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Huelva

Viaje por los rincones más espectaculares del valle de Alájar en la Sierra de Aracena

Un recorrido para descubrir sorprendentes parajes en Alájar; la belleza del caserío de Linares de la Sierra, y la cascada de los Chorros de Joyarancón y el Bosque de las Letras, en Santa Ana la Real

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Vista de Alájar desde la Peña B. M..

J. M. Brazo Mena

Huelva

El valle de Alájar no sólo dejó impresionado por su fecundidad y belleza al caudillo árabe Alí- Jaled, en sus correrías por la zona, o al ilustre Arias Montano, en su retiro de la Peña, sino que hoy, al cabo de los siglos, sigue causando al visitante la misma fascinación que entonces. Algunos de estos parajes ofrecen al viajero la posibilidad de recorrer a pie senderos con manantiales de agua fresca, una vegetación cambiante y sobre todo un ambiente sosegado.

A la entrada de la Peña de Alájar, el viajero puede contemplar una cueva horadando la piedra, donde se ubican la fuente y el pilar, cuya estructura data de 1.771. Al final de un umbrío pasillo cubierto de árboles, se alza un arco románico labrado en piedra de toba, denominado de los novios, que da entrada al Santuario de la Reina de los Ángeles. Al borde del escarpe se alzan el campanario y dos garitas adyacentes junto a un espléndido mirador.

Otra de las peculiaridades de la Peña es que en sus entrañas el agua ha ido formando un conjunto de concavidades revestidas de estalactitas y estalagmitas, de lagos y rocas con las formas más dispares. Cuevas como «El palacio oscuro», «La fuente», «La sillita del rey» o «El salón de los machos» testimonian la hermosura subterránea del lugar. La visita virtual de las cuevas se puede realizar mediante la app «Alájar es Mágica».

Tras recorrer el escarpe rocoso, desde el que se divisa el bonito pueblo de Alájar recostado en el valle, el visitante se adentra en el camino que lleva a la aldea de El Calabacino, la entidad más antigua de Alájar, que en otros tiempos tuvo fama por su fuente de aguas ferruginosas y por sus higueras, cuyos frutos eran muy cotizados en la comarca. En medio del peculiar caserío, se alza la capilla de la Santísima Trinidad, construida en el siglo XVII.

Otra de las sendas de Alájar conduce hasta la aldea de Los Madroñeros, para cuyo acceso, al no existir carreteras, el excursionista tiene la posibilidad de recorrer un sendero de algo más de tres kilómetros, atravesando la sierra hasta el pequeño poblado, lugar que los franceses, dada su situación oculta y aislada en la zona, no pudieron ocupar durante la invasión napoleónica. Entre las viviendas del enlucido caserío, destaca la ermita de la Salud, de 1843.

Un camino muy atractivo es el de Los Molinos, conocido también como de las minas, que discurre a lo largo de 7 kilómetros paralelo a la Rivera de Alájar, entre restos de los diez molinos harineros existentes en este cauce desde finales del siglo XIX, y donde se pueden contemplar algunas de las construcciones dedicadas a la molienda. Al cabo de tres kilómetros, la rivera se encaja en un espectacular desfiladero, que hace muy recomendable el paseo.

No obstante, una de las excursiones más interesantes es el recorrido Alájar-Linares de la Sierra, por donde el caminante, acompañado del rumor del agua y flanqueado por jaras, romeros y tomillos llegará, después de andar algo más de tres kilómetros, hasta una pequeña filigrana de pueblo blanco acunado en el valle y apretujado entre el verdor de la huerta, constituyendo uno de los caseríos más atractivos y mejor emplazados del parque.

Linares de la Sierra B. M.

Las blancas casas de Linares de la Sierra ofrecen al espectador la belleza de un cuadro remoto y espontáneo, donde resaltan las rejas adornadas de flores, las chimeneas de estilo serrano y las solanas, que en la planta alta de las viviendas curan los productos del campo. El lienzo se completa con los artísticos empedrados bicolor, conocidos como «llanos», que adornan como una alfombra pétrea el exterior de cada casa.

En el barrio alto se puede visitar la iglesia de San Juan Bautista, enorme construcción del siglo XVIII, cuya obra, según cuenta la tradición, fue realizada por una cadena humana que transportaba las piedras desde canteras lejanas hasta el templo. De la misma época que la parroquia es la plaza de toros, situada a la entrada del pueblo, de la que sólo se conserva un semicírculo, que se cierra con maderos durante las fiestas locales para realizar capeas.

Otro de los lugares típicos es la plaza principal, en cuya fuente-lavadero todavía es posible contemplar a las mujeres restregando la ropa a mano. Por las «lievas» que parten desde la fuente, el agua desciende presurosa hasta las huertas para regar los frutales. En otros tiempos, estos cauces sirvieron para un extenso cultivo del lino, planta que era recogida en los «enriaderos» para ser urdida en los telares por las tejedoras.

Casas de puertas recercadas

En la ruta por el valle, la carretera A-470 serpentea en dirección a la localidad de Santa Ana la Real, dejando a ambos lados del camino diversos núcleos de alojamientos rurales situados en antiguos caseríos reformados, y conduce al viajero hasta la aldea de la Presa, para llegar, tras un recorrido de poco más de un kilómetro, al núcleo principal de Santa Ana la Real, a los pies del Cerro Castillejo, donde la vida rural discurre al margen del ajetreo y de las prisas.

Santa Ana además posee uno de los caseríos tradicionales que mejor se conservan dentro del parque de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, habiendo sido declarado Conjunto Histórico – Artístico, tanto por la fisonomía popular de sus viviendas, con portadas y ventanas recercadas que recuerdan la arquitectura culta de raíces barrocas, como por el escrupuloso empedrado bicolor de sus calles y plazas, y un variado museo de chimeneas sobre sus tejados.

En su descenso por el pueblo, el viajero se encontrará al final de la calle Constitución distintos elementos de la arquitectura del agua, como los antiguos lavaderos, que se conservan en buen estado, y la Fuente de los Tres Caños, bajo la sombra de un frondoso nogal. Aquí se inicia el camino empedrado de La Presa, aldea rodeada de huertas y de lievas, que merece la pena visitar.

Viaje literario en plena naturaleza

 

Desde la misma Fuente de los Tres Caños, comienza y termina un sendero circular de 5 kilómetros de recorrido, sin apenas desnivel y muy accesible, denominado Bosque de las Letras, cuyo recorrido discurre entre dehesas de encinas y bosque de castaños así como entre los tradicionales hornos de cal, activos durante siglos. Lo que hace a este sendero diferente del resto de los caminos de la Sierra de Aracena es que es un «viaje literario» en plena naturaleza.

Bosque de las Letras B. M.

Esta ruta de senderismo señalizada está habilitada con 5 zonas de descanso o «puntos de lectura», y un punto de intercambio de libros, un cofre integrado en el paisaje (que parece una madriguera), en el que dejar y del que tomar libros prestados. Durante el recorrido se encuentran 9 ítems que contienen fragmentos de piezas literarias y un código QR que lleva a la biografía del autor y al texto completo. Son autores de la comarca o vinculados de algún modo a ella, que han cedido o textos cortos, pensados para disfrutar en el medio natural.

El salto de agua más alto de la sierra

Pero sin duda, el visitante no puede dejar de recorrer el camino que lleva a los Chorros de Joyarancón, con cincuenta metros de caída que constituyen el salto de agua más alto de la Sierra. Esta cascada se encuentra a un kilómetro de la carretera de Santa Ana a Alájar, y el sendero de acceso se inicia muy cerca del punto kilométrico 17, junto a una curva cerrada donde se ubica el puente sobre la Rivera de los Casares.

Chorros de Joyarancón B. M.

Siguiendo el cauce del arroyo, el camino se adentra en un espeso bosque de galería donde se vislumbra un antiguo molino harinero. Un estrecho sendero conduce al visitante hasta un barranco donde se alza el Risco de Levante, enorme monolito de piedra situado en un pedregoso paraje que se extiende por la ladera del monte, en la margen derecha de la Rivera de Santa Ana. Es un lugar donde se suele practicar la escalada.

Variada cocina serrana

El punto gastronómico del itinerario viene marcado por una variada cocina serrana de la zona, en la que destaca la vertiente chacinera, vinculada a las matanzas domiciliarias de cerdo ibérico, así como la elaboración artesanal de quesos y miel. Destacan el gazpacho de culantro, las migas y los platos de setas de temporada. Dulces caseros, como las torrijas, pestiños y rosas enmeladas pueden ser el postre ideal para culminar el recorrido.

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