Un millar de estudiantes franceses llenaron las calles de Calella, en Barcelona, el pasado mes de mayo dispuestos a pasar cuatro días de fiesta. Por algo más de 200 euros un tour operador ofrecia alojamiento, entrada a discotecas y mucho alcohol para noches de desfase. Algo que generó mucho malestar entre los vecinos. Quieren que desaparezca el turismo de borrachera en la localidad y por eso el ayuntamiento presentará una demanda contra la empresa organizadora. La alcaldesa, Montserrat Candini, pide que se reconozca que la imagen de la ciudad se ha dañado, que el tour operador no vuelva a organizar más fiestas en el fututo y que la sentencia, si la justicia falla a su favor, se publique en seis medios de comunicación para reparar la imagen de Calella. Y, sobre todo, que los turistas vuelvan atraídos por el sol y la playa.
