Un español en Pyongyang
Enamorado del comunismo, el empresario catalán Josep María Gallén ha visitado varias veces Corea del Norte y apoya al régimen instaurado por la dinastía Kim

Nacido en Sabadell hace 44 años, Josep María Gallén se confiesa «enamorado de la utopía comunista». En los tiempos del Telón de Acero y la Guerra Fría, conoció la Albania socialista y, desde hace 17 años, vive en Vietnam, donde se dedica al muy capitalista negocio de la importación-exportación, la consultoría de empresas y el turismo a la carta en Asia ( www.vietnamspain.com ). Fiel a su ideología, el nuevo objeto de sus amores políticos es la hermética y aislada Corea del Norte, que desde el año 2000 ha visitado en cinco ocasiones invitado por el Ministerio de Relaciones Culturales, Turismo y Asuntos Exteriores.
«La primera vez viajé con empresas de restauración y productos farmacéuticos y la última fue a principios de este año, cuando fui el primer europeo en entrar en el país tras la muerte del Querido Líder Kim Jong-il », asegura Gallén, quien disfrutó de «la sensación de soledad por ser el único occidental que paseaba por las calles de Pyongyang».
A pesar de las críticas internacionales contra este represivo régimen por su falta de libertades y violación de los derechos humanos, Josep María Gallén se define como «pronorcoreano» y apoya a la dinastía Kim porque «el aberrante sistema capitalista estaba cogido con alfileres y se ha caído con el estallido de la burbuja inmobiliaria». Cuando se le pregunta por la situación política y las carencias que sufre Corea del Norte, replica que «Estados Unidos es el supuesto paraíso de los derechos humanos, pero alberga un Guantánamo donde tiene a prisioneros retenidos de forma ilegal, mientras que en España no hay hambre, pero Cáritas tiene a sus puertas colas de necesitados».

A su juicio, la culpa de la precariedad en Corea del Norte la tiene el embargo internacional , no su régimen. «Se vive con lo básico y cada persona dispone de entre 300 y 400 gramos de arroz al día. Es cierto que un microondas y un televisor son artículos de lujo, pero no hay analfabetismo », se defiende Gallén, quien en su último viaje ha visto «los ánimos más relajados porque los norcoreanos tienen más información del exterior que antes, aunque internet sigue filtrado».
Entre esos cambios, destaca que «ya hay un millón de teléfonos móviles que operan con la red egipcia Orascon, se ve más tráfico por las calles y el rascacielos más alto de Pyongyang, que tiene 105 pisos, ha sido terminado por fuera». « No hay hambruna como en los años 90. De hecho, hasta me bebí una Coca-Cola en la cafetería Pyolmuri, donde un café de importación cuesta tres euros porque los productos se encarecen debido al embargo», relata por teléfono desde su casa en España.
Durante su visita a Pyongyang, fue entrevistado por la televisión y la radio estatal y pudo tomar el metro. «Pero no visité sólo una estación, como hace la mayoría de extranjeros, sino las siete paradas en la línea del Arco del Triunfo», matiza antes de aclarar que « pude preguntar todo lo que quería y la gente me preguntaba a mí también».
¿Y qué futuro le aguarda a Corea del Norte? En su opinión, «nadie estaba preparado para la muerte súbita del Querido Líder pero, hablando con los militares en la frontera del Paralelo 38, me contaron su adoración por la familia Kim y le darán una oportunidad a su sucesor ».
Junto a Josep María Gallén, otro español que tiene estrechos vínculos con Pyongyang es el también catalán Alejandro Cao de Benós , una especie de «embajador» internacional del régimen que dirige la Asociación de Amigos de Corea del Norte y organiza viajes al país más hermético y aislado del mundo.
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