Así es la última carbonería que queda en Sevilla
Carbonería Parras es un negocio familiar que ha pasando de generación en generación desde finales del siglo XIX
La última carbonería de Sevilla, amenazada por un «expediente X»
Aunque a día de hoy el carbón se utilice en momentos muy puntuales, hace años era prácticamente imprescindible para vivir. El carbón vegetal se utilizaba dentro del hogar para cocinar y para aclimatar la casa en los meses de invierno.
Con la llegada de la electricidad y el uso generalizado del petróleo, el carbón fue desapareciendo del uso cotidiano hasta el día de hoy que ha quedado para barbacoas y, en ocasiones muy concretas, como picón para dar calor.
El oficio de la carbonería cada vez tiene menos presencia en el panorama actual, teniendo en cuenta que además los hábitos de consumo de energías siguen cambiando gracias a las energías renovables.
Carbonería Parras
De hecho, en Sevilla solo queda una carbonería en funcionamiento y esa es Carbonería Parras. Se trata de un negocio familiar que ha pasado de bisabuelos a bisnietos y se ha ido adaptando a los nuevos tiempos vendiendo online a través de su propia página web.
Esta carbonería invita a entrar desde fuera, en la puerta hay una especie de bicicleta con una carretilla incorporada que está cargada de plantas, dando color a la entrada, con colgantes en la pared que anuncian que se vende 'carbón para barbacoa' y 'leña'.
Conserva el espacio de trabajo original con los carteles escritos a mano e incluso alguna herramienta antigua como la típica báscula de comercio o un transistor de radio analógico. Justo detrás del mostrador se pueden ver los distintos tipos de carbón que venden, ordenados por compartimentos ynombrados a tiza.
Además de las herramientas de trabajo, que ya son reliquias, también conserva muchos elementos de decoración. Muchos cuadros y carteles antiguos se han ido acumulando en las paredes de este negocio.
Una biblioteca en la carbonería
Una de las cosas que llama mucho la atención de esta carbonería es la cantidad de libros que almacena, tantos que parece una pequeña biblioteca.
A parte de los libros que están ordenados en estanterías, junto a la entrada hay una especie de baúl que permanece abierto, lleno de libros que están disponibles para todo aquel que quiera coger uno. Eso sí, en el baúl hay un escrito donde se pide que solo se coja un libro por persona para que así haya libros para todos.
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