Sólido, agresivo, letal...y lo mejor está por llegar
Como el año pasado, no se acaba un partido de este Betis y estamos deseando que llegue el siguiente. Hay continuidad, que no es poco, pero lo más grande es la sensación de que lo mejor está por llegar
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Iniciar sesiónDecíamos ayer que la vida en verdiblanco sigue igual, y visto el desenlace del encuentro con el Mallorca, juego y resultado, queda perfectamente confirmado que este Betis sigue siendo perfectamente reconocible en el espejo de la temporada pasada, lo cual es una inmensa alegría. No ... siempre pasa. No pocas veces las cosas se complican, por razones múltiples y diversas que no siempre se identifican, y un equipo que fluye, que va por muy buen camino y del que sólo cabría esperar que de un año a otro fuera mejor, de pronto se cae y no repite. Se estropea y no es capaz de mantener el nivel y, por lo tanto, de cumplir con las expectativas.
Es demasiado pronto para decir que no será este el caso, que dos jornadas no son nada, y esto sí que es verdad, rigurosamente cierto. Ya se sabe que lo que cuesta un mundo construir se corrompe y se echa a perder en cinco minutos. E incluso menos. Así que hay cosas que jamás deben darse por hechas. El Betis ha zanjado con sendos triunfos dos choques con rivales que acudieron a las citas frescos y con toda la ilusión posible, animosos como corresponde a un inicio de temporada, pero que el año pasado estuvieron en la pelea por el descenso y de momento, hasta que se demuestre lo contrario, su objetivo, digo el de los dos, es volver a evitar el descenso y lograr otra valiosísima permanencia. Así que no hay que restar ni mérito ni importancia a lo firmado por el equipo de Manuel Pellegrini, pero no nos vengamos arriba que somos muy expertos en esto y en darnos después trompazos inesperados.
Precaución, por supuesto
Esto hay que decirlo. Somos el Real Betis y advertir del traspiés que sigue al momento de celebración procede, claro que procede. Ahora bien, si el conjunto albiverde sigue siendo el de la temporada anterior con toda claridad, si podemos decir que, en efecto, la vida sigue igual, nos movemos en un terreno confortable y de ilusión. Todo es posible. Y la diversión está garantizada. Porque el Betis ya era un gran equipo el año pasado y lo que hemos visto en estos dos primeros encuentros de la presente campaña son más de lo mismo a pesar de la lista escalofriante de bajas que tiene el Ingeniero y en la que, entre otros nombres de relevancia, como el de Sergio Canales, aparecen los de los refuerzos. Ni uno de ellos jugó contra el Elche hace una semana y lo mismo pasó ante el Mallroca. Más mérito, más madera.
Desconozco completamente si alguno de los restantes equipos de la categoría ha disputado estos dos primeros partidos de la 2022-2023 sin la ayuda de alguno de los fichajes realizados para ser mejores. Uno al menos. ¿Les ha pasado a otros equipos? ¿A alguno? Seguro que muchos de ustedes, queridos béticos lectores, lo saben o lo comprobarán de inmediato. A mí me parece poco probable, y por eso creo que es un dato que debemos destacar, porque redobla el valor de los seis puntos que ahora lucen en el casillero del equipo en la tabla clasificatoria del Campeonato liguero. Sin fichajes, el Betis ha sido tan sólido y letal como nos tenía acostumbrados tanto en el Villamarín con el Elche como en el Mallorca Estadi ante el cuadro de Javier Aguirre. Vistoso, animado, valiente, agresivo, fluido, peligroso, creador y goleador. Estando fresco, es una maravilla y muy difícil de vencer. Y para mí esto es lo mejor: la sensación de seguridad que ofrece y la tranquilidad y la ilusión que transmite. No porque vaya a ganar siempre ni porque sea infalible en las dos facetas principales del juego, sino porque es seguro, es fiable, y uno tiene ganas de que llegue el siguiente partido y tiene la sensación de que le puede ganar a cualquiera. Eso no es frecuente en el fútbol y tiene un valor incalculable. El de la expectativa.
No sólo hay que ser mejor
La cuestión es que no sólo hay que tener más calidad que el adversario, ser mejor en el sentido amplio del término. Ya vimos el año pasado, y lo comentamos varias veces, que siendo superior a muchos rivales se habían escapado algunos puntos de forma inexcusable, y en Mallorca también se vio al Betis que después de ofrecer la impresión de tener todo atado y bien atado y de ser mucho mejor que el adversario, pues de pronto comete un par de errores de bulto, impropios de un equipo de tanta altura, y favorece las posibilidades del de enfrente, que en ocasiones ni se lo cree.
No nos ceguemos: en esta ocasión nos salvó de ese Currobetis el penalti que Nabil Fekir forzó de forma muy inteligente cuando las cosas se habían puesto más difíciles. Yo no tengo del todo claro que fuera realmente penalti, para qué les voy a mentir, pero vaya esta acción por alguna de las que vendrán en el sentido contrario y más pronto que tarde en el desarrollo del Campeonato. Qué diantres. El caso, y es a lo que iba, es que el Betis pareció de otra categoría durante los primeros veinte-treina minutos, y después lo pasó regular en varias fases, pero sobre todo por deméritos propios. Bien es verdad que el Mallorca, obviamente, aprovechó la apertura de las aguas para tratar de cruzar el río tan rápido como pudiera, y se empleó en el máximo del talento y también de algo más, que una cosa es la agresividad bien entendida y otra muy diferente esa a la que en determinados momentos recurrieron algunos de los hombres de Aguirre. Pero la verdad es que fue el Betis el que, bajando a ratos su concentración, les dio bola a los locales para seguir enganchados a un partido que si fuera por calidad habría sido zanjado mucho antes.
Sí, el Betis ya era así la temporada pasada. Y dejar de serlo, siendo más contundente y seguro atrás, sobre todo, era el reto principal de esta temporada porque sólo con lograr eso, manteniendo el nivel creativo y goleador, obviamente, el equipo podría aspirar a cosas realmente importantes, más incluso que las conquistadas la temporada pasada. No basta con ser mejor, insisto, ni con jugar a ratos, incluso largos, destrozando, literalmente, al contrario. Según se aspire a más o a menos, es necesario alargar esos periodos de lucidez y, sobre todo, hay que equivocarse menos, porque en breve se va a medir el equipo a otros de otra pasta que sí van a aprovechar cualquier ventaja que se le conceda. De cómo se gestione eso, esa solidez ante los que teóricamente son mejores, va a depender el éxito de la campaña del Betis, y para abordar el reto, lógicamente, espero que puedan sumar su esfuerzo al del resto del equipo esos jugadores que aún hoy no pueden participar en el juego por razones de índole administrativo que para qué volver a comentar.
La autocrítica, fundamental
Quiero decir, en suma, que el Betis ganó en Mallorca porque es mejor, pero también porque el contrario no supo sacar partido de esos ratos y lances en los que los de Pellegrini no mantuvieron el nivel, esos momentos que nos ponen tan nerviosos tantas veces. La base es inmejorable. La mejor noticia, insisto, es que, en sólo dos partidos, después de una pretemporada sin brillo, el Betis ha dejado ver todo lo que le hizo fuerte y divertido la temporada pasada. A partir de ahí es razonable esperar una mejora, un crecimiento, que necesariamente nos debe llevar a otro nivel de competitividad. Luego los resultados ya se verán, que en ellos intervienen otros muchos factores y ya se sabe que se terminan definiendo por detalles, muchos de los cuales están fuera del control de uno. Pero viendo a Carvalho jugar así, a Juanmi recuperar esa frescura que le hace tan imprevisible y letal, a Borja manteniendo su línea con toda naturalidad o a Fekir desquiciando a los contrarios, y sin desmerecer al resto de compañeros que tanto aportan, por supuesto, los béticos tienen todo el derecho a pensar que cuando puedan entrar en acción los fichajes, que no es que sean muchos pero sí al menos vienen muy bien avalados, pues pasarán más cosas que decirlas da hasta mal fario. Me preocupan ahora dos cosas: que esos fichajes puedan estar al servicio del Ingeniero pronto, claro, y que Fekir domine su temperamento de una vez. El francés sólo necesitó tres minutos de Liga para ver una tarjeta amarilla y en este segundo vio cómo le sobrevolaba la roja, y ese control necesario es vital para todos porque es el que separará al gran jugador que es de un crack capaz de marcar realmente una diferencia imprevisible.
Creo que estamos ante una temporada súper excitante y me parece que, por ello mismo, todos estamos deseando ver no sólo al buen Betis que afortunadamente ya teníamos, sino al que confiamos que puede ser con más experiencia y con más alternativas. Quizá el viernes, a las diez de la noche, podamos empezar a vislumbrarlo en Heliópolis ante el Osasuna. Pero si no, como se suele decir ahora, ni tan mal. Porque tardará un poco menos o un poco más, pero viendo de nuevo a este equipo desenvolverse tengo clarísimo que lo mejor está por llegar.
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