Para 8
0.45€/pers.
420kcal/100g
Ingredientes
- 650 g de harina floja
- 100 g de azúcar
- 200 ml de leche
- 2 huevos
- 40 g de manteca de cerdo
- 70 g de mantequilla
- 25 ml de anís
Hay cosas que uno prueba una vez y ya no se le olvidan. Es como cuando das el primer mordisco a unas rosquillas de Ledesma bien hechas: crujientes por fuera, tiernas por dentro, y ese aroma a anís que lo envuelve todo.
Estas rosquillas no son cualquier dulce de sartén. Tienen su toque tradicional, ese sabor a receta de pueblo que huele a cocina antigua y a tardes de fiesta. Las rosquillas de Ledesma son puro vicio, y hoy vamos a prepararlas como se debe.
Las rosquillas de Ledesma son típicas de la villa salmantina que les da nombre, una localidad con siglos de historia a sus espaldas. Se preparan sobre todo en fiestas, romerías o fechas señaladas, y siempre con ese punto clásico del anís que tanto gusta en la repostería castellana.
Esta receta comparte raíces con otras rosquillas populares de España, pero lo que las hace especiales es esa mezcla de manteca, mantequilla y leche, que les da una textura más suave, casi hojaldrada por dentro, pero sin perder la gracia del frito tradicional. El anís, como no, le da ese perfume tan característico que las hace inconfundibles.
Si te apetece seguir en modo dulce tradicional, no te pierdas las rosquillas tontas y listas, dos versiones madrileñas de una misma receta que también se fríen y aromatizan con anís o limón. Otra opción son los bollos de Arcos de la Frontera, más típicos de Andalucía pero con un aire parecido a estas rosquillas. Y si prefieres algo más esponjoso pero igual de antiguo, prueba el bizcocho de yogur de la abuela, ese que nunca falla y huele a cocina de siempre.
Receta de rosquillas de Ledesma

Elaboración paso a paso
- Empezamos derritiendo la manteca de cerdo y la mantequilla juntas. Lo hacemos a fuego muy suave o al microondas en intervalos cortos, para que no se quemen. Cuando estén completamente líquidas, las dejamos templar.
- En un bol grande, batimos los huevos junto con el azúcar hasta que queden espumosos. No hace falta montar a punto de nieve, pero sí que se integren bien y cojan un poco de aire.
- Añadimos la leche y el anís al bol con los huevos y mezclamos bien. Incorporamos ahora la manteca y la mantequilla derretidas (ya templadas, no calientes) y seguimos mezclando con varillas manuales o una cuchara de madera.
- Es el turno de la harina. La vamos añadiendo poco a poco, primero con las varillas, luego con las manos cuando la masa empiece a espesar. También echamos la sal en este momento. No hay prisa: lo importante es que la masa quede homogénea, blandita pero que no se pegue demasiado. Si está muy pegajosa, se puede añadir un poco más de harina, pero sin pasarse para que las rosquillas no queden duras.
- Una vez tengamos la masa lista, la tapamos con un paño limpio y la dejamos reposar unos 30 minutos, a temperatura ambiente. Esto ayuda a que se relaje el gluten y sea más fácil de trabajar después.
- Pasado el tiempo de reposo, espolvoreamos un poco de harina sobre la encimera y estiramos la masa con las manos o con un rodillo, dejando un grosor de aproximadamente 1,5 cm. Con un cortapastas o dos vasos (uno grande y uno pequeño para hacer el agujero), vamos formando las rosquillas.
- En una sartén honda o una cazuela, calentamos abundante aceite de girasol (también vale de oliva suave) a fuego medio-alto. Para saber si está listo, podemos echar un trocito de masa: si burbujea y sube enseguida, está en su punto.
- Vamos friendo las rosquillas por tandas, sin amontonarlas, dándoles la vuelta a mitad de cocción para que se doren bien por los dos lados. En cuanto estén doraditas, las sacamos con una espumadera y las dejamos escurrir sobre papel de cocina.
- Cuando se templen un poco, podemos pasarlas por azúcar si queremos un acabado más dulce y brillante. Esto es opcional, pero muy típico.
Estas rosquillas de Ledesma se preparan con ingredientes sencillos, pero con mucho mimo y sin atajos. Y aunque parezca que llevan su trabajo, una vez las pruebas entiendes por qué valen la pena.







Consejos para unas rosquillas de Ledesma perfectas
- La manteca y la mantequilla deben estar bien derretidas, pero no calientes al mezclarlas con los huevos, para evitar que se cuajen.
- No amases en exceso. Solo lo justo para que se forme una masa homogénea. Cuanto menos trabajes el gluten, más suaves quedarán.
- Si no tienes anís, puedes usar licor de hierbas o incluso una mezcla de ralladura de limón y unas gotas de esencia de vainilla, aunque ya no serán tan tradicionales.
- El tamaño del agujero central importa: si es muy pequeño, puede cerrarse al freír y parecer más un bollo. Deja un hueco generoso.
- Usa aceite limpio y mantenlo a temperatura constante. Si se enfría, las rosquillas chuparán más grasa; si está demasiado caliente, se quemarán por fuera y quedarán crudas por dentro.
En muchos pueblos de Castilla y León, las rosquillas como estas son parte del repertorio obligatorio de fiestas patronales y romerías. No suele haber casa que no tenga su receta, y es habitual que se preparen en cantidades industriales para repartir entre vecinos o llevar al campo.
De hecho, en algunos pueblos se fríen directamente en grandes sartenes sobre fuego de leña, lo que les da aún más aroma y sabor. Son de esos dulces que no necesitan nevera ni conservantes: se guardan en latas y duran días… si no desaparecen antes.
Última revisión: 27 octubre 2025
Hemos trabajado 3 horas y 20 minutos para que disfrutes esta receta. ¿Cómo se calcula?
90 min. cocinando, 30 min. para hacer y editar las fotos, 45 min. para redactar y 35 min. para organizar y publicar todo en la web y en redes sociales.
😊 Sin contar lo que dedicamos a investigar cómo hacer la mejor receta, comprar los ingredientes, comerla (y repetirla si no ha salido de rechupete), leer vuestros comentarios y responder a las dudas.
Categorías: Recetario de cocina Recetas de postres y dulces Recetas de rosquillas y donuts Recetas tradicionales




