Guido

Es una bendición tener jugadores cotizados en el mercado, claro que sí. No hay que observar sólo el riesgo de que se los puedan llevar, que en el caso del mediocentro bético es una posibilidad cierta que va a existir de aquí hasta que termine el plazo de fichajes, no nos engañemos. Que los jugadores del Betis les gusten a los demás es una consecuencia lógica de la buena marcha del equipo, que a su vez se debe a la calidad del plantel. A veces hay buenos futbolistas en un vestuario y no se consigue armar un buen equipo. Lo hemos visto varias veces en el propio Betis, con la devaluación correspondiente de la mayoría de los jugadores. Pero cuando el bloque se exhibe fuerte y funciona, como ha sucedido esta temporada, las individualidades se revalorizan. Brillan más las que se conocen y las que por alguna razón no eran tan notorias, emergen. Como ocurre con Guido, que llegó de México sin hacer mucho ruido y se ha convertido, a la vista está, en una de las referencias del cuadro bético en una de las mejores temporadas de su historia y, asimismo, se ha hecho con un puesto emblemático en la selección de su país, la del famoso «cinco» que ha identificado a tantos grandes futbolistas durante tantos años.

¿Se puede hacer más fuerte al Betis prescindiendo de Guido? Sí, se puede. Siempre se puede. Nadie es imprescindible, por muy importante que sea, y siempre habrá vida más allá de cualquier individuo. Pero no es fácil, también hay que saberlo. Todos los equipos han tenido que aprender alguna vez a seguir adelante tras la marcha de algún jugador clave. Hasta de aquellos que crean verdadera dependencia en alguna de los principios del juego. Y siempre se consigue. La cuestión es hacerlo de un día para otro. Es decir, que el que venga haga olvidar al que se ha ido para que el equipo no sólo mantenga el nivel, sino para que lo eleve. Esto depende de la habilidad de la secretaría técnica y también del bolsillo del club. Guido, como comentaba al principio, ha sido elegido por los béticos que siguen esta web como la piedra angular de un Betis formidable que ha completado una de las mejores campañas de toda su historia. ¿Cómo va a ser fácil dar relevo a esa pieza? Posible será, por supuesto, pero fácil no, porque si las alternativas fueran evidentes, a lo mejor los clubes que quieren llevarse a Guido irían a por ellas. Pero las habrá, seguro. Otra cosa es que encajen en el malabarismo financiero de turno o que ofrezca las garantías necesarias. Es decir, que se puedan pagar y, siendo así, que no hablemos de juniors en proceso formativo sino futbolista hechos y derechos que desde el mismo momento de su incorporación puedan ofrecer un rendimiento similar al que ha exhibido Rodríguez en este tiempo. Fácil no es.

Sabemos que al Betis no le gustaría nada prescindir del hombre que equilibra la máquina de Pellegrini. Esto es público y notorio. Y también normal. A nadie le puede hacer gracia que Guido pueda marcharse. También sabemos que el argentino está contento en el club blanquiverde y que no tiene, de momento, un interés especial en salir, que es buena cosa. Sin embargo, siempre resulta inquietante la reiteración de que el club necesita hacer algún traspaso para cuadrar sus cuentas. Después de una temporada tan brillante no es fácil entender este planteamiento y visualizar el escenario real sin sospechar que el club pueda estar viviendo por encima de sus posibilidades, que no digo que esté sucediendo. Las compras, las ventas, cómo se paga, cómo se cobra, las claves del «fairplay» financiero y de los límites salariales de los equipos son factores todos igualmente importantes para poder entender la realidad que condiciona la planificación de cada temporada, y lo cierto es que después de combinarlos todos puede resultar que lo que ven los gestores de la empresa, esto es el club, no tenga relación con lo que pueden percibir los aficionados, que demandan siempre, como es lógico, que su equipo mejore todo el tiempo, y que cuando se vaya una de sus estrellas pueda venir otra de su nivel que evite el descalabro.

La marcha de Guido, o la eventual marcha de Guido, hablemos con propiedad, es de las que podrían provocar un descalabro, sí. Hay aportaciones muy visibles, como las de los jugadores de ataque, cuyo desempeño se mide con cierta facilidad hoy en día (goles, asistencias, pases, desmarques y hasta escaqueos están perfectamente monitorizados por la tecnología existente). Pero lo que no se ve es muchísimo más difícil valorarlo en su justa magnitud e importancia y, por lo tanto, el error de cálculo es mucho más probable. Todos sabemos que Guido es muy bueno y lo que gana y pierde el equipo con él y sin él. Pero no todos sabemos lo que hace sobre el terreno de juego. Ni lo que no hace. Su misión tiene una parte invisible, al menos para el aficionado medio, y hay que tener un conocimiento avanzado del juego, de sus principios y de sus variables para poder evaluarlo en su medida correcta. Quiero decir con esto que siendo Guido buenísimo, que esto lo sabe hasta el que asó la manteca, como diría aquel, es mucho mejor de lo que el común de los mortales cree por verle robar balones y entregarlos al compañero y no al enemigo. Es un punto de equilibrio para las transiciones del equipo, una referencia para los movimientos de ataque y defensa y también es el añadido de cualquier línea, el primer hombre que se suma al hueco, el que garantiza la mayoría de las coberturas. Él hace que el invento funcione.

Estoy completamente convencido de que la oficina que dirige Antonio Cordón lleva mucho tiempo buscando un relevo para Guido. No tengo ninguna duda porque es obvio que ese departamento funciona bien y como esto es lo que toca hacer, seguro que se ha hecho. Pero no porque Guido se vaya a ir, sino porque se puede lesionar, que también hay que pensarlo por poco que guste, y porque se puede ir. No cabe la ingenuidad. Un futbolista de su talla siempre está en el escaparate. A mí que el Betis esté buscando alternativas a Guido, francamente, no me dice que haya intención de traspasarle, sino que el club trabaja como Dios manda y hace los deberes para estar preparado en todo momento para afrontar los riesgos más peligrosos. La fuga de talentos, aunque sea con la contraprestación deseable, es un riesgo peligroso. Y dentro de los talentos, ustedes lo han dicho, Guido ha sido el más valioso esta temporada.

A mi modesto entender, el Betis tendrá muchas más posibilidades de mejorar el año que viene si Guido se queda. Si no fuera así, confío en que la salida sea verdaderamente útil y que Cordón tenga en el punto de mira el relevo que seguro que ha buscado por medio mundo. Dicho lo cual, Guido, siempre en mi equipo…