Nervios en el PSOE
LA votación de una iniciativa presentada por Convergencia i Unió para suprimir el impuesto de sucesiones provocó ayer en el Congreso de los Diputados un auténtico estado de nervios en las filas del Grupo parlamentario socialista. Sus dirigentes han llegado a asegurar estos días en privado que con tal de no quedar «en minoría» en el debate de la propuesta nacionalista -a la que se oponían- y no perder la votación estaban dispuestos a abstenerse, o incluso a votar a favor. Finalmente, la mayoría presente en la Cámara Baja fue favorable al Gobierno y la propuesta no salió adelante, pero es evidente que, de ahora en adelante, el Parlamento va a ser un banco de tortura para el PSOE, forzado a negociar hasta el último momento y dispuesto a incurrir en la esquizofrenia de votar en contra de lo que defienda con tal de no aparecer derrotado ante la opinión pública. Rodríguez Zapatero no puede permitirse que continúe la dinámica de descrédito en la que se encuentra su Gobierno tras las renuncias de tres ex ministros a sus escaños. Particularmente dura le está resultando la salida de Pedro Solbes, quien fuera, además de vicepresidente y ministro de Economía, su «número dos» en la lista del PSOE por Madrid en las últimas elecciones generales. No se ha ido un cualquiera, y tampoco por nada, aunque el presidente del Gobierno quisiera presentar -un tanto despectivamente- su renuncia como un «descanso» al que Solbes tenía derecho.
El PSOE está notoriamente alarmado por la imagen que transmite de desconfianza interna, bien visible en el gesto de la portavoz adjunta en el Congreso, María del Carmen Sánchez, de retar a los críticos a que den la cara. Ya se sabe que en el PSOE causó temor la frase de que «quien se mueve no sale en la foto», pero todo partido tiene un instinto propio de supervivencia que se activa cuando empieza a salirse del carril que lo mantiene en el poder. El del PSOE ya se ha activado y Rodríguez Zapatero lo sabe. Su problema es demostrar que tiene capacidad para despejar los temores que se están extendiendo en su formación. Con el Gobierno que preside y con la actual dirección del partido, elegida por él, es muy poco probable que lo consiga, incluso en la hipótesis de abrir una nueva crisis de Gobierno antes de comenzar la presidencia europea, una de sus últimas bazas para remontar políticamente antes de empezar un ciclo electoral que comenzará en las autonómicas catalanas de otoño de 2010 y finalizará con las generales de 2012.
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