¿Puedo sustituir la fruta natural por la deshidratada?

¿Puedo sustituir la fruta natural por la deshidratada?

Hoy vamos a resolver una duda que le surge a más de uno cuando está en la cocina: ¿puedo sustituir la fruta natural por la deshidratada? La respuesta corta es: sí, pero con matices.

La respuesta larga, que es la que nos interesa, os la voy a contar con todo lujo de detalles, porque esto de la fruta deshidratada tiene más miga de lo que parece. Así que, si alguna vez os habéis quedado mirando un paquete de orejones o de arándanos secos y os habéis preguntado si podíais usarlos en lugar de la fruta fresca, este post es para vosotros.

¿Qué es la fruta deshidratada y en qué se diferencia de la natural?

Antes de meternos en faena, vamos a aclarar qué es exactamente la fruta deshidratada. Básicamente, es fruta a la que se le ha eliminado la mayor parte de su contenido de agua mediante procesos de secado (al sol, en horno o con deshidratadores). Esto hace que se concentren sus nutrientes y su sabor, pero también que cambien algunas de sus propiedades.

La fruta natural, por su parte, es fresca, jugosa y tiene un alto contenido de agua. Esto la hace menos calórica por gramo, pero también menos concentrada en nutrientes como vitaminas, minerales y fibra.

¿Cuándo puedo sustituir la fruta natural por la deshidratada?

La respuesta depende del tipo de receta y del resultado que busques. Aquí tienes algunas situaciones en las que la fruta deshidratada puede ser una buena opción:

  1. En repostería: La fruta deshidratada es genial para hacer bizcochos, galletas, panes o barritas energéticas. Al estar seca, no aporta humedad extra a la masa, lo que puede ser una ventaja en algunas recetas. Por ejemplo, los arándanos secos son perfectos para muffins, ya que no se hunden tanto como los frescos.
  2. En platos salados: En ensaladas, guisos o salsas, la fruta deshidratada puede añadir un toque dulce y un contraste de textura interesante. Por ejemplo, los dátiles o las pasas quedan geniales en un curry o en una ensalada de espinacas con queso de cabra.
  3. Como snack o topping: La fruta deshidratada es ideal para picar entre horas o para añadir a yogures, cereales o avena. Es más concentrada en azúcares que la fruta fresca, así que tenlo en cuenta si estás controlando las calorías.

¿Cuándo no es recomendable sustituirla?

Hay situaciones en las que la fruta deshidratada no es la mejor opción:

  1. Cuando necesitas humedad: Si la receta depende de la jugosidad de la fruta fresca (por ejemplo, en un smoothie, una macedonia o un pastel de frutas), la fruta deshidratada no funcionará igual. Podrías rehidratarla (más sobre esto luego), pero no será lo mismo.
  2. En platos donde la textura es clave: La fruta deshidratada es más masticable y densa que la fresca. Si buscas la frescura y la jugosidad de una fruta natural, mejor no la sustituyas.
  3. Si buscas menos calorías: La fruta deshidratada tiene más calorías por gramo que la fresca, ya que el agua se ha eliminado y los azúcares están más concentrados. Si estás cuidando la línea, es algo a tener en cuenta.

Cómo usar la fruta deshidratada en recetas

Si decides usar fruta deshidratada en lugar de fresca, aquí tienes algunos trucos para que quede perfecta:

  1. Rehidrátala: Si la receta necesita humedad, puedes rehidratar la fruta deshidratada sumergiéndola en agua, té o jugo durante unas horas (o incluso toda la noche). Esto la hará más jugosa y suave. Por ejemplo, los orejones rehidratados quedan geniales en un bizcocho.
  2. Córtala en trozos pequeños: La fruta deshidratada suele ser más densa y masticable, así que córtala en trocitos para que se integre mejor en la receta.
  3. Ajusta las cantidades: Como la fruta deshidratada es más concentrada en sabor, usa menos cantidad que si fuera fresca. Por ejemplo, si una receta lleva 1 taza de fruta fresca, puedes usar ½ taza de fruta deshidratada.
  4. Ten en cuenta el dulzor: La fruta deshidratada es más dulce que la fresca, así que quizás necesites reducir la cantidad de azúcar en la receta.

Ejemplos de sustituciones

Para que os hagáis una idea, aquí tenéis algunas sustituciones comunes:

  • Arándanos frescos por secos: En muffins o galletas, usa ½ taza de arándanos secos por cada taza de frescos.
  • Uvas pasas por uvas frescas: En un bizcocho o un pan, usa ½ taza de pasas por cada taza de uvas frescas.
  • Orejones por melocotón fresco: En un crumble o una tarta, usa ½ taza de orejones rehidratados por cada taza de melocotón fresco.

Resumiendo: ¿sí o no?

La fruta deshidratada puede ser un excelente sustituto de la fruta natural en muchas recetas, siempre que tengas en cuenta sus diferencias en textura, humedad y dulzor. Es perfecta para repostería, platos salados o como snack, pero no siempre funciona en recetas que dependen de la jugosidad de la fruta fresca.

Así que, la próxima vez que te quedes sin fruta fresca o simplemente quieras probar algo diferente, ¡anímate a usar fruta deshidratada! Eso sí, recuerda ajustar las cantidades y, si es necesario, rehidratarla.

Y ahora, ¡a experimentar!

Espero que este post os haya aclarado las dudas sobre la fruta deshidratada. Ya sabéis que en la cocina todo es probar, equivocarse y volver a intentarlo. Y si algo sale mal, siempre queda el recurso de decir que era una «receta de autor».

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