La OEA termina con 47 años de suspensión a Cuba
Los países de la Organización de Estados Americanos (OEA) acordaron ayer «in extremis» revocar la resolución de 1962 que apartaba a Cuba de este organismo. La presidenta de la Asamblea General, la canciller hondureña, Patricia Rodas, leyó la resolución, alcanzada por consenso, según la cual «queda sin efecto la expulsión de Cuba del sistema interamericano. La (futura) partipación de Cuba será un proceso de diálogo iniciado a solicitud del Gobierno de Cuba, dentro de los principios y propósitos de la OEA».
De este modo, la decisión de regresar o no a la organización dependerá del Gobierno cubano, que tendrá que ajustarse a los valores democráticos y de derechos humanos por los que se rige la OEA. Pero hasta ahora el régimen de los Castro se ha limitado a descalificar al organismo.
El canciller ecuatoriano, Fander Falconí, anunció a los medios de comunicación presentes en San Pedro de Sula la decisión adoptada por consenso, hecho que, a su juicio, «refleja el cambio de época que se está viviendo en América Latina». Falconí precisó que los países de la OEA llegaron a un consenso «sobre un texto que no condiciona y lo que plantea (...) es eliminar la exclusión de Cuba».
La 39 Asamblea General señala en el preámbulo de la resolución, «reconociendo el interés compartido en la plena participación de todos los países; guiada por los principios de la OEA contenidos en la Carta y demás instrumentos relacionados con la seguridad, la democracia, la autodeterminación, la no intervención, los derechos humanos y el desarrollo; y considerando el espíritu de la V Cumbre de las Américas celebrada en Puerto España, desea establecer un marco amplio y revitalizado de cooperación» continental.
El texto admitido sería el mismo —redactado por Honduras al margen de las cuatro propuestas presentadas el martes— que no logró el visto bueno de los representantes de diez países establecidos como grupo de trabajo.
Naciones afines a Cuba, como Venezuela y Nicaragua, habrían frustrado un primer acuerdo al no aceptar que se mencionaran palabras como democracia, no intervención y libertad, manifestó el subsecretario de Estado estadounidense Thomas A. Shannon.
La posibilidad de alcanzar un consenso respecto a Cuba se había ido diluyendo a medida que avanzaba la primera de las dos sesiones. Algunos cancilleres, como la estadounidense Hillary Clinton, la mexicana Patricia Espinosa y el brasileño Celso Amorim, habían abandonado ayer San Pedro Sula (Honduras), por lo que parecía tarea imposible que las últimas horas de la cumbre pudieran aportar alguna novedad.
El «milagro» se produjo
Incluso Amorim reconocía que «no hubo un avance, pero al menos hay conciencia de que la resolución de 1962 es un cadáver insepulto que tiene que ser enterrado. (...) La reunión continúa, a lo mejor llegan a una conclusión, (pero sería) un milagro». Y el milagro, finalmente, se produjo.

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