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La proliferación de Príncipes alemanes

Medio centenar de familias germánicas continúan ostentando el tratamiento de realeza

La proliferación de Príncipes alemanes cordon press

RAMÓN PÉREZ-MAURA

Es fácil entender por qué hay muchos más príncipes alemanes que de ninguna otra nacionalidad. Cuando Napoleón forzó en 1803 el reagrupamiento de los Estados alemanes, que pasaron de 343 a 39, todos aquellos señores reinantes mantuvieron sus títulos, pero no el Gobierno de los territorios tradicionales de sus familias. Tras vencer a Napoleón III en Sedán, y de la mano de Bismarck, el Rey Guillermo de Prusia hizo proclamar en la Galería de los Espejos de Versalles el II Reich y se elevó a «Kaiser» el 18 de enero de 1871. Pero éste era un Imperio singular. Constaba, por orden de prelación, de cuatro reinos: Baviera, Prusia, Sajonia y Wurtemberg; seis grandes ducados: Baden, Hesse-Darmstadt, Mecklemburgo-Strelitz, Mecklemburgo-Schwerin, Oldemburgo y Sajonia-Weimar-Eisenach; cinco duca- dos: Anhalt, Brunswick, Sajonia-Altenburgo, Sajonia-Coburgo-Gotha y Sajonia-Meiningen y siete principados: Lippe-Schaumburg, Lippe-Detmold, Reuss-Gera, Reuss-Greitz, Schwarzburg- Rudolfstadt, Schwarzburg-Sonderhausen y Waldeck.

Aún así esas veintidós casas reales están lejos de formar un elenco completo. Hay alguna muy importante que dentro del Imperio Alemán quedó preterida, como es el caso de Hannover. Hannover dio a Inglaterra el Rey Jorge I en 1714 y ambos reinos compartieron Soberano hasta la llegada al trono de la Reina Victoria. En 1866 Hannover estaba aliado con Austria en la batalla de Sadowa y ambos fueron derrotados por Prusia, que anexionó el Reino. El jefe actual de esta Casa Real es Ernesto Augusto de Hannover, que es Príncipe de Hannover, Príncipe de Gran Bretaña e Irlanda y Duque de Brunswick y Lünenburg. Pero ha quedado, más que nada, para ser, legalmente, el marido de Carolina de Mónaco.

La República Federal de Alemania permite el uso de títulos de realeza y nobleza como Príncipe o Barón a modo de apellidoEl jefe de la Casa Real de Prusia e Imperial de Alemania es el Príncipe Jorge Federico, nacido el 10 de junio de 1976 y casado en 2011 con Sofía, Princesa de Isenburg. La suya es una historia familiar trágica. Heredó la jefatura de la Casa Imperial y Real de su abuelo, Luis Fernando de Prusia, que fue jefe de la Casa entre 1951 y su muerte en 1994. El padre de Jorge Federico murió a causa de las heridas sufridas en un accidente durante unas maniobras militares en 1977 y tuvo una hija póstuma que nació con deficiencias mentales a causa de la toxoplasmosis que sufrió su madre durante el embarazo.

El Duque de Wurtemberg, Carlos, nació el 1 de agosto de 1936 y está casado con la Princesa Diana de Francia. Son visitantes habituales de nuestro país y mantienen una residencia en Mallorca a donde acuden en verano. También ha sido un frecuente visitante durante muchos años el Duque de Baviera, Franz, jefe de esa Casa Real y para los jacobinos partidarios de los estuardos, legítimo Rey de Inglaterra. Él poseyó la mayor finca de España, «La Garganta», en Ciudad Real, que después vendió al duque de Westminster.

Clases de realeza

Según la última edición del «Almanach de Gotha», cuya «Sociedad de Amigos» preside el Rey de España, las Familias Reales europeas quedan divididas en dos «partes». En la primera están las casas reinantes y las grandes casas que reinaron en el pasado. En total 45, de las que 16 son alemanas. En una segunda parte vienen otras 50 familias principescas todas alemanas o del Sacro Imperio Romano, que pueden ser asimiladas a nobleza, más que a realeza, pero que mantienen sus tratamientos.

Entre aquellas está la dinastía Sayn-Wittgenstein, cuyo nombre hace referencia a un condado en Renania del Norte-Westfalia, creado en 1345 por el matrimonio del conde Salentin de Sayn-Homburg y la condesa Adelaida de Wittgenstein. La dinastía está dividida en dos ramas. La primigenia es la Sayn-Wittgenstein-Berleburg y la secundaria es la Sayn-Wittgenstein-Sayn, este último el nombre de moda en los medios en España.

La República Federal de Alemania permite el uso de títulos de realeza y nobleza a modo de apellido. Igualmente, las mujeres asumen el apellido de su marido al casarse y si hay acuerdo entre ambos, al divorciarse pueden mantener apellido. Un ejemplo similar en el mundo anglosajón es el de la Princesa de Gales, que cuando se divorció de Carlos de Inglaterra, pasó a ser Diana, Princesa de Gales. En cualquier caso, ni Diana ni ninguna otra Princesa, cuando se divorcia, mantiene el tratamiento de Alteza Real o Alteza Serenísima.

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