La noche de ayer en Lille será recordada como una de las más grandes del baloncesto español. Como aquella de la plata en Los Ángeles o la del oro Mundial de Japón. Una noche histórica que tendrá para siempre grabada en la memoria Pau Gasol -40 puntos y 12 rebotes-, un gigante inabarcable para Francia. Un líder irrepetible para la selección. «Jugar para tu país es especial. Algo único. Un orgullo», afirmaba el español en la rueda de prensa posterior al partido.
En la actuación de Pau iban envueltas muchas decepciones. Desde aquella canasta fallada en 2007 en la Palacio de Deportes que impidió a España ser campeona de Europa ante su público hasta la derrota del pasado Mundial. «Claro que nos ha ayudado. Aquello fue una lección de humildad», reconocía el pívot catalán, visiblemente emocionado. Él, como el resto de sus compañeros, celebró junto a los aficionados españoles el triunfo en la grada. Donde al principio del encuentro sonaba la Marsellesa, al final se escuchó el himno de guerra de la afición española. Un «¡yo soy español, español, español» que retumbaba en el cielo de Lille mientras los doce héroes de Scariolo festejaban en la grada. Un éxtasis, que el domingo podría tener su punto culminante ante Serbia o Lituania, que esta noche (21.00 horas) disputarán la otra semifinal.
La fiesta en el vestuario español fue total. Esta vez, no hubo euforia que controlar. Imposible. El triunfo, épico conseguido en la prórroga lo evitaba. «Claro que estábamos todos muy felices. ¿Cómo no vamos a estarlo?», apuntaba Pau Gasol, prudente ante el partido del domingo.
Entonces, España podría ganar su tercer título continental. Algo que muchos no soñaban cuando empezaron a conocerse las ausencias. Cuando la selección se plantó en Berlín y comenzó a acumular derrotas. Cuando Pau y Rudy se lesionaron antes del encuentro frente a Polonia. «Esta es una película que hemos visto muchas veces y que esperamos que tenga, como otras veces, final feliz. El equipo sabía que tenía que crecer durante el campeonato y es lo que hemos hecho», apuntaba Scariolo tras el choque. El italiano sabía que había que jugar con los tiempos. Que si llegaban al final con opciones, la presión sería para Francia.
«Tengo jugadores que conocen muy bien lo que tienen que hacer y que saben que cuando hay que estar a tope es en los momentos importantes. En esta fase del campeonato. Además, en los últimos días muchos han entendido que tienen que tener un rol diferente al que cumplen en sus equipos. Que deben sacrificarse por el bien de la selección y eso nos ha dado el triunfo», afirmaba el técnico, que no encontraba calificativos para la gran actuación, una más, de Pau Gasol. «Cuando tienes un jugador así tienes que aprovecharlo y eso lo han entendido todos en el vestuario», apuntaba.
El seleccionador mandó un guiño al capitán. Un Felipe Reyes que terminó el encuentro con solo dos tiros libres anotados, pero que, según él, fue clave en el triunfo de la selección ante Francia. «Felipe ha sido un gigante en defensa», puntualizó. Por último, Scariolo evitó referirse a los árbitros, a los que su homólogo francés culpó de la derrota por haber tenido «un tratamiento completamente diferente para Gasol y Gobert». «No opino de los árbitros, pero no creo que hayan sido decisivos en nuestra victoria».