Actualizado Lunes, 29-06-09 a las 20:58
Delante de las cámaras de televisión y en un intento de mostrar al mundo un ejercicio de transparencia democrática sin precedentes, los Guardianes de la Revolución permitieron el recuento del diez por ciento de los votos de las elecciones del pasado doce de junio que otorgaron la presidencia a Mahmoud Ahmadineyad con veinticuatro millones de votos. Para intentar aclarar las reclamaciones del líder de la oposición, Mir-Husein Musavi, el órgano iraní que se encarga de supervisar los procesos electorales accedió a contar de nuevo las papeletas de las urnas de los veintidós distritos de Teherán y de varias provincias.
Los primeros datos comenzaron a conocerse a última hora de la tarde y no sólo confirmaron las cifras récord de Ahmadineyad, sino que incluso superaron los primeros números oficiales del ministerio de Interior.
Pese a calificar los comicios como “los más limpios de la historia”, el Consejo de Guardianes accedió a esta medida como un gesto hacia la oposición. Entre los reformistas, pocos dudaban de que el recuento no cambiaría nada y por eso estuvieron toda la jornada más atentos a la posibilidad de movilizarse, que a la cobertura de los medios oficiales. Porque pese a la fuerte represión de las fuerzas del orden y de la milicia islámica del Basij –que hoy han tomado la avenida Valiasr, principal arteria de la capital, en previsión de nuevos incidentes- parte de la sociedad iraní sigue demostrando su descontento en las calles cada vez que encuentra la oportunidad. “Fuego debajo de las cenizas”, es el dicho persa que se emplea en los círculos de la oposición para explicar la situación actual de unas protestas que más que remitir, cambian de forma para evitar que siga el baño de sangre.
Injerencia británica
Los medios oficiales ya no ocultan a Irán los disturbios en las calles. Tras unas primeras jornadas de silencio informativo ahora ofrecen su versión de unos hechos en los que “la embajada británica desempeñó un papel crucial”, según el portavoz de Exteriores, Hasan Qashqavi, que informó de que cuatro empleados iraníes de esta delegación diplomática continúan siendo interrogados. Otros cinco fueron liberados tras la conversación telefónica que mantuvieron los responsables de exteriores de ambos países, Manucher Mottaki y David Miliband, según la cadena Al Jazeera.
Los medios gubernamentales también se han lanzado a intentar aclarar la muerte de la joven Neda Agha Soltani, la joven iraní convertida en icono de las protestas tras recibir un disparo y morir desangrada en plena calle. El mismísimo Ahmadineyad dirigió una carta al Poder Judicial para pedir "una investigación seria que permita revelar las causas de este asesinato y atrapar a sus autores". En este documento, publicado por la agencia Fars, el presidente pide que "dado el chantaje mediático realizado sobre este tema y la propaganda de los medios extranjeros, es necesaria una investigación que aclare y limpie el imagen de la República Islámica de los abusos políticos”. Unos medios extranjeros que, por otra parte, no pudieron estar presentes en el lugar de los hechos para corroborar lo ocurrido porque el Gobierno iraní retiró previamente todas las acreditaciones.
Los familiares y amigos de Neda denuncian que fue disparada a sangre fría por las Fuerzas de Seguridad iraníes y las milicias islámicas del Basij. El responsable del grupo paramilitar, Hossein Taeb, aseguró ante los medios que han detenido en las calles a “varios impostores armados” que se hacían pasar por miembros de la milicia. Taeb informó de que ocho ‘basiyíes’ ha perdido la vida y otros trescientos han resultado heridos en unos disturbios en los que, pese a lo visto y difundido en Internet en los últimos días, “no hemos estado autorizados para usar armas de fuego”.



