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| Intentos | 76 | |
| Tapones | Realizados | 12 |
| Recibidos | 0 | |
| Tiros de 2 | Lanzados | 53 |
| Anotados | 30 | |
| % Acierto | 57% | |
| Tiros de 3 | Lanzados | 1 |
| Anotados | 0 | |
| % Acierto | 0% | |
| Tiros libres | Lanzados | 22 |
| Anotados | 18 | |
| % Acierto | 82% | |
| Rebotes | Total | 43 |
| Ofensivos | 16 | |
| Defensivos | 27 | |
| Asistencias | 3 | |
| Pérdidas | 7 | |
| Recuperaciones | 2 | |
Serge soñaba con ser un central que triunfara en el Mundial con la selección del Congo. Daba patadas junto a sus 16 hermanos a una pelota improvisada junto al restaurante de su abuelo con la ilusión de ser algún día futbolista. Pero como tantas veces la genética determinó el futuro de un hijo de jugadores de baloncesto. Porque el pequeño Ibaka creció, y lo hizo de manera desmesurada cuando se comparaba con los chavales de su edad. Entonces cogió el balón con las manos y empezó a fijarse en aquella estrella mundial que se llamaba Michael Jordan y a dormir con la mente en la NBA.
No obstante, igual que aumentó su cuerpo se multiplicaron las desgracias. En una de las innumerables guerras civiles que asolan el continente africano su abuelo y su madre murieron y su abuela acogió a los nietos con el objetivo de sobrevivir mientras su padre era encarcelado. Serge se apoyó en su gran influencia materna, en sus hermanos y en el deporte para mantener la sonrisa.
Entonces llegó un mesías a Brazzaville, un hombre inesperado que cambió su vida. Hacía unos que años que del corazón de África había partido un joven en busca de un doctorado en Estados Unidos por recomendación de sus padres. Regresaba un cincuentón alegre con estudios en Norteamérica que se ganó en España su salario como jugador de baloncesto para después convertirse en agente de jugadores. Se trataba de Anicet Lavodrama, figura querida en el deporte de la pelota naranja en España, que buscaba talentos en su continente para ofrecer un pasaporte a una vida mejor.
De la mano de su vecino de la República Centroafricana el adolescente Serge Ibaka se trasladó a España. Su primer contacto con Europa llegó en Hospitalet de Llobregat, una ciudad dormitorio al sur de Barcelona en la que conoció un estilo de vida nuevo. En el equipo de la liga junior aprendió los mecanismos del baloncesto del Nuevo Continente y con otros jóvenes de la zona absorbió otra manera de disfrutar del ocio y de la vida. Se extasió con el Paseo de Gracia de Barcelona, la siesta y compartió con otros muchachos sus deseos de jugar con los campeones de Japón.
Su actitud y sus condiciones le reportaron su oportunidad en la vecina Manresa para disputar la ACB al tiempo que se multiplicaba su presencia en los 'campus' de reclutamiento y exhibición orientados hacia la NBA. No tardó en dar el salto al otro lado del Atlántico y formar parte de los City Thunder de Oklahoma. En Estados Unidos su progresión se sostuvo hasta convertirse en uno de los mejores defensores de la competición norteamericana.
El nuevo español
Ante semejante erupción la Federación Española de Baloncesto preguntó por las posibilidades para su incorporación inmediata tras su estancia en Cataluña. Ibaka respondió agradecido e ilusionado a la llamada de su país de acogida en su nueva vida. Pero la burocracia en el Congo no es tan sencilla. Su padre había emigrado de Brazzaville así que debió llamar a numerosas puertas y desplazarse en persona hasta su ciudad natal. "Fue un verano de aquí para allá y de allá para aquí", responde ahora con una sonrisa.
Finalmente logró los papeles oficiales necesarios y el gobierno español le entregó el obsequio de la nacionalización por carta de naturaleza. Ibaka ya podía jugar con España y desde entonces pasea su sonrisa entre los integrantes de la generación de oro del baloncesto español. Agradece en catalán, español o inglés su nueva oportunidad y se mueve con la timidez de un novato en el grupo. "Es grandioso y excitante", reconoce con sus lacónicas respuestas pero con sus ojos brillantes que emanan ilusión.
Cuando se lance el balón inicial enseñará la voluntad y decisión que le han abierto su camino desde que jugaba junto al restaurante de su padre. Scariolo quiere que cuide un exigido cuerpo capaz de levantar 100 kgs en 'press de banca' pero que mantiene su agilidad. Serge camina hacia el sueño de ser deportista y estar con los mejores. Quizá nunca alcance a ser como su ídolo Gerard Piqué y sea defensa con la selección de fútbol del Congo, pero ya surgen los primeros niños que anhelan ser un pívot como el joven Ibaka.
Serge Ibaka