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Netanyahu: «Nuestro deber es corregir las desigualdades»

El ejecutivo israelí promete reformas tras la mayor manifestación de la historia del país

Netanyahu: «Nuestro deber es corregir las desigualdades» EFE

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Cerca de 500.000 israelíes salieron a la calle la noche del sábado para exigir justicia social en la que fue la manifestación más multitudinaria de la historia del país. Bajo el nombre de la «marcha del millón», 400.000 personas inundaron las calles de Tel Aviv —centro de las protestas— pero la asistencia en Jerusalén (50.000) y en Haifa (40.000) fue también significativa respecto a concentraciones anteriores. En un país que no llega a los ocho millones de habitantes, una manifestación de medio millón de personas prueba el descontento de los ciudadanos israelíes.

Por su parte, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, reconoció ayer que es deber del gobierno «corregir las desigualdades sociales». El primer ministro, esperaba que las protestas se diluyeran a raíz de la tensión vivida en la Franja de Gaza hace unas semanas, pero la «marcha del millón» pone de relieve el entusiasmo que los israelíes tienen respecto al movimiento social. Netanyahu prometió ayer que en cuanto se publiquen las recomendaciones del equipo de expertos encargado de canalizar las peticiones de los «indignados» —en un plazo de dos semanas—, actuará de inmediato para encontrar soluciones.

Vivienda por las nubes

El movimiento social comenzó hace ya dos meses cuando los estudiantes plantaron tiendas de campaña en una de las calles más lujosas de Tel Aviv como símbolo de protesta por los altos precios de la vivienda en Israel. Comprar un apartamento cuesta alrededor de 200.000 euros y su precio se ha incrementado un 32 por ciento en Tel Aviv y un 17 por ciento en Jerusalén.

Sin embargo, las protestas se han ido diversificando hasta el punto de que mucho israelíes temen por el futuro del movimiento. Las demandas de los manifestantes, que en un principio tenían que ver con los altos precios de la vivienda y el sistema de impuestos, se han extendido hasta convertirse en una amalgama de peticiones de justicia social como los derechos de los animales, la situación de la agricultura, o los derechos de la comunidad homosexual.

El tema que permanece todavía algo apartado en las protestas ciudadanas es el del conflicto entre Israel y Palestina. «La mayoría de la gente se muestra reacia a hablar de la ocupación. Necesitan tiempo para asimilarlo» decía una de las «indignadas». Aún así, algunos manifestantes no quieren olvidar que el coste del mantenimiento de los asentamientos de colonos es muy elevado y que está conectado con los problemas socio-económicos de Israel.

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