El presidente de Haití, Réne Préval, califica de «esencial el apoyo estadounidense para la reconstrucción»

Soldados de la 84 división de la Fuerza Aérea de EE.UU. patrullaban ayer el centro de Puerto Príncipe / EFE
El aeropuerto de Puerto Príncipe es ya una «base militar» estadounidense a la que se van sumando efectivos humanos y paquetes de ayuda para los miles de damnificados por el terremoto. Ayer comenzaron a recorrer las calles de la capital haitiana las primeras patrullas de reconocimiento, y algunos vehículos Hummer ejercieron de escolta en tareas de reparto de alimentos y agua.
Después de una segunda reunión con su Gabinete, el Ejecutivo que preside René Preval decretó el estado de emergencia: una redundancia, viendo el estado de la ciudad y escuchando al comandante norteamericano al frente de la operación, Ken Keen, para quien 200.000 muertos puede ser una cifra razonable como «punto de partida»: «Es un desastre de proporciones épicas», afirmó.
Más ayuda de la asumible
Fuentes oficiales confirman que se ha recibido de la ayuda internacional más alimentos de los que se pueden almacenar y distribuir. Incluso han llegado Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, o Bill Clinton, enviado por Barack Obama. «En principio tenemos suficiente comida, el problema es la recepción y almacenamiento y que todo llegó en desorden y no tenemos un inventario preciso de todo».
Para más de un millón de damnificados, cinco días después del seísmo apenas se repartieron 75.000 raciones de alimento. Ayer estaba prevista la distribución del doble de raciones en decenas de nuevos albergues y centros de acopio.
Otro problema es la falta de seguridad, pues «la Policía está sobrepasada», reconocía a Efe el coordinador nacional alimentario designado tras el desastre, Michel Chancy. En las últimas horas se han avivado los saqueos a los comercios del centro de la capital, con enfrentamientos entre propietarios y ladrones, entre los propios delincuentes y entre estos y la mal equipada Policía Local. Ya se han producido varios muertos, bien por disparos de la policía, bien por linchamientos callejeros.
Sólo la presencia estadounidense parece poder resolver la situación. Sin embargo, Brasil, principal responsable de la misión de la ONU desplegada en Haití desde 2004 y que no se ha recuperado del choque de perder a un centenar de sus miembros, incluido su máximo responsable, se ha sumado a Francia en poner reparos al despliegue norteamericano.
Aunque la Minustah (misión de paz de Naciones Unidas) dispone de casi 9.000 efectivos armados sobre el terreno, su presencia tras el terremoto ha sido casi nula. Brasil ha protestado porque los vuelos militares estadounidenses tengan prioridad en el congestionado aeropuerto. El Gobierno de Lula da Silva ha advertido de que no cederá el mando de las fuerzas de la ONU en Haití.
También Francia, antigua potencia colonial del país, ha reclamado a la ONU, a través de su secretario de Estado de Cooperación, Alain Joyandet, que precise el papel de EE.UU. sobre esta parte de la isla de La Española. Joyandet aseguró: «No se trata de ocupar el país, sino de ayudarle a que recobre la vida». Para el representante del Gobierno francés, el despliegue estadounidense está estrangulando la ayuda humanitaria y ha elevado una protesta oficial ante Washington.
Comunicado conjunto
Ante estas acusaciones el mismo presidente haitiano, René Préval -en un comunicado conjunto con Obama- «valora como esenciales los esfuerzos del Gobierno y de los ciudadanos de EE.UU. en apoyo de la recuperación inmediata, la estabilidad y la reconstrucción a largo plazo de Haití».
Ante la evidencia, el representante francés no mencionó su malestar en durante la celebración del consejo de ministros de la UE en Bruselas, tal y como informó el ministro español Miguel Ángel Moratinos. El representante español calificó de «muy positiva» la actitud norteamericana «teniendo en cuenta las circunstancias extraordinarias». El silencio francés en dicho foro evidencia que por parte europea no hay unanimidad para enviar una misión militar.
La UE, a través de su nueva responsable diplomática, Catarrino Ashton, añadió más confusión al debate al declarar que «se trata de ayudar a Haití, no de ocupar Haití».
Con el envío de 10.000 soldados, Barack Obama ha asumido el vacío de poder, continuando una larga serie de intervenciones militares y económicas en Haití. La primera, su invasión en 1915. Las últimas, en 1994 y 2004, para restituir y deponer en el poder, respectivamente, a Jean-Bertrand Aristado.




