En 2010 Sergio Scariolo decidió incluir en la lista de quince al renqueante Sergio Llull, que afrontaba una recuperación que se iba a alargar hasta apenas diez días antes del Mundial de Turquía. Esta forma de actuar demuestra la confianza que el seleccionador tiene en el joven jugador del Real Madrid, por el que ya apostó en Polonia el pasado verano  cuando lo incluyó por sorpresa en la lista de doce.

Todos pensaban que la aparición de Llull en la preselección de quince respondía fundamentalmente al interés por incentivar a una joven promesa del baloncesto español y premiar su gran año. La previsión era que aportara intensidad en los entrenamientos y que fuera uno de los tres descartados.  Pero fue uno más en el equipo que logró el oro y, al igual que a Marc Gasol en el Mundial de Japón, el campeonato le sirvió para reafirmarse y como rampa de lanzamiento hacia una temporada brillante dentro de un Madrid en reconstrucción, dirigido por un Messina que confió tanto en el balear como su colega Scariolo.

Ahora todos asumen ya la decisión del técnico de la 'Roja' y la entienden como lógica dentro de la estructura de reparto de roles establecida en el equipo nacional desde hace ya unos años. Llull aporta la chispa de la selección. Forma parte de la 'segunda unidad' con la que cuenta el seleccionador para dar un punto más de intensidad al juego y desatascar partidos trabados desde su posición de escolta o falso base.

La dirección de equipo no es nueva para el joven jugador, formado en la cantera del Manresa, pero sus condiciones se adaptan más a romper que a controlar sistemas, pero la incoporación de Víctor Sada como tercer base y la vuelta de Calderón les dejarán sin el papel de base de emergencia. Si logra templar su velocidad y adaptarla a las necesidades de España, Turquía supondría un paso más en una carrera aún corta pero que apunta a brillante y exitosa.