son cosas que se olvidan en días como el de mañana, cuando hay que ayudar al equipo en todo lo que se pueda. Aquí estamos doce jugadores que lo dan todo por la selección», afirmó.
Los dos días de descanso con los que contará la selección antes de enfrentarse mañana a Grecia (18.30 horas, Cuatro) son un bálsamo para el gemelo de Pau y la espalda de Rudy, pero también para el resto del equipo, muy magullado tras la durísima fase de grupos en Berlín. «Esperamos que estas 48 horas nos vengan bien para recuperar a la gente que tiene fiebre o que está con problemas físicos porque el martes tenemos una guerra ante un gran equipo que no ha perdido aún ningún partido», decía Felipe Reyes, en referencia a Pau Ribas, que contra Polonia jugó con unas décimas de fiebre y que ayer descansó para terminar de recuperarse. Compromiso asumido para cumplir con el objetivo de superar a Grecia y luchar por las medallas.





